viernes, 22 de agosto de 2008

Tempestad sobre la banca española

MADRID.- Desde finales de 2007 no ha habido día en el que algún gran medio de comunicación internacional no haya lanzado sus tiros hacia la banca española, una de las más respetadas del mundo hasta la explosión de la crisis ‘subprime’.

Órganos como el “Financial Times”, “The Economist” o el “Wall Street Journal” han puesto en duda en los últimos meses que el sistema bancario español –bancos y cajas de ahorros– pueda salir indemne de la degradación de la situación económica e hipotecaria en España, según "Gaceta de los Negocios".

Las dudas de los medios anglosajones se han visto alentadas por las opiniones de decenas de expertos consultados con buena información insight, muchos de ellos españoles, y la propia valoración de las sociedades de rating, que ahora quieren hacerse perdonar su fiasco de las subprime. El Financial Times, por ejemplo, ha comentado en diversas ocasiones el creciente recurso de las entidades españolas a la ventanilla del BCE.

Lo peor es que éstos y otros artículos no podían llegar en peor momento: en medio de un mercado internacional de crédito prácticamente cerrado a préstamos y emisiones de bonos, lo que no ha hecho más que contribuir a mantener a los inversores lo más lejos posible de la compra de bonos y emisiones hipotecarios.

La insistencia de estos círculos en que España está abocada a una crisis económica e inmobiliaria de grandes proporciones ha producido daño. A finales de año, un analista de JP Morgan escribía que “estamos recibiendo llamadas frecuentes de inversores intentando conocer las posibilidades de que un suceso como el de Northern Rock tenga lugar en España”.

Según el diario Daily Telegraph, en su edición del 4 de abril, “los bancos internacionales están vendiendo sus activos españoles basados en hipotecas con grandes descuentos”. El diario afirmaba que “la reducción de precios observada en España replica el modelo de Estados Unidos”.

En Madrid, Ismael Clemente, director de RREEF, la filial inmobiliaria del Deutsche Bank, afirmaba ante un panel de expertos, el mismo mes, que “la banca extranjera está vendiendo sus bonos sobre hipotecas españolas con un 40% de descuento”.

Escenario complicado

Este escenario de restricción de crédito+desconfianza es un enorme contratiempo para la banca española, habituada a financiar sus enormes necesidades de fondos –para la concesión de créditos hipotecarios– en los mercados exteriores. La arremetida de la prensa internacional se intensificó, además, a principios de año, después de saberse que la banca española había duplicado sus requerimientos de crédito al Banco Central Europeo, por la dificultad de lograr esa liquidez en el mercado privado de emisiones.

El pasado mayo, Fitch Ratings informaba de que la banca española ha estado crecientemente acudiendo al BCE. Éste, según la agencia, prestó a nuestras entidades 44.000 millones de euros en diciembre (frente a los 20.000 millones de media de 2006), una noticia recogida y comentada por el Financial Times y que llegó a todos los rincones del mundo financiero. El periódico británico subrayaba también que la banca española es ya la segunda de Europa, detrás de la del Reino Unido, en el uso de titulizaciones basadas en activos hipotecarios como mecanismo de financiación.

Otro ejemplo: en abril, según Thomson Financial, la banca española habría tomado prestado del BCE 47.600 millones de euros, más del doble de los 19.000 millones de abril del 2007. En total, el volumen de titulizaciones (apalancadas básicamente por deuda hipotecaria) en 2007 alcanzó, según Moody’s, la apabullante cifra de 142.826 millones de euros en 2007, el 55% más que en 2006, y aproximadamente el 14% del saldo hipotecario vivo.

¿Por qué está ocurriendo esto? Debido a que, como apunta el propio Banco de España, la banca española –en conjunto– apenas cubre con depósitos el 80% de sus necesidades de financiación para la concesión de crédito hipotecario y a los promotores. El otro 20% viene de fuera. Mientras que las hipotecas se dan a 20, 30 o 40 años, las emisiones de bonos o cédulas hipotecarias se hacen con vencimiento a 2 o 3 años.

Esto no tendría mayor importancia si el mercado de crédito estuviera funcionando. En situación normal, los bancos sustituyen las emisiones vencidas –y que tienen que amortizar– por otras nuevas. Pero con el mercado cerrado ello no es posible.

De no haber sido por el BCE, es posible que algún que otro banco hubiera tenido dificultades para pagar esos bonos con los que financió a los compradores de viviendas. Lo que explica que algunos diarios británicos, en especial el Daily Telegraph, destacaran que “alguno de los españoles hubiera podido correr la misma suerte del Northern Rock”.

