miércoles, 23 de julio de 2008

La OMC espera propuestas de apertura de los países emergentes a los bienes industriales occidentales

GINEBRA.- Los negociadores de la OMC en Ginebra esperan que este miércoles los países emergentes den señales de su disposición a abrir sus mercados industriales -un tema candente- después de la oferta de Estados Unidos de recortar sus aranceles agrícolas.

"Hemos puesto una nueva e importante oferta en la mesa, ahora esperamos que nuestros socios hagan lo mismo", dijo la representante estadounidense de Comercio, Susan Schwab, al referirse el martes a la propuesta de recortar de 17.000 a 15.000 millones de dólares las subvenciones distribuidas anualmente a los agricultores norteamericanos.

Para el comisario de Comercio de la Unión Europea (UE), Peter Mandelson, "está claro que las negociaciones agrícolas, aunque no se encuentran cerradas, están quedando atrás y debemos concentrarnos en los bienes industriales, donde existen muchísimos desacuerdos".

India y Brasil, líderes del G20 de países emergentes, no comparten esa versión.

"La oferta de Estados Unidos sobre los subsidios es totalmente inadaptada y sin relación con los precios actuales de los productos alimenticios ni con nuestros reclamos", dijo el ministro indio de Comercio e Industria, Kamal Nath.

Y el ministro brasileño de Exteriores, Celso Amorim, sostuvo que "la pelota está aún en el campo de ellos (Estados Unidos y Europa)". "La patearon para adelante, pero no pasó la mitad del terreno", ilustró.

De todos modos, la cuestión industrial fue abordada este miércoles, tercer día de negociaciones, y los emergentes deberán avanzar sus ideas.

Pues ese es el juego de la Ronda de Doha de la OMC, iniciada en 2001, en la que los emergentes exigen más acceso para sus productos agrícolas y los ricos mayor apertura para sus ítems industriales. Cuando una parte muestra una carta, la otra debe hacer lo mismo, para ver si la partida, que debía concluir a fines de 2004, puede prolongarse.

Los países emergentes temen que la Ronda de Doha, concebida para equilibrar las tremendas diferencias que se abrieron con la liberación comercial de los años 90, tenga el efecto inverso y acabe profundizándolas.

La negociaciones no deben servir a "acrecentar la prosperidad de los países desarrollados" ni a "poner en peligro a las incipientes industrias y pequeñas y medianas empresas de India", dijo Nath.

Los mayores cuestionamientos a las modalidades de reducción de los aranceles industriales propuestas por la OMC proceden de Argentina y Sudáfrica, miembros del grupo NAMA-11, que busca flexibilidades para la apertura de sus mercados, refirieron participantes en las discusiones.

El NAMA-11, integrado por diez países (entre ellos Brasil, India, Venezuela e Indonesia) afirmó que las propuestas sufren de "serios desequilibrios".

Denuncia en particular las medidas "anti-concentración", que apuntan a impedir que un país utilice todas las flexibilidades de que goza para proteger a un solo sector, como el automotor o los textiles.

El Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) propone que el cálculo de los valores que pueden beneficiarse con las flexibilidades esté alineado con los de Brasil, de lejos la principal potencia regional.

Y Venezuela aspira a obtener protecciones especiales, alegando que su PIB relativamente elevado se debe a una excesiva concentración de su economía en un solo producto, el petróleo.

Varios sindicatos de países en desarrollo acudieron a Ginebra para advertir sobre los riesgos de abrir en demasía los mercados industriales.

"Si seguimos por ese camino, crearemos una seria crisis económica en nuestro país", dijo Rudi Dicks, del Congreso de Sindicatos Sudafricanos (Cosatu).

Para Rubén Cortina, de la Federación Argentina de Trabajadores de Comercio y de Servicios, las propuestas de la OMC provocarían la pérdida de "200.000 puestos de trabajo" en el país sudamericano.

"No somos proteccionistas estúpidos, pero queremos un comercio equitativo", afirmó.

Según Felipe Saboya, de la Central Única de Trabajadores (CUT) de Brasil, la reducción de los derechos de aduana en 1989-1994 provocó la pérdida de "1,3 millones de empleos" en ese país.

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