miércoles, 20 de agosto de 2008

Alemania se blinda frente a Rusia / Primo González

Alemania acaba de aprobar un proyecto de ley que limita la presencia de capitales extranjeros en las empresas que el Gobierno considere estratégicas. El límite por encima del cual se establecen las limitaciones es del 25% del capital.

Por encima de dicho porcentaje, el Gobierno se reserva el derecho a vetar la toma de participación extranjera, siempre que esta proceda de un inversor de fuera de la zona euro y que se produzca en empresas que el Gobierno considere estratégicas, concepto que en Alemania se aplicaba hasta ahora a las empresas fabricantes de armamento pero que en adelante podrá ser ampliado a otros sectores.

No ha sido bien acogida la disposición del Gobierno conservador de Alemania ni siquiera por los empresarios del propio país, que han mostrado su plena confianza en la apertura total de las fronteras en lo tocante a movimientos de capitales.

Las empresas de mayoría de capital extranjero tienen un cierto peso en Alemania, aunque los inversores son sobre todo los Estados Unidos, herencia de las posiciones que tomaron durante la dura postguerra, allá por los años 40 y 50 del pasado siglo. Hay alrededor de 2 millones de empleos en las empresas extranjeras que operan en Alemania.

Pero la intencionalidad de la nueva barrera que los alemanes quieren construir no está orientada lógicamente a impedir la entrada de capitales procedentes de Estados Unidos, país que al fin y a la postre tiene un elevado ascendiente en Alemania debido a su papel de “protector” frente al poderoso vecino del Este europeo, Rusia.

Las autoridades alemanas quieren poner trabas a un fenómeno de importancia creciente que se está desarrollando desde hace apenas dos años y que tiene como protagonistas a los países poseedores de grandes fortunas procedentes del dinero fácil obtenido con las exportaciones petroleras.

Y ello apunta directamente a Rusia, algunos de cuyos nuevos millonarios, incluso algunas empresas de capital predominantemente público, están mostrándose muy interesados por la toma de posiciones en la importante industria germana.

A finales del pasado año, los catorce principales inversores rusos tenían en Alemania unos 5.400 millones de euros situados en diversas empresas y la cifra parece ir en aumento ya que Rusia nada en la abundancia del dinero procedente del petróleo y el gas, que exporta masivamente a Occidente.

El primer aldabonazo serio lo dio hace ya tres años un banco estatal ruso cuando adquirió una participación inicial del 5% en el consorcio EADS, el grupo industrial aeronáutico franco alemán (en el que también está presenta la española Sepi, estatal, con algo más del 5,4%), lo que era al parecer el primer paso para mayores empeños.

Luego ese 5% cambió de manos a otro inversor ruso en diciembre pasado. Hay alrededor del 30% del capital de EADS circulando entre los inversores, de modo que alcanzar el control de la compañía es difícil.

Pero tener una participación significativa en el consorcio aeronáutico europeo, una empresa de importancia estratégica para los tres países principales que la controlan, se presenta casi imposible, ya que existen acuerdos de compra venta preferentes entre los actuales accionistas.

Todo parece atado y bien atado de forma que el control de esta máquina tecnológica que es EADS (dueña del Airbus y de otros proyectos civiles y militares, de donde han salido los más modernos aviones de combate y los helicópteros más sofisticados) no es cosa fácil.

Pero la entrada de los rusos en EADS suscitó preocupación en Alemania, lo que está en el origen de las medidas defensivas que ahora quiere tomar el Gobierno federal para evitar que inversores extranjeros no deseados, y no necesariamente hostiles, se hagan con el control de sus principales empresas.

Es una medida en todo caso insólita desde el punto de vista del espíritu y la letra de las normas comunitarias y de los códigos prevalecientes en el mundo capitalista occidental, por lo que la Comisión Europea posiblemente tendrá algo que decir.

En Estados Unidos, la entrada de inversores extranjeros está experimentando en los últimos meses un impulso extraordinario a raíz de la crisis hipotecaria que corroe a los grandes bancos. Las inversiones de fondos soberanos de países árabes en el sector bancario de Estados Unidos y de Inglaterra han sido particularmente importantes.

El dinero que han invertido los fondos árabes en bancos como Citigroup, UBS, Merrill Lynch, Barclays y Morgan Stanley ronda en la actualidad los 80.000 millones de dólares, una cifra que posiblemente aumente en el inmediato futuro porque el dinero de los países emergentes cargados de petróleo se ha convertido en un salvavidas para el sector bancario norteamericano.

Pero una cosa es el dinero de los árabes en los bancos y otra cosa bien diferente es el dinero ruso tomando posiciones sólidas en las empresas estrella de Alemania. Se puede ser liberal pero no hasta extremos que conduzcan a caer en manos de los rusos. Alemania parece tenerlo claro.

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