domingo, 21 de septiembre de 2008

El séptimo de caballería sale al rescate de los mercados

MADRID.- La semana que acabamos de finalizar pasará a la historia. La crisis financiera que asuela a medio mundo ha alcanzado su punto álgido, y habrá un antes y un después. Se desató tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y se fraguó al destaparse la concesión de hipotecas basura, la titulización de éstas y los 1.000 y un cambalaches que se realizaron con ellas, se escribe en "El Mundo".

Como es lógico, los primeros que detectaron la gravedad de la situación fueron los propios bancos, que se asustaron y dejaron de prestarse dinero entre ellos. Se ralentizó el mercado interbancario, de manera que comenzó a escasear el dinero y a subir su precio y, por supuesto, a afectar a todas las entidades del mundo. Los principales bancos centrales comenzaron a tomar cartas en el asunto y en repetidas ocasiones inyectaron dinero al sistema. El Banco Central de Estados Unidos -la Reserva Federal- también apostó por bajar drásticamente los tipos de interés.

Sin embargo, ninguna de estas medidas pudo evitar que los principales bancos de inversión e hipotecarios norteamericanos se vinieran abajo, porque la avaricia y la falta de control les había llevado a montar una tremenda farsa financiera. Una serie de productos, cada vez más ininteligibles y sofisticados, que vendían como rosquillas porque ofrecían el oro y el moro.

Un castillo de naipes que se vino abajo al paralizarse el préstamos de capitales entre las entidades, que se llevó por delante los enormes beneficios que obtenían y que ha desencadenado una crisis financiera mundial que sólo se compara al Crack de 1929, aunque afortunadamente las consecuencias no serán las mismas.

La Reserva Federal rescató a la primera víctima, Bear Stearns, e inyectó fondos en las siguientes, pero se vio desbordada por el número de entidades que reclamarían su ayuda, de manera que no acudió en ayuda del cuarto banco de inversión estadounidense, Lehman Brothers, que el martes se declaraba en quiebra. El sistema financiero se tambaleó, las bolsas se vinieron abajo y la incertidumbre dio paso al miedo. Un miedo que llevó a muchos norteamericanos a rescatar sus cuentas e inversiones, que se propagó como la pólvora y que hizo que muchos ahorradores españoles se preguntaran si a su banco le pasaría lo mismo y perdería su dinero.

Hay que estar tranquilos. El sistema financiero español es sólido, está controlado por diversos organismos y, lo más importante, no se han metido en ingeniería financiera. No sé si recordarán que el propio Botín declaró que «no tenían productos de ese tipo porque no los entendían». Al margen de esto, hay que admitir que también se relajaron en la concesión de créditos y las tasas de morosidad han aumentado considerablemente, lo que únicamente puede llevarles a destinar más fondos para impagados y a que sus resultados se resientan.

Otra historia es que clientes de la banca privada española hayan comprado productos estructurados -activos financieros en los que se combina la renta fija y/o los productos derivados- ligados a Lehman, y puedan tener problemas para rescatarlos.

La crisis del mercado financiero estaba a punto de desembocar en una crisis económica de consecuencias incalculables y las autoridades estadounidenses, emulando al séptimo de caballería, han salido en su ayuda. No sólo van a inundar el mercado de dólares, sino que van a sacar del balance de todos sus bancos la basura, van a comprarles todos los activos de baja calidad para que puedan sanearse sus cuentas y reiniciar su actividad. El coste va a ser tremendo, porque se ha tomado una medida extrema ante una situación desesperada. Los inversores lo están celebrando por todo lo alto, aunque luego llegue la resaca. Cuando las luces se apaguen hay que volver a confiar en los criterios de siempre: solvencia, rentabilidad y perspectivas de futuro.

Iberdrola, reúne a todos los ingredientes que acabamos de nombrar y creemos que es un valor a tener en cartera con una perspectiva de medio plazo. Sin embargo, a corto, las continuas compras de otras empresas, para adquirir tamaño y ponerse a salvo de cualquier depredador, pueden lastrar su recuperación.

Banesto hizo muy bien sus deberes en el primer semestre y su beneficio neto creció un 15,11%. Sin embargo, el mercado no lo consideró y sus acciones se limitaron a no perder los 8,7 euros.Desde julio ha oscilado entre esta cota y los 10 euros y ahora, tras alguna realización, puede consolidar este último nivel e iniciar su recuperación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario