domingo, 27 de julio de 2008

La economía real aún no refleja toda la crisis

MADRID.- Los mercados han dado pruebas más que suficientes de que su olfato no siempre es el mejor y que sus previsiones tampoco son infalibles. Pero algo está cambiando entre los inversores en las últimas semanas. La duración de la crisis ha modificado algunas de las premisas que los analistas daban por seguro al comienzo de esta nueva etapa, hace ahora casi un año, según "El País".

Es el caso de la resistencia mostrada por los mercados emergentes. Es cierto que durante el otoño, e incluso algunos casos también en los primeros meses del año -como el Bovespa de Brasil-, las bolsas emergentes se han comportado mejor de lo que lo han hecho la mayoría de los mercados occidentales.

Pero desde el pasado mes de mayo, las caídas han sido generalizadas. Una evidencia que pondría fin a la teoría de que los países emergentes podían tirar del crecimiento mundial pese a la desaceleración de Estados Unidos y Europa, bajo el argumento de que se había producido un desacoplamiento (decoupling) de los ciclos económicos de los países emergentes.

"En realidad, esa teoría sí se ha cumplido, ha funcionado. Lo que pasa es que la independencia de los países emergentes tiene un límite", subraya José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney. "Dos tercios del consumo mundial tiene lugar en los países desarrollados. El frenazo que está atravesando la demanda interna en estos países ha empezado a frenar, a su vez, la producción de las economías en desarrollo. No podía durar para siempre", admite.

Una desaceleración económica que ha venido acompañada de un fuerte rebote de la inflación a nivel global y más en estos países. Según alertaba el Instituto de Finanzas Internacionales, que agrupa a los principales bancos privados del mundo, en su último informe, si los bancos centrales suben mucho los tipos de interés para frenar la inflación "las probabilidades de recesión y restricción del crédito en estos países amenazan con un aterrizaje forzoso".

Un panorama complicado en el que difícilmente se podrán repetir las ganancias del 50% que tuvieron los mercados emergentes entre agosto y diciembre del año pasado. De hecho, todo apunta a una nueva etapa de fuerte inestabilidad en las bolsas, como ya hemos podido comprobar en estas últimas semanas. Eso es lo que dice también el índice de volatilidad de Chicago (VIX), que mide las expectativas del mercado para los siguientes 30 días. En definitiva, es la medida del miedo del mercado.

Desde 2003, el VIX se ha movido de media en el nivel de los 15,5 puntos. Pero en los momentos de mayor incertidumbre de la actual crisis financiera ha superado los 30 puntos. Su nivel más alto lo alcanzó el 17 de marzo pasado, en plena crisis de Bear Sterns, cuando subió hasta los 32,27 puntos. Superado ese episodio, el índice recuperó cierta calma pero este mes ha vuelto a subir y se sitúa en zona de crisis. Estos datos confirman que el mercado no las tiene todas consigo y que no descarta nuevas turbulencias financieras.

Aunque si hiciéramos caso a la evolución de la cotización del yen frente al dólar hay muchas más probabilidades de subidas que de bajadas. "Suele suceder que cuando las bolsas caen, el yen sube porque muchos venden sus créditos en yenes para tener liquidez. Y al revés", asegura Díez. La moneda japonesa registró su máximo en marzo pasado, cuando perdió la cota de las 100 unidades. Pero ha durado poco y el yen vuelve a cotizar cerca de los 108 yenes por dólar.

Un optimismo respaldado por muchos analistas y organismos internacionales. "Lo peor ha quedado atrás", asegura Philippe d'Arvisenet, economista jefe de BNP Paribas. Pero la crisis financiera dista mucho de estar próxima a su fin y, sobre todo, "su impacto sobre la economía real está lejos de haberse desarrollado por completo", advierte el economista francés. Ese deterioro de las perspectivas se refleja, sin duda, en el coste del riesgo.

Los precios de los seguros contra la suspensión de pagos de la deuda (conocidos como Credit Default Swaps) se han disparado para aquellos países europeo que sufren una fuerte desaceleración económica, según informaba esta misma semana Financial Times.

Entre ellos, España. Asegurar 10 millones de deuda española cuesta ahora 13.000 euros más que en junio, lejos de los 1.000 euros de más que debe pagar Alemania y sólo superado por la prima extra exigida a Portugal (14.000 euros), Italia (15.000) y Grecia (16.000). Es la apuesta de los mercados sobre los países con más posibilidades de recesión.

Ese escenario podría contribuir, a su vez, a abaratar el petróleo. El barril de Brent, el de referencia para Europa, ha reducido su precio más de 20 dólares en apenas 10 días, hasta situarse alrededor de los 125 dólares por barril. Según Joaquín Vial Ruiz-Tagle, de la unidad de tendencias globales del departamento de estudios del BBVA, el precio ya ha hecho mella en la demanda.

"Se están produciendo cambios significativos en el comportamiento de los consumidores como reacción a los elevados precios de la enería", asegura Vial en un reciente informe, y entre ellos cita la creciente preferencia por el transporte público, la demanda de coches más pequeños y eficientes y la vuelta a vivir en el centro de las ciudades. Aun así, lograr que el petróleo vuelva a cotizar en niveles de dos dígitos parece todavía una tendencia lejana.

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