De nuevo, Bush achacó la penuria económica a los "valores respaldados por las hipotecas", y a los bancos dueños de las mismas, que "han restringido el crédito mientras los negocios y los consumidores hallan cada vez más difícil obtener préstamos en condiciones favorables".
Bush afirmó en su discurso que la economía "está en peligro, de ahí la "urgente" inyección de dinero necesaria para "evitar el colapso" de las instituciones financieras, y mediante la cual el Gobierno se encargaría de comprar estos "activos problemáticos".
No obstante, Bush evitó mencionar cualquier posible alusión a un fracaso total del sistema financiero. "Muchos de ustedes hacen sacrificios todos los días para cubrir los pagos de su hipoteca y pagar sus cuentas. Y si fuera posible dejar que cada empresa irresponsable en Wall Street fracase sin afectarle a usted y a su familia, yo lo haría. Pero eso no es posible. El fracaso del sistema financiero significaría penuria económica para muchos de ustedes", indicó.
En este sentido, Bush indicó que el plan de rescate será mucho menor de lo inicialmente estimado y, una vez pasados "el temor y la incertidumbre (...) muchos de los valores que el Gobierno compraría probablemente subirían de precio con el pasar del tiempo". "Esto significa que el Gobierno podría recuperar gran parte del gasto original, o bien todo", añadió.
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