sábado, 13 de septiembre de 2008

Ramadán y economía doméstica en Tánger

TÁNGER.- El mes sagrado del Ramadán reviste en Tánger un profundo compromiso con las tradiciones y una entusiasta espiritualidad que confiere a la cosmopolita ciudad un ambiente particular.

Varios días antes del anuncio de la llegada del mes sagrado, los hogares ya se ponen en situación y se preparan a recibir el primer día del ayuno según manda la tradición.

En las callejuelas de la Medina, los olores de los platos y dulces se retiran de las casas dónde las mujeres se apresuran a preparar los guisos tradicionales, algunos de los cuales son especialmente elaborados y requieren una preparación en varias etapas.

Los mercados populares de la ciudad conocen una dinámica particular durante la semana que precede la llegada del Ramadán.

Los alimentos básicos que sirven para la preparación de los platos tradicionales, los colores de las especias, los fuertes olores y las frutas secas dominan los períodos de actividad de los negociantes, algunos de los cuales encienden troncos de incienso para señalar el ambiente e invitar los clientes a hacer las compras.

De la parte del espiritual, los diez últimos días del mes conocen multitudes en las mezquitas, dónde se activan las ceremonias de lectura colectiva del Corán. Los fieles y adeptos de los distintos Zauias (santuarios) hacen honor a este período por los rituales de los panegíricos.

En los antiguos barrios de la ciudad del Estrecho de Gibraltar, como Marshan, Kasbah o Dar Barud, las puertas de las casas siguen estando abiertas, puesto que las visitas entre vecinos son ininterrumpidas. Se ayudan mutuamente en la preparación de los platos, se pide prestado tal o cual utensilio de cocina o se charla simplemente en un ambiente de alegría que hace recordar a los tiempos viejos.

El mítico lugar ‘Suk Barra’, dónde los tangerinos tenían la costumbre de hacer sus compras mucho antes de la aparición de las grandes superficies, se viste también con ambiente caluroso y mágico.

A partir de las primeras horas de la mañana, los campesinos de los alrededores de la ciudad se sientan en el mercado para exponer sus productos frescos y los comerciantes ambulantes hacen de nuevo su aparición extendiendo sus mercancías, constituidas por productos muy solicitados en el Ramadán.

El comedor que reúne a los miembros de la familia para la ruptura del ayuno es un momento privilegiado del día. Los platos difieren apenas el lo que es hábito en la mayoría de las ciudades marroquíes: el inevitable Harira, las dulces malezas cubiertos ricamente con miel y frutos secos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario