domingo, 17 de agosto de 2008

La tempestad amaina en los mercados de los alimentos básicos

MADRID.- Hace unos meses, los expertos hablaban de la tormenta perfecta: sequías, inundaciones, especuladores, biocombustibles, caída del dólar, crecimiento de la población y del nivel de vida en China y la India... Todos los factores se alinearon para disparar el precio de alimentos básicos. Entre enero y marzo, el trigo dobló su precio en la Bolsa de materias primas de Chicago. El maíz lo hizo en seis meses, y el arroz -alimento básico para medio mundo- llegó a encarecerse un 40% en sólo un semestre. Todo eso, en medio de una crisis alimentaria que ha dejado hambrunas en una treintena de países, dice "El País".

Ahora la tempestad amaina. Tampoco se puede hablar de calma, pero las buenas cosechas y la caída del petróleo -y del dólar- han traído algo de tranquilidad a las bolsas de materias primas. Los últimos datos disponibles del índice de alimentos de la FAO, la Organización para la Agricultura y la Alimentación, muestran cómo en junio los precios de la cesta de la compra básica se congelaron. Mantuvieron un nivel similar al de mayo, tras una subida vertiginosa a lo largo de todo 2007 y los primeros meses de 2008.

"Los precios han abandonado el pico de marzo, pero siguen un 44% por encima de los de junio de 2007", explica en su último informe el organismo. Los perfiles de los precios de los alimentos en julio y lo que va de agosto van claramente a la baja.

Expertos y organizaciones humanitarias coinciden en que se han cumplido sus previsiones. "Cuando los precios subían mucho, ya esperábamos que llegaran a un punto de inflexión en junio y entonces se calmaran. Aun así tampoco podemos hablar de una bajada enorme en los precios reales, porque la inflación está disparada en varios países emergentes. Tal y como dijimos, han abandonado las cotas más altas, pero van a mantenerse en niveles elevados unos años", explica Liliana Balbi, economista jefe del servicio de información y alerta de la FAO.

La bajada del trigo, cuyo precio se ha reducido desde marzo un 30% hasta los 8,32 dólares por bushel (24,5 kilos), tiene que ver, según Balbi, con las buenas cosechas de los últimos meses: "Estados Unidos ha tenido la mejor cosecha en 10 años; la Unión Europea ha aumentado su producción en un 15%, y no ha habido sequías en los países de Europa del Este ni en Australia". Multitud de factores que se suman al hecho de que los mayores precios del año pasado hayan propiciado un aumento de las tierras destinadas a este cultivo.

En el caso del maíz, que también ha visto disminuir su cotización en el mercado de futuros más de un 25% desde junio a estos días, la situación es más inestable. Las lluvias que anegaron campos enteros en EE UU han tenido menos repercusión de lo que se esperaba. "Pero observamos que este cereal es mucho más volátil. Cualquier mal dato, o si la cosecha aún no recogida es mala, podría volver a subir su precio", apunta la FAO.

En el arroz, la desaparición de muchos de los factores que dispararon sus precios ha devuelto algo de calma a los países asiáticos. Tailandia y Vietnam han recogido buenas cosechas. Se trata de un buen augurio, aunque todavía no se ha recolectado en el grueso de los países productores. Además, las fronteras para la exportación, que en abril y mayo quedaron casi cerradas en muchos de los grandes productores por miedo a la escasez, están ahora más relajadas. Tailandia podría incluso elevar sus ventas al exterior en unas 2.000 toneladas.

Como consecuencia, el arroz tailandés más común, y uno de los referentes en Asia, ha pasado de los 835 dólares de julio a los 715 dólares por tonelada esta semana. "Pero no podemos olvidar que el año pasado valía cerca de 335 dólares", puntualiza la economista de la FAO.

A todo esto se añaden otros factores externos. El más importante: el petróleo. Todos los expertos señalan la estrecha relación entre el crudo y los alimentos. "Los precios de los cereales se ven arrastrados por el del petróleo", explica Carlos Galian, responsable de la campaña de agricultura en Intermón Oxfam. El aumento de precio de los combustibles afecta al transporte de alimentos, al coste de los trabajos agrícolas, a los fertilizantes... "Además, no hay que olvidar el vínculo entre biocombustibles y cereales", razona Galian.

Este analista explica que la escalada del crudo anima a los inversores a poner su dinero en energías alternativas como los biocombustibles y, por tanto, en maíz y trigo. Esos movimientos especulativos también contribuyeron al alza. Ahora que el petróleo modera su subida, los biocombustibles parecen menos atractivos y la burbuja del maíz y el trigo se relaja un poco.

"Todavía no sabemos si esa bajada de precio en las bolsas está teniendo un impacto real en la población", afirma Galian. De momento, la mayoría de países en los que los precios causaron revueltas y hambrunas siguen bajo vigilancia. "Ahora que hay algo más de estabilidad en los precios, la revalorización de los productos del campo podría ayudar a que la renta de las zonas agrícolas aumente", esperan en Oxfam.

No hay comentarios:

Publicar un comentario