domingo, 10 de agosto de 2008

El crudo dispara contra la economía mundial

MADRID.- El fantasma del Yom Kippur vuelve a planear sobre las economías del planeta 34 años después. La primera gran crisis del petróleo comenzó en octubre de 1973, cuando los países árabes que exportaban crudo se unieron para no vender la codiciada materia prima a las naciones que habían apoyado a Israel en la guerra contra Siria y Egipto. Lógicamente, en el paquete de países culpables se encontraban Estados Unidos y otras naciones de Europa Occidental, dice hoy "El Mundo".

La medida de los países árabes multiplicó por cuatro el precio del barril de petróleo, que se disparó hasta los 10 dólares, frente a los ahora irrisorios 2,5 dólares a los que cotizaba cuando el crudo sobraba y aún no conocía eso que ha venido en llamarse eufemísticamente tensiones geopolíticas. El «arma del petróleo», nunca utilizada hasta la fecha por ningún gobierno, sumió a las economías mundiales en una grave crisis con inflación, que sólo en Estados Unidos llevó al paro a tres millones de trabajadores entre los años 1975 y 1981.

España, uno de los países europeos más dependientes de las fuentes energéticas exteriores, pasó de una tasa de paro del 1% en 1975 a un 24% en 1980, si bien otros muchos factores contribuyeron entonces a que uno de cada cuatro trabajadores se quedara desempleado. La crisis tuvo su segundo acto con la caída del Sha de Irán, en 1979, lo que disparó el precio del barril hasta los 34 dólares, apuntillando a las grandes economías mundiales hasta llevarlas a la recesión.

Ha llovido mucho desde entonces y el barril de petróleo vale ahora casi 10 veces más que en los 70 y casi el triple que en los primeros 80. Ahora, en plena economía globalizada, todos los temores apuntan a que el precio del crudo superará la semana, que mañana comienza, la barrera piscológica de los 100 dólares.

Según los expertos consultados, a precios constantes, un barril de crudo a 101 dólares se sitúa en los mismos niveles que en 1980 representaban los 34 dólares, si bien esta equiparación puede variar en función del sistema de cálculo de la inflación y los tipos de cambio. Si descontamos la inflación, ambos precios son similares, lo que a juicio de Roberto Centeno, catedrático de Economía de la Universidad Politécnica de Mardid y ex consejero delegado de Campsa, puede acabar provocando una recesión económica mundial.

Tras varias semanas consecutivas subiendo sin tregua, el barril Brent, de referencia en Europa, cerró el pasado viernes con una leve caída, quedando en el nivel de los 93,18 dólares. Su hermano estadounidense, el barril Texas, también atemperó su ascensión y se quedó en 96,32 dólares. Pero esta semana es crucial. Primero porque finalizan los contratos de futuros del mes de noviembre sobre el barril de petróleo, y segundo porque este miércoles el departamento de Energía de Estados Unidos informará de nuevo sobre si han caído sus reservas semanales de crudo.

El cóctel puede ser explosivo si estas dos variables se instalan en el peor de los escenarios y catapultan al crudo a nuevos máximos históricos. Las últimas cuatro semanas, EEUU ha anunciado que sus reservas no han parado de caer, justo cuando comienza el invierno y se consume más energía, en lo que ha sido el último acicate en la fuerte subida del petróleo en el último mes.

Pese al escenario que se avecina, los expertos avisan de que una crisis del petróleo no se da de un día para otro, tarda meses en consolidarse y convertirse en recesión. Aún así, los efectos ya empiezan a notarse en la calle, especialmente en España donde la fuerte subida de los precios de los alimentos básicos y el impacto del crudo en el coste de las gasolinas está dañando seriamente la salud de las economías familiares.

Según la encuesta de Sigma Dos para "El Mundo", hecha pública ayer, el 93% de los ciudadanos nota ya en sus bolsillos «mucho o bastante» la subida de precios de los productos básicos. Cebollas, un 22% más caras que hace un año, leche (20%) y cereales (8,4%), entre otros muchos alimentos, no han hecho más que añadir presión a los hogares, que ya soportan el pago de las hipotecas, con un Euribor en máximos, y la subida de las gasolinas.

