domingo, 14 de septiembre de 2008

'Che, el Argentino', el mito del líder / Antonio Peñalver

Esta interesante aventura, dirigida por el estadounidense Steven Soderbergh, nos relata, con una visión parcial, la historia del joven idealista argentino llamado Ernesto Guevara que en 1955, tras haberse involucrado ya en la actividad política de Guatemala, se suma a un grupo de revolucionarios cubanos en su exilio mexicano.Liderado por Fidel Castro, se embarca en la Revolución Cubana que culmina con la huida del General Fulgencio Batista, quien en 1952 había orquestado un golpe de estado en Cuba instalando una corrupta dictadura respaldada por un numeroso ejército.

Como muy bien sabemos, en las organizaciones empresariales también se producen procesos revolucionarios -originados tanto por factores exógenos como endógenos- que suponen un cambio organizativo y que tienen diversas etapas de flujo y reflujo hasta que podamos acreditar que existe una realidad claramente distinta de la anterior.Estos cambios siempre son liderados por personas.

Desde el desembarco de los revolucionarios en el país caribeño hasta la celebración de la victoria revolucionaria en Santa Clara, en los albores del Año Nuevo de 1959, se desarrolla toda una etapa del cambio revolucionario que, como muy bien destaca el protagonista, dará paso a otras. Y en esa fase, el Che juega un papel claro de liderazgo.

Valga el título de El mito del líder -acuñado por Santiago Alvarez de Mon en uno de sus libros- para recordarnos que si por mito entendemos ese conjunto de creencias que, por el paso del tiempo, ya nadie pone en cuestión, la película nos ayuda a reflexionar sobre el concepto de liderazgo con una visión crítica, diferenciando los aspectos reales de los ficticios del perfil de líder del Che.

A la vista de la película -basada en sus escritos y en hechos obviamente reales- el Che muestra claramente rasgos positivos de un líder: sustenta una visión y unos objetivos claros, cree en los valores de su proyecto, sigue unos principios de gestión, sabe comunicarlos a sus colaboradores, predica con el ejemplo, transmite tranquilidad y emociona en los retos, consiguiendo con todo ello, además, los resultados esperados.

Sin embargo, también encontramos contradicciones en el perfil del Che -más propio de un líder carismático dada su imagen y cercanía a los interlocutores- ya que nos ofrece una visión maquiavélica del liderazgo utilizando finas artimañas en la adquisición de voluntades. Además, en ocasiones, parece que no tiene claros sus valores más básicos.

En este último aspecto, podemos hablar de un anti-líder puesto que destaca la contradicción de que públicamente asevere que la revolución es algo autóctono pero, internamente, condicione su participación en la revolución cubana si luego puede exportarla a otros países. Objetivo en el que, por cierto, fracasó estrepitosamente, tanto en Africa como en Bolivia (esperemos verlo en la segunda parte de la película).

En las organizaciones empresariales es necesaria la complementariedad de roles y estilos de liderazgo del cuadro directivo. Igualmente, en la película toma especial relevancia apreciar la diferencia de roles que adoptan los diferentes líderes del proceso revolucionario.Sin duda, el máximo es Fidel Castro, el más estratega y directivo: dibuja la visión, la transmite eficientemente y sabe cómo ponerla en marcha, sorteando cuantas dificultades van surgiendo. Pero existen otros líderes en este equipo, como Raúl Castro o el Che.

En este sentido, el rol del Che está supeditado a la eficacia del equipo dirigente -llegando a disentir con transparencia y discretamente del máximo líder o a asumir teóricas emociones- y a su vez, es complementario en conocimientos -era médico y al principio ese rol era fundamental-, en habilidades -sabía comunicarse con sus colaboradores y con la población- y en actitudes -destacaba por su arrojo-.

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