domingo, 21 de septiembre de 2008

El fin de una era

MADRID.- Ya casi nada será igual en el sistema financiero mundial tras esta dura crisis. Incluida la banca española -cajas y bancos- que aunque han evitado los efectos directos de las «subprime», se ven sacudidas por las convulsiones que, provenientes especialmente de EE.UU., azotan a todo el entramado crediticio internacional, según "Abc".

Y en el caso español, con el añadido de una creciente morosidad, ya en el 2,5% de media, en gran parte propiciada por la brusca caída del sector inmobiliario. La tradicional solvencia de bancos y cajas, propiciada por el aplaudido sistema anticíclico de provisiones auspiciado por el Banco de España, les servirá sin duda para salir más airosas de estas fuertes turbulencias.

Y seguro que algunos de las entidades españolas saldrán reforzadas y como claras líderes mundiales tras comprar alguno de los «heridos» en EE.UU. y Europa. Todo un proceso de reorganización bancaria que también afectará a España, con nuevas operaciones corporativas domésticas, tanto en la banca como en las cajas.

Tiempos nuevos para el entero sistema financiero y bancario mundial, que ha de purgar tanto exceso y tanta exhuberancia irracional del pasado. Cambios profundos que deberían afectar también a supervisores, reguladores, agencias de rating, aseguradoras y mercados de valores y que deben acelerarse tras la brusca caída de algunos santones de Estados Unidos como Lehman Brothers, que ha contagiado de temores al sector de forma global.

Miedos y convulsiones que tienen su reflejo inmediato en las bolsas, donde los valores bancarios han sido los más castigados por unos inversores que ahora recelan de todo el sistema.

Las medidas de inyección de liquidez adoptadas por los bancos centrales de algunos países han traído una momentánea «calma chicha» que no despeja ni soluciona los problemas de fondo de la crisis. Son sólo balones de oxígeno para un sistema asfixiado. Unos días de tregua. Queda por ver, sin embargo, cuáles serán las medidas que anuncia de manera oficial el Gobierno de EE.UU. la semana que mañana comienza.

Y aún más habrá que esperar para conocer sus efectos de fondo. Si, como parece, el padre del capitalismo decide asumir y costear todos los activos tóxicos derivados de las «subprime» y del consumismo exasperado, la confianza puede volver a hacer acto de presencia entre los inversores lo que, sin ninguna duda, sería el mejor de los escenarios de futuro posibles.

La economía nacional también se beneficiaría de la relajación de los mercados internacionales pues ni España ni ningún otro país desarrollado puede progresar sin un sistema financiero ágil. Dado el «crash» inmobiliario español, la función de nexo que el citado sistema financiero ejerce entre los ahorradores y los prestatarios es aún más concluyente.

El motivo es que las dos grandes balsas que tradicionalmente han cubierto las necesidades financieras de nuestro país son las economías familiares y el sector exterior. Mientras el peso relativo de los hogares ha retrocedido estos últimos años, el ahorro extranjero ha cuadruplicado su importancia debido, en buena parte, al «boom» inmobiliario.

Así, la sequía de fondos en el mercado internacional no va a ser de ninguna ayuda para el ajuste de la vivienda, dada su intensiva necesidad de capital. Además, en los balances de muchas promotoras y constructoras nacionales el suelo ocupa un espacio demasiado relevante. Hoy es un activo muy poco líquido que pierde valor más rápido de lo planeado.

Según los datos del Ministerio de la Vivienda, el precio de los terrenos urbanos, que supone entre el 40% y el 60% del precio final de las viviendas, ha bajado un 7,8% en el segundo trimestre de 2008. Y esto es sólo lo que reflejan las estadísticas oficiales. Muchos analistas hablan de caídas muy superiores. Lo peor está por venir.

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