Según los datos de la Asociación de Gasolineros de Andalucía, desde el pasado 1 de enero, la gasolina de 95 octanos se ha encarecido un 13% y el gasóleo de automoción, un 15,5%. Pero lo peor está por llegar, advierte esta patronal, ya que las petroleras irán trasladando en los próximos días la subida del crudo a sus estaciones de servicio.

Será en los próximos días, especialmente con la llegada del puente de la Constitución y de las vacaciones navideñas, cuando las grandes petroleras (entre Repsol YPF, Cepsa y BP controlan en torno a 6.000 de las 7.000 estaciones de servicio de España) trasladen a los precios finales las subidas internacionales del crudo.

Según Andrés Delgado, responsable de los gasolineros andaluces, en los próximos días las gasolinas subirán una media de entre 0,030 y 0,060 euros (entre cinco y 10 pesetas), superada ya y sin vuelta atrás la barrera psicológica del euro por litro. De abajo arriba y de arriba abajo, el fantasma de la crisis económica comienza a tomar visos de realidad, después de unos meses marcados por el impacto de la crisis de las hipotecas basura de Estados Unidos en el resto de las economías y del pinchazo de la burbuja inmobiliaria en España.

Hasta ahí, la crisis era vista por los ciudadanos como algo lejano, casi intangible, hasta que la subida de los alimentos básicos ha dado una bofetada de realidad a los bolsillos. La Comisión Europea no ha tardado en refrendar con cifras oficiales lo que ya es de común conocimiento en bares y supermercados, que llegan las vacas flacas. Bruselas ha corregido a la baja el crecimiento económico español, que baja del 3,8% previsto para este año al 3% para el próximo. Pero será en 2009 cuando la economía española crezca por debajo de la media europea. Lo hará al 2,3%, frente al 2,4% de la UE-27. La Comisión avisa además de que el paro subirá a una tasa del 8,5% el próximo año y al 9,1% en 2009.

En este contexto se han disparado las críticas al Gobierno, que ha visto como se ha disparado nueve décimas la inflación de octubre, hasta situarse en el 3,6%. Según Roberto Centeno, la crisis llega, pero «la reformas estructurales están sin hacer y la dependencia energética de España hacia el exterior se ha disparado hasta el 82%, frente al 40% de media en la UE-27 y al 50% de la UE-15».

Pero los problemas no se circunscriben a España y a Europa. De hecho, el jueves la crisis de crecimiento e inflación llegó al Congreso de los Estados Unidos. Y lo hizo bajo la palabra que más espanta a todos los agentes económicos: «estanflación». El encargado de asustar a los presentes fue el miembro de la Cámara de Representantes Maurice Hinchey, del Partido Demócrata, que, durante una comparecencia del presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, dijo que la situación de la economía le recordaba a la «estanflación» de los 70.

«Nosotros no vemos nada que se acerque al periodo de los 70», zanjó Bernanke. Eso indica que la Fed está convencida de que, al menos por ahora, no hay riesgo de «estanflación», un término que fue inventado en 1965 por el entonces ministro de Finanzas británico, Ian McLeod, y que combina los términos «estancamiento» e «inflación».

La «estanflación» supone crecimiento económico bajo -o incluso recesión- con precios descontrolados, y es la pesadilla de los banqueros centrales y de los ministros de Economía, porque implica un dilema: o se acaba con la inflación al precio de una recesión, o se mantiene el crecimiento al coste de unos precios desbocados. Al final, los bancos centrales siempre recurren a la primera opción, siguiendo el ejemplo de Paul Volker, el predecesor de Alan Greenspan en la Fed, que a finales de los 70 lanzó una ofensiva contra la «hiperinflación» que sufría EEUU. El resultado fue una tremenda recesión, pero que sentó las bases para la expansión que la primera economía mundial ha venido experimentando casi de forma ininterrumpida desde entonces.

Pero, a pesar de las palabras de Bernanke, ese dilema ya está presente en la política monetaria de EEUU. El máximo responsable de la política monetaria de EEUU lo dejó claro el jueves en el Congreso, cuando admitió que «los recientes aumentos del precio de la energía probablemente llevarán a un aumento de la inflación por un tiempo», mientras que, simultáneamente, «no parece probable» que el actual ritmo de crecimiento de EEUU «se sostenga». Ya el 31 de octubre la Reserva Federal había dejado claro que por ahora no va a llevar a cabo más bajadas del precio del dinero. La reacción del mercado fue la actual oleada de ventas que ha llevado al Dow Jones a ceder un 4,8% en lo que va de mes.

Así que, entretanto, sólo cabe esperar y ver a dónde llega este nuevo shock del petróleo. Un shock que, a diferencia del de los 70, está en buena medida creado por los mercados financieros (en promedio, cada barril de petróleo es objeto de 10 contratos de derivados), en los que se habla abiertamente de una burbuja del crudo, dado que el crecimiento de la demanda se está frenando.

Pero lo cierto es que estamos en un panorama poco tranquilizador, que se asemajea a una cierta estanflación light. La subida de los precios depende de cuáles se usen como referencia. Quien mejor debería saberlo es el propio Bernanke. En el supermercado de la cadena Whole Foods, en la esquina de las calles 14 y P, en Washington, donde el presidente de la Reserva Federal y su mujer, Anna Friedman, hacen la compra los sábados por la tarde, un limón que las pasadas Navidades costaba 90 centavos de dólar (sin IVA) pasa ahora del dólar.

Y la barra de pan ha pasado en ese periodo de los 80 centavos a rozar el dólar. No es más que el reflejo de la tremenda inflación de los alimentos provocada por la mayor demanda de los países en vías de desarrollo y por el desvío del maíz hacia la producción de etanol. De hecho, la inflación de los alimentos en EEUU es el doble que el IPC subyacente, que elimina la comida fresca y la energía del índice. Es una situación que tiene implicaciones en todo el mundo, incluyendo a España, que es el cuarto mayor importador de maíz de EEUU.

Pero, para quienes la subida del precio del petróleo puede ser un problema tremendo es para el mundo en vías de desarrollo. Aunque hay expertos que creen que el peligro está siendo exagerado.

«En general, la mayor parte de los países en vías de desarrollo son exportadores de alimentos, así que esta situación les beneficia», ha declarado a "El Mundo" Eveline Herfkens, coordinadora ejecutiva de la Campaña del Milenio, una iniciativa de la ONU que pretende reducir la pobreza extrema en el mundo en un 50% para el año 2015. Herfkens también opina que, en este shock del petróleo, los países pobres van a salir mucho mejor que en los 70, cuando el aumento del precio del crudo hundió al Tercer Mundo en una crisis espantosa.



El marco geopolítico


Da mucho que el precio del barril de crudo esté a 100 dólares en lugar de a 99? Si se quiere, importa tanto como cuando el precio pasó de 98 dólares a 99. Y si uno es razonable da bastante igual que este a 101 dólares que a 100. Llevamos muchos años contemplando el irresistible ascenso del precio del crudo y año tras año, subida tras subida, nos hemos acoplado a su coste. Lo que pasa es que 100 dólares es, tres dígitos ya, toda una cifra fetiche y la gente se fija en ello. Como es natural, cada hijo de vecino reacciona al sobrepasar tal umbral y se pone nervioso ante lo que espera. Algo parecido ocurre cuando se cumplen 40 años (¿cómo tienes la hipoteca y cuando te cuestan tus hijos?), cuando se cumplen 50 (¿has pagado todo lo que le debes al banco, tienes padres mayores ?) y no digamos cuando pasas el umbral de los 60 (¿como está tu plan de pensiones?)

Como prácticamente no conduzco y utilizo mucho el transporte público, paso bastante de lo que significa para el bolsillo de cada uno esta barrera talismán de los 100 dólares. Lo que me importa, es lo que este precio representa en la geopolítica del tiempo que nos ha tocado vivir. El precio del crudo aumenta inexorablemente por la demanda de China, en plena fase de desarrollo desbocado, y, en menor medida por el de otras economías punzantes en Asia, empezando por la de la India. Y el tema es que el precio que genera esta demanda consolida regímenes especialmente antipáticos, por autoritarios y cosas peores, como son el de Hugo Chávez en Venezuela y el que encabeza Mahmoud Ahmadinejad en Irán por no añadir la Rusia de Putin. Nunca como ahora ha sido más urgente pensar en clave de políticas energéticas alternativas. La nuclear en primer lugar.

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