domingo, 17 de agosto de 2008

La economía de Georgia, en pleno 'boom', corre serios riesgos

PARÍS.- Georgia tiene mucho que perder en el plano económico en el conflicto con Rusia, que podría alejar las inversiones extranjeras y poner fin a un período de muy fuerte crecimiento, estiman analistas.

"Los inversores extranjeros, que desempeñaron un papel clave en el buen desempeño del país, podrían asustarse", indicó Trevor Cullinan, analista de la agencia de calificación Standard and Poor's (SP).

Tras los difíciles años de transición y los conflictos que siguieron a su independencia en 1991, Georgia atraviesa un verdadero boom económico.

Desde la "revolución de las rosas" en 2003, el país es uno de los más dinámicos de la ex Unión Soviética y muchas reformas saludadas por las instituciones financieras internacionales comienzan a dar sus frutos.

El crecimiento superó el 10% en 2006 y 2007, y se espera que este año se ubique en torno al 8%.

La economía del país depende ampliamente de la agricultura, que representa un 30% del Producto Interno Bruto (PIB), pero el sector industrial, la construcción y las telecomunicaciones se desarrollan.

Con una ubicación ideal entre el mar Caspio y el mar Norte, el país se impuso sobre todo como el punto de pasaje obligado para transportar petróleo y gas desde Asia central hacia Europa evitando a Rusia y a Irán, lo cual le otorga ingresos importantes.

Desde la entrada en funcionamiento en 2006 del oleaducto Baku-Tiflis-Ceyhan, Georgia se está convirtiendo en "una plataforma regional de transporte de energía" pese a que no dispone de recursos propios de hidrocarburos, destacó Cullinan.

El "BTC", que podría transportar un millón de barriles de crudo por día de aquí a 2009, permitió a Georgia reducir su dependencia energética de Rusia al aumentar sus abastecimientos desde Azerbaiyán.

Rusia no se mostró satisfecha. Las relaciones entre Rusia y Georgia no han dejado de degradarse desde la llegada al poder en 2004 del presidente pro-estadounidense Mijail Saakashvili.

En 2006, Moscú suspendió sus conexiones aéreas, marítimas, terrestres y sus mandatos postales con Georgia, con un embargo de importación sobre diferentes productos.

Si bien el país resistió estas sanciones, las hostilidades que comenzaron el viernes de madrugada amenazan su desarrollo aún frágil. Su inflación permanece elevada (8% anual), sus cuentas públicas son crónicamente deficitarias, la corrupción es endémica y su población mayoritariamente pobre.

Desde la pasada semana, Standard and Poor's a bajó la nota de solvencia del país, barómetro de los inversores.

"Gastos en armamento más elevados a lo previsto también pondrán en peligro los objetivos de consolidación presupuestaria del gobierno", precisó SP.

El posicionamiento de Georgia como plaza estratégica también podría verse afectado.

"A través de sus operaciones militares de envergadura, Rusia ve también una oportunidad de mostrar que la región no es segura para futuros oleoductos", destacó Isabelle Facon, investigadora de la Fundación para la Investigación Estratégica de Francia.

El puerto de Poti, el principal del país, fue blanco de bombardeos rusos, que aparentemente no causaron daños importantes.

Rusia también corre el riesgo de que su imagen resulte perjudicada ante los inversores extranjeros, y que sus relaciones comerciales con Estados Unidos y la Unión Europea se enfríen, aunque dispone de una herramienta de disuasión importante: sus inmensos recursos energéticos.

El conflicto se inició cuando tropas georgianas trataron de recuperar el control de la zona separatista pro rusa de Osetia del Sur. Rusia, en represalias, reforzó su presencia en ese enclave y bombardeó territorio georgiano.

Según Rusia, la "operación de paz" fue emprendida en defensa de la región de Osetia del Sur, pero los rusos han bombardeado también otros puntos del país, incluida la capital de Georgia, Tiflis, y las ciudades de Gori y Poti.

Georgia, cercana a Occidente, acusa a Rusia de alentar el separatismo de Osetia del Sur y de la otra región separatista georgiana, Abjasia.

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