lunes, 29 de septiembre de 2008

La crisis de confianza atrapa entre sus fauces al franco-belga Dexia

PARÍS.- Después del grupo bancario y de seguros belga-holandés Fortis, la salud financiera del banco franco-belga Dexia, víctima de una caída brutal en Bolsa, suscitaba gran preocupación este lunes, obligando a reaccionar a las autoridades belgas y francesas.

La acción de Dexia se desplomaba un 27,11% hasta 7,34 euros a media tarde en la Bolsa de París.

Este declive se produjo después de que Fortis fuese nacionalizado parcialmente tras verse amenazado por la crisis financiera, motivo por el cual los inversores temen que la tempestad financiera se ensañe con Dexia.

Un artículo del diario francés Le Figaro, que menciona el posible anuncio de un aumento de capital de Dexia, ha contribuido a incrementar la desconfianza reinante.

El banco ha intentado amainar la tempestad desmintiendo que tuviera problemas para financiarse.

"Es un grupo muy sólido en cuanto a capital", aseguró una portavoz, "pero la situación es tan excepcional (en los mercados) que hay que seguir la evolución en todo momento".

El banco franco-belga celebra un consejo de administración extraordinario por la tarde.

Sin demorarse, el ministro de Finanzas belga, Didier Reynders, dijo estar dispuesto a aportar su ayuda en caso de dificultad, mientras en Francia su homóloga Christine Lagarde anunciaba que la institución financiera estatal Caja de Depósitos (Caisse des dépôts) podría intervenir "como accionista" de Dexia.

Nacida en 1996 a partir de la fusión entre el Crédit Local de France y el Crédit Communal de Bélgique, Dexia está especializada en la financiación de las administraciones locales. También cuenta con 5,5 millones de clientes privados en Bélgica, Luxemburgo, Eslovaquia y Turquía.

El pánico desatado en torno al establecimiento franco-belga no tiene razón de ser según algunos analistas.

"Es puro nerviosismo de los mercados", estimaba Pierre Flabbée de la casa de corretaje Landsbanki-Kepler.

"Es algo irracional. Como prolongación a la caída de Fortis, se teme que Dexia sea la próxima. En realidad, no se sabe nada", añadió otro analista que prefiere mantener el anonimato.

Dexia es la última víctima de una crisis de confianza que golpea, unos tras otros, a los bancos considerados débiles.

Los inversores, muy timoratos desde la quiebra del banco de inversión estadounidense Lehman Brothers, que les hizo perder mucho dinero, dejan de prestar dinero a un banco tan pronto como sospechan de su salud financiera, de modo que lo privan de los recursos esenciales para poder funcionar.

La situación de Dexia es complicada debido a que se financia a corto plazo en los mercados financieros, donde vende obligaciones a los inversores y pide prestado dinero a otros bancos.

Ahora bien "los bancos ya no se prestan dinero entre sí porque ya no tienen confianza", recalca un analista.

Dexia también suscita inquietud por haber encajado el golpe de su filial estadounidense, la aseguradora de bonos FSA.

Y es que a comienzos de agosto tuvo que inyectar 300 millones de dólares en FSA, muy expuesto a los productos tóxicos de la crisis de los créditos hipotecarios de riesgo ('subprime').

Las dificultades de FSA, que hicieron caer un 32% el beneficio de Dexia en el segundo trimestre, parecen estar circunscritas, según los expertos.

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