El informe, redactado por el Inspector general del Interior Earl Devaney deplora "una cultura de falta de ética", pues en uno de los departamentos de la agencia hay "una cultura de abuso de estupefacientes y de promiscuidad sexual".
Después de "más de dos años" de investigación, en la que "233 testigos fueron interrogados, algunos muchas veces" y el estudio de "470.000 páginas de documentos y correspondencia", Devaney descubrió una "cultura generalizada de exclusividad, fuera de las reglas que gobiernan a todos los otros empleados del gobierno federal".
Entre enero de 2002 y julio de 2006, 19 empleados del servicio de "regalías petroleras" (la parte del petróleo entregado por las empresas al gobierno a cambio del derecho de explotación) "frecuentaron" al personal y recibieron "una vasta gama de regalos" de parte de compañías petroleras con las que hacían negocios.
En el departamento "muchos empleados admitieron que el uso de la droga (cocaína) y los encuentros sexuales" no eran raros. Asimismo, muchos empleados trabajaron fuera de la agencia sin informar, como es debido, de la ganancia de su trabajo en su declaración jurada.
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