miércoles, 17 de septiembre de 2008

La era del desendeudamiento / Juan Ignacio Crespo *

Una sola cifra basta para ilustrar la gravedad de la actual crisis financiera: durante los últimos 20 años el balance conjunto de los bancos de negocios de los EE UU ha pasado de representar apenas el 3% de su producto interior bruto (PIB) a situarse en más del 23%, lo que equivale a decir que el fuerte crecimiento económico de las dos últimas décadas se ha sustentado en un endeudamiento creciente también. O, dicho de otra forma: para obtener una unidad de producto ha sido necesaria una deuda cada vez mayor (en el caso de Lehman Brothers, su deuda era el equivalente a 35 veces sus recursos propios).

Ahora ha llegado el momento en el que ese incremento perpetuo de la deuda se convertirá en su contrario. La era que acaba de comenzar será la del desendeudamiento. Ya se nota en los balances de los bancos que, desde el mes de marzo, han dejado de crecer. Y ello no augura nada bueno para la economía mundial: si no crece la deuda no crecerá el crédito al ritmo que se necesita para que las economías generen empleo.

Con todo y con eso son exageradas las comparaciones de esta crisis con la de los años treinta. En el primer año posterior al crack del 29 (es decir, en 1930) el PIB de los EE UU cayó un 8,6%, y en los dos años siguientes cedió el 6,4%, primero, y el 13% después. Nada comparable ni de lejos parece que vaya a ocurrir en estos momentos.

Sin embargo, durante los próximos meses el sistema financiero y la economía mundial, van a ir caminando por un campo de minas. A corto plazo, habrá que ver si alguna otra entidad financiera de gran tamaño entra en dificultades por motivos que le son propios. O inducida por no poder cobrarle a Lehman Brothers. Probablemente, los riesgos inducidos sacarán otra vez a la luz a los monolines, las compañías de seguros que avalan emisiones de bonos y cuya crisis a primeros de año provocó uno de los episodios más agudos que hemos vivido durante los últimos meses.

Y es que a los monolines los problemas les van a seguir llegando desde diversos frentes: desde la ingente cantidad de bonos que tenía emitida Lehman Brothers hasta, paradójicamente, la ejecución de los avales sobre las emisiones de bonos realizadas por las grandes agencias hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac (paradójica porque, a la vez que la intervención gubernamental de éstas hace más segura la deuda que han emitido, en los contratos de aval existe una cláusula que dice que si el Gobierno interviene, los avales se ejecutan).

Saliéndose del terreno estrictamente financiero las amenazas tampoco son pequeñas. Nadie parece estarse fijando en que en China la Bolsa ha caído casi un 70% en los últimos 11 meses; o en que su sector inmobiliario ha entrado en una crisis que podría dejar pequeña en intensidad a las de Occidente; o en el daño que la caída del precio de las materias primas puede hacer a los países emergentes (Brasil ya está acusando el impacto desde mayo) y su repercusión sobre el IBEX 35...

Sin embargo, hay que insistir: esta es una crisis grave sobre la que, a pesar de las apariencias, no se ha perdido el control. Aún falta tiempo para que supere su momento más agudo que, como en otras crisis, probablemente coincidirá con alguna complicación geopolítica. Pero, entre la niebla, se aprecia algún elemento esperanzador: la amenaza de inflación se estaba sobredimensionando. Y los tipos de interés están llamados a bajar. Lo que aliviará un tanto la situación.

*Juan Ignacio Crespo es director europeo en Thomson Reuters

www.elpais.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario