martes, 30 de septiembre de 2008

Un explosivo 'cocktail' político socava el plan de rescate financiero en EEUU

WASHINGTON.- La explosiva combinación de una presidencia debilitada, un vacío político, una agria batalla por la Casa Blanca y la perspectiva de tensas elecciones en el Congreso en noviembre, obstaculizan la aprobación del plan de rescate del sistema financiero estadounidense.

Este martes, el presidente estadounidense, George W. Bush, bregó por 12a. vez en 13 días por la aprobación del plan de rescate de los bancos por el Congreso. Hasta ahora, sus llamados han sido en vano, mostrando su impotencia para congregar tras de sí no ya al país, sino a los legisladores de su propio partido.

El inesperado rechazo del plan presentado por su secretario del Tesoro, Henry Paulson, en la Cámara de Representantes por 228 votos contra 205 provocó el lunes una caída histórica de Wall Street y de la mayoría de las plazas bursátiles del planeta. Este martes los mercados mostraban un renovado optimismo de que el plan por 700.000 millones de dólares sea finalmente aprobado.

En la Cámara Baja, los demócratas criticaron la incapacidad de los líderes republicanos -favorables al plan- para controlar a sus tropas. Cerca de dos tercios de los congresistas republicanos se pronunciaron contra el proyecto.

Ello sería también "la prueba de la falta de credibilidad de Bush", según el representante demócrata Jim Moran.

Los republicanos más conservadores, que votaron "no", declaran que se niegan a dar un cheque en blanco al "rey Henry (Paulson)", arquitecto del plan, que según ellos, conspira contra las libertades fundamentales, que sufrirían bajo un gobierno dotado de plenos poderes...

De hecho, muchos congresistas republicanos de circunscripciones electorales conservadoras, rechazaron el proyecto de ley bajo la presión de sus electores, firmemente opuestos al plan, y a los que deberán rendir cuentas en noviembre.

En el campo demócrata, los legisladores apoyaron mayoritariamente el proyecto. Quienes se opusieron reclaman que no se limite solamente a salvar a Wall Street sino que que auxilie también a los asalariados y propietarios de viviendas en dificultades.

En estos casos, también las motivaciones electorales pesaron marcadamente en la balanza. Según un sondeo Rasmussen publicado el lunes, un 33% de los estadounidenses apoyan el plan, un 32% se opone y un 35% está indeciso. Solamente un 24% de ellos apoyaba el proyecto la semana pasada.

El fracaso del plan en la Cámara generó una onda expansiva en la campaña presidencial.

El candidato presidencial republicano, John McCain, se involucró a fondo la semana pasada en las negociaciones, suspendiendo su campaña y reuniéndose con los irreductibles de su partido en Washington. Resultado: logró irritar a muchos legisladores republicanos y no logró hacer aprobar el plan.

Ante este fracaso, sus adversarios demócratas no vacilaron en plantear dudas sobre la "credibilidad" política de McCain e identificarlo con quienes -según ellos- favorecieron durante ocho años una política económica desastrosa por parte de la Casa Blanca.

John McCain por su parte, alega que su actitud resuelta ante la crisis financiera prefigura el estilo con el que dirigirá al país.

"Algunos criticaron mis acciones, pero yo nunca jamás seré un presidente que se mantenga al margen", afirmó.

Por el contrario, los partidarios de su rival demócrata, Barack Obama, se congratularon de la prudencia de su líder, que evitó colocarse en una posición que podría haber afectado su credibilidad y alienarle una parte de su electorado.

Mientras tanto, el suspense continúa. Otra posible votación no se produciría antes del jueves, puesto que el Congreso suspende sus sesiones hasta ese día a causa del año nuevo judío.

"El juego de las acusaciones debe terminar", dijo el líder de la mayoría demócrata del Senado Harry Reid, subrayando que mantiene constantes consultas con el jefe del 'staff' de la Casa Blanca, Josh Bolten, para acordar un proyecto que pueda ser aceptable para la mayoría.

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