El contraataque del Banco de España

Ante estas noticias, el Banco de España ha decidido contraatacar y defender la buena situación y capacidad de resistencia de la banca española. El supervisor bancario adelantó este año al menos en un mes la publicación de su informe de estabilidad financiera (que salio en abril en lugar de en mayo) para hacer frente a las críticas de la prensa financiera y tranquilizar a los grandes inversores institucionales.

El propio gobernador, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, ha aprovechado cualquier ocasión para asegurar que la banca española no tendrá ningún problema derivado de la crisis hipotecaría, aun cuando la situación pudiera degradarse a niveles superiores a los de 1993, año en el que la morosidad de las hipotecas superó el 9%.

También Pedro Solbes quitó hierro al tema al señalar que los 44.000 millones de euros sacados del Banco Central Europeo en diciembre suponen “apenas el 9% del total de la banca europea, cuando la banca española en su conjunto representa un 13%”.

El Banco de España asegura que las entidades españolas no se han visto afectadas en sus cuentas de explotación por las subprime de EE UU, que han provocado en el cuarto trimestre pérdidas de 12.000 millones a UBS, de 2.000 millones a Societé Générale o de más de 1.000 millones a la alemana WestLB.

Esto porque, al contrario que otros grandes bancos europeos, los españoles no han comprado emisiones de deuda hipotecaria de alto riesgo de EE UU, ya que el modelo de negocio de la banca española se centra en la banca minorista de particulares –con grandes redes de oficinas– y tiene escaso interés por la mayorista y de inversiones.

Como se sabe, el único banco que hizo incursiones serias en este tipo de banca fue, hace años, el Santander. Con escasos resultados. Esto le ha evitado la tentación de apuntarse al modelo llamado “crear y distribuir”, mediante el cual los grandes bancos del mundo se han dedicado a producir hipotecas en gran cantidad, de forma indiscriminada, para después pasárselas a inversores o a sus vehículos SIV.

El saber que estas hipotecas serían sacadas de balance, e incluso “vendidas” a inversores, produjo un deterioro natural de las mismas. Estos bancos contaban con que su falta de calidad la pagarían otros. Esa actitud se vio alentada por las agencias de rating, que llegaron a atribuir a muchas de ellas niveles de solvencia triple A.

No extraña que, tras el estallido de la crisis, la mayor parte de los inversores que compraron esos paquetes de hipotecas acusaran a las agencias de “engaño”. Pero ésta no es la única razón. La mayor parte de los inversores, dadas las altas retribuciones (tipos) de estas emisiones (MBS), ni siquiera se preocuparon de evaluar su riesgo. Se trataba, y lo sabían, de algo muy próximo a los bonos basura de Michael Milken.

Pero si los bancos españoles no entraron en el juego del “generar para distribuir” no se debió tanto a ellos como al propio Banco de España. Hace años, algunas entidades pidieron al supervisor autorización para crear sus SIVs.

“Después de argumentar –explica The Economist– que no creía que la transferencia de paquetes de hipotecas a los SIVs redundara en una auténtica transferencia de riesgo (los SIVs, aunque opacos y con fondos fuera de balance, eran entidades filiales de los bancos), el Banco de España les dijo a los banqueros que autorizaría la creación de esos vehículos si destinaban a capital cifras similares”.

“Parece que éstos –comenta una fuente del sector–, después de mostrar su irritación por el ‘exceso de celo’ del banco, perdieron el interés”.

Mercado de crédito

¿Significa esto que los bancos españoles no han sacado hipotecas de balance? No. También en España hubo titulizaciones de paquetes de hipotecas para su venta a inversores, sólo que éstas, argumenta el Banco de España, se hicieron con producto de primera calidad, con los ratings más altos. Y lo más importante: al contrario que otros grandes bancos, los españoles no se dedicaron a adquirir las emisiones hipotecarias basura de EE UU.

Desde la prensa financiera internacional y los grandes inversores institucionales nadie niega, en principio, que esto sea cierto. Sin embargo, afirman sin tapujos que, pese a estas precauciones, la crisis subprime sí está afectando a los bancos españoles. ¿Cómo les ha afectado? Básicamente por el impacto de la crisis en el mercado de crédito.

Dado que los bancos y cajas españoles han confiado en los últimos años, al menos en un 30% (y en un 40% o 50% en el caso de algunas cajas) en la financiación en los mercados exteriores para poder conceder crédito hipotecario, el cierre de estos mercados supone una amenaza para su liquidez. Y con el grifo cerrado, los bancos se encontraban con que muchas de estas emisiones vencían y podían correr el riesgo de no disponer de fondos para pagarlas.

