viernes, 10 de octubre de 2008

Anticuado sistema de control de tráfico aéreo en EEUU

CHICAGO.- Un sistema de tráfico aéreo de la Segunda Guerra Mundial que con frecuencia obliga a los aviones a emplear rutas más largas y enrevesadas le está costando al consumidor estadounidense miles de millones de dólares, mientras se demora la aprobación de un nuevo modelo que emplea satélites.

El nuevo modelo, cuyo costo es de 35.000 millones de dólares, reemplazaría el actual sistema de radares con uno que emplea la tecnología GPS (sistema de posicionamiento global) tan común en automóviles y teléfonos celulares.

Los promotores de este modelo dicen que triplicaría la capacidad de tráfico aéreo, reduciría las demoras a por lo menos la mitad, mejoraría la seguridad y limitaría la emisión de gases causantes del efecto invernadero.

Un análisis de información del gobierno y de la industria reveló que si ese modelo estuviese en funcionamiento, las aerolíneas se habrían ahorrado más de 5.000 millones de dólares en combustible este año.

Pero desacuerdos sobre cómo costear el proyecto y las complejidades relacionadas con el cambio de sistemas han demorado su puesta en marcha. El gobierno cree que pasará más de una década entes de que entre en vigor, y ese podría ser un pronóstico optimista en vista de los obstáculos que entorpecen la iniciativa.

"Estados Unidos fue a la Luna. Considero que el público merece el mismo tipo de esfuerzo con nuestro sistema aéreo nacional", declaró Robert Sturgell, director interino de la Administración Federal de la Aviación (AFA), en una reciente entrevista.

La red a base de satélites, denominada NextGen, haría que se consuma menos combustible porque permitiría a aviones equipados con GPS hacer recorridos más directos, a diferencia del actual sistema de radares.

En la actualidad, los aviones forman una sola hilera en pasillos aéreos estrechos delimitados por radiofaros. Muchas de las rutas obligan al avión a cambiar de dirección varias veces y a realizar un recorrido zigzagueante que hace consumir más combustible del necesario.

"Es como usar una máquina de escribir eléctrica mientras otros usan computadoras", declaró David Castelveter, de la Asociación de Transporte Aéreo.

Algunos aviones ya tienen aparatos de GPS, que los pilotos usan para determinar su posición, pero el sistema NextGen permitiría un uso mucho más amplio de esta tecnología, incluida la creación de una red nacional de tráfico aéreo.

Poner en funcionamiento esa red implica incorporar escalonadamente elementos del nuevo sistema mientras se sigue usando el radar para las operaciones de rutina.

Gerald Dillingham, especialista en temas de aviación civil de la Oficina de Investigación de Contabilidad del Congreso (Government Accountability Office), afirmó que el proceso es como "cambiar un neumático en un auto que avanza a 100 kilómetros (60 millas) por hora".

Hank Krakowski, director del sistema de tráfico aéreo de la AFA, dijo que "es uno de los retos más grandes que enfrenta el gobierno desde que enviamos a alguien a la Luna".

Los aeropuertos también tienen que hacer mejoras para acomodar el aumento en el tráfico aéreo que traería aparejado este sistema.

Un reciente informe de la GAO sobre NextGen indica que todavía no se han resuelto aspectos básicos, como la forma en que funcionará el sistema exactamente y la escasez de personal administrativo capacitado para operarlo.

Algunos sectores dicen que el gobierno de George W. Bush, que apoya el proyecto, no le ha dado el impulso necesario.

"El próximo presidente tiene que tener la iniciativa de NextGen como una de sus prioridades y asegurarse de que se le dan los recursos y la atención que merece", expresó el representante demócrata Bart Gordon, presidente de la Comisión de Ciencia y