viernes, 25 de julio de 2008

Interés por el mercado inmobiliario / Luis Aparicio

Ni niego la crisis ni espero una rapidísima solución de los problemas del mercado inmobiliario tras los excesos de oferta que se han producido en los últimos años. Sin embargo, creo que existen factores sociológicos nuevos que seguirán premiando la compra de vivienda por lo que este sector tiene una demanda más que garantizada después de la necesaria catarsis que comenzó hace unos meses.

En la llamada generación del baby boom a la que pertenezco, o sea, la de los actuales cuarentones/as, existe un convencimiento claro tanto de la inestabilidad de los puestos de trabajo como de las futuras pensiones públicas. Esta falta de seguridad, frente a la de nuestros padres, lleva a la búsqueda de alternativas de ingresos si el ahorro lo permite.

Ha sido frecuente en estos años tanto la compra de una primera vivienda, como la de una segunda con fines de explotación para lograr unas rentas añadidas y no sólo para el disfrute como hicieron nuestros padres. Un pequeño apartamento, una buhardilla, una nueva construcción de reducido coste en una pequeña población han sido los bienes adquiridos, cuando no dos o tres plazas de garaje.

Existe un gran interés ambiental por hacer patrimonio, convencidos de que será la única forma para enfrentarse a un mercado laboral mucho más inestable. Es una inquietud que aprecio en mucha gente de mi generación y que surge como un fenómeno novedoso respecto al pasado más reciente.

No existen alternativas contundentes a este tipo de inversión y, pese a la coyuntura actual u otras de nefasto recuerdo como la vivida en años setenta y principios de los ochenta, hay una creencia colectiva que con el ladrillo siempre se acaba ganando y que es la inversión que mejor defiende al ahorrador del alza de los precios. Muy fuerte debería ser esta crisis para varias esta percepción del mercado y, además, para eso está nuestra amnesia que olvida pronto los avatares e invita a comenzar de cero como si nada hubiera ocurrido. Si no, ¿qué sería de la Bolsa?

Los otros factores de demanda siguen ahí presentes y aunque ahora se muestren atenuados por la crisis volverán a presionar cuando ésta se modere. La inversión de los extranjeros será siendo clave, atraídos por nuestro clima, nuestra moneda única y unas infraestructuras que no les hacen sentirse muy lejos de casa. Sólo el cambio climático que lleve los 40 grados a Escandinavia podría variar esta demanda. También los emigrantes seguirán viniendo en mayor o menor medida a buscar lo que no encuentran en sus países, y de estos, lamentablemente, hay muchos.

Otro de los fenómenos de demanda que persistirán es la ruptura de matrimonios que ha sido una de las causas que explican la continua demanda de vivienda en nuestro país y que justifican la proliferación de apartamentos o viviendas de dos dormitorios con los que satisfacer a los que deben abandonar el hogar conyugal. Lamentablemente, supongo, que esta tendencia de lo que algunos definen como la poligamia consecutiva se seguirá manteniendo.

Se mantendrán, pues, los factores de la demanda, mientras que están apareciendo nuevos como resultado de una sociedad menos proteccionista y paternalista que obliga a buscar nuevas fuentes de ingresos económicos. Mientras tanto, hay que dar salida a los excesos y esperar la tranquilidad en los mercados financieros para que el crédito vuelva a concederse de una forma natural. Confieso que este ansia patrimonialista, favorecida también por los nuevos ídolos sociales, resulta un poco desilusionante frente a los ideales más nobles que deberían guiarnos. Pero es lo que hay.

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