Si la sangre no llegó al río fue, insisten en el sector, porque el BCE fue más expedito que el Banco de Inglaterra y abrió sus puertas a la posibilidad de que los bancos pudieran sacar dinero prestado a cambio de emisiones hipotecarias respaldadas por colateral, es decir por hipotecas. Sólo que estas hipotecas deben ser de máxima calificación. Y que, además, los plazos de esos préstamos son muy cortos.

El Banco de España reconoce que todo esto fue así y que, de hecho, los bancos aumentaron sustancialmente a lo largo de 2007 y 2008 su recurso a la ventanilla del BCE para solventar problemas de liquidez a corto plazo. La institución insiste en que esos préstamos llegados de Francfort suponen sólo el 1,3% del balance de las entidades.

Desde medios internacionales, donde se ve la botella medio vacía, se ha respondido que estos préstamos, al inicio de la crisis, representan ya más del 12% de los fondos propios de estos bancos. De seguir la tendencia –que va a seguir–, el recorte del capital de la banca y cajas de ahorros podría llegar a ser preocupante. No hay que olvidar que el propio Banco de España reconoce que los activos dudosos han aumentado el 44,6% sólo en un año.

Las espadas en alto

De modo que inversores, agencias de rating y medios no parecen impresionados –ni convencidos– por los argumentos del Banco de España. En su opinión, el recurso al BCE es sólo un alivio temporal. Si la situación no ha estallado de momento, dicen, ello se debe a que en 2007, los bancos han seguido incrementando su volumen de activos debido a la prosecución de la consecución de hipotecas. Un 14,7% más el año pasado.

Según el ritmo de concesión de hipotecas va bajando, y su valor también, estos valores tenderán a ralentizarse. Algo que ocurrirá a lo largo de 2008. Y especialmente en 2009, el año-coco para el sistema. La financiación del BCE es a corto plazo. Además, en los próximos dos o tres años vencerán muchas de las emisiones lanzadas por los bancos españoles para financiar hipotecas, apalancadas o no sobre colateral.

Esto obligará a preparar nuevas titulizaciones. El problema es que las basadas en hipotecas de calidad se están agotando. En el futuro tendrían que acudir a titulizaciones de hipotecas con menos calidad. Según algunos medios, esto estaría ya ocurriendo. En mayo, Fitch informó de que la banca española ha estado presentando ante el BCE emisiones apoyadas por colateral (hipotecas) ejecutadas con un sola calificación de rating, cuando lo habitual con anterioridad era que éstas fueran calificadas por dos y tres agencias.

También Reuters publicaba el mismo mes que “los bancos españoles están utilizando hipotecas de mayor riesgo como colateral en sus emisiones destinadas a sacar dinero del BCE”. Reuters citaba incluso a un miembro del consejo del BCE, Yves Mersch, según el cual la calidad de ese colateral “era un motivo de preocupación para el banco”. También Fitch declaró que la banca española estaba utilizando hipotecas con valores loan to value superiores al 80%.

Morosidad

Todo un problema para el BCE, que ha empezado a ser denunciado por aceptar esos productos como colateral. Y que ha obligado al propio Claude Trichet, presidente de la institución, a insistir en que el Banco no estaba rescatando a la banca española. Eso sí, reconociendo que el banco seguiría apoyando la demanda de los bancos con necesidades de liquidez. Todo indica, pese a lo afirmado por el Banco de España sobre la calidad de las hipotecas españolas, sobre todo en 2005 y 2006, que la banca, y especialmente las cajas de ahorros, han concedido hipotecas de menos calidad.

Según un estudio del Ministerio de Vivienda, en 2006 (que no fue tan grave como 2007), de las 610.000 viviendas nuevas y de segunda mano adquiridas (con hipoteca) en España, un 33,8% las compraron personas menores de 30 años, un 37% fueron adquiridas por trabajadores autónomos, parados (18%) o temporales, cerca del 37% de estas viviendas fueron adquiridas por inmigrantes y el 65% de los compradores tenían ingresos inferiores a los 1.500 euros. En estos años hubo una carrera por el mercado de los jóvenes e inmigrantes y se concedieron hipotecas cuyo loan to value (préstamo sobre el valor de la casa) llegó a ser del 100%.

Como, además, el desempleo está aumentando en España y se prevé un sustancial incremento de la morosidad, se espera que los problemas vengan de estas hipotecas. Una situación que se agravaría por el hecho de que España tiene uno de los mayores índices del mundo en esfuerzo para la compra de vivienda, junto con el Reino Unido e Irlanda. Mientras que en 2000, el ratio de precio de la vivienda era de cuatro veces la renta media disponible de los españoles, en 2006 era de siete. Esto, sin hablar de la morosidad. De mantenerse la economía en tasas de crecimiento del 2% y con tasas de paro del 11 o 12%, la situación no sería muy grave.

De acuerdo con cuantificaciones hechas a largo plazo, es posible que la morosidad no superara el 5% o 6%. En 1993, con una tasa de paro del 22%, llegó al 9%. Ahora, la situación podría controlarse aún mejor debido a que muchas de estas hipotecas (alrededor del 30%) están aseguradas por reaseguradoras internacionales de protección de pagos (Genworth, Cardif…).

Además de que los bancos se avienen a hacer novaciones de préstamos hipotecarios a los que están asfixiados, ampliando sus plazos de 15 a 30 o 40 años si hace falta. Pero que se va a incrementar –y mucho– la morosidad no lo niega ni el Banco de España. Y ese incremento de morosidad (y fallidos), con los impagos correspondientes, más la dificultad para obtener liquidez –dada la escasa disponibilidad de los mercados a facilitar capital– componen un cuadro problemático.

Confianza

El Banco de España ha quitado hierro a estos peligros. En su informe de Estabilidad Bancaria ha informado de que se han hecho estudios de “estrés” con escenarios diversos, incluidos los más alarmantes, y que han dado como resultado que las entidades españolas estarán en condiciones de responder. Que disponen de fondos propios y provisiones suficientes. Incluso en el escenario más catastrófico, la crisis sólo afectaría a sus recursos propios en un 60%.

Claro que la situación no afecta a todos por igual. Ahí están los informes de Moody’s o Fitch sobre las cajas de ahorros para comprobar que existen diferencias. En su informe de abril, en el que calificó las perspectivas para el sistema bancario español de “negativo”, Moody’s degradó a sólo cuatro cajas de ahorros, la mayor parte de ellas regionales. Si bien colocó a algunas de las grandes, casi todas del Mediterráneo, en revisión para posible rebaja de calificación.

Lo curioso es que la decisión de Moody’s fue muy mal recibida por la CECA (Confederación Española de Cajas de Ahorros), lo que pone también de manifiesto las dificultades de estas instituciones para calificar negativamente, cuando es el caso. José Antonio Olavarrieta, director general de la CECA, acusó a Moody’s de “exceso de rigor”, pese a que es vox populi que las cajas afectadas sí están en situación difícil.

Los bancos con gran exposición internacional estarán en mejores condiciones de afrontar el problema. Es, según JP Morgan, el caso del Santander y del BBVA, “con un alto porcentaje de activos y beneficios en el exterior”. En cambio, las entidades con negocio sólo en España lo tendrán más difícil al ser su exposición al mercado hipotecario mayor. Pero incluso entre éstas, la situación no es igual. Algunas entidades, enfocadas sobre clientes de clase media, sufrirán menos morosidad que las que han trabajado segmentos más “populares”.

Las cajas, parece claro, tendrán muchas dificultades. Mientras que en los bancos su inversión crediticia en el ladrillo es inferior al 50%, en las cajas es superior al 60%, y en muchos casos al 70%. Además, debido a su vocación social, muchas entraron de lleno en la guerra de ofertas por el público joven e inmigrante, con un riesgo de impago elevadísimo. Su exposición a los promotores inmobiliarios es también muy fuerte. En algunas, el crédito a promotores es superior al 50%.

De todos modos, según The New York Sun, en EE UU, la exposición de la banca a la vivienda y construcción no supera en general el 10%. El 15% en casos extremos. En España, bancos y cajas de ahorros tienen aparcados en crédito hipotecario a promotores y constructores más de un billón de euros, una cifra superior al PIB y que representa el 60% de su inversión crediticia.
La única posibilidad de volver a la normalidad sería que el mercado de crédito internacional se normalizara. Eso parece difícil.

Las perspectivas de la economía mundial no son favorables. Y las de España, menos. Se da por sentado –lo escriben todos los columnistas de la prensa financiera, leídos con lupa por estos inversores– que en España la economía va a entrar en recesión, el paro va a subir, las cajas van a bajar y la morosidad a subir. Ningún inversor quiere ahora volver a meterse en otra parecida a la de las subprime de EE UU. Además, porque la situación tiende a ser peor aquí.

Según el American Enterprise Institute, mientras que “en EE UU, los políticos están reaccionando a la crisis inmobiliaria con bajadas de tipos, España no dispone de estos instrumentos, sino que tiene que ver cómo el BCE puede subir el precio del dinero, lo que sólo hará que se agrave la situación”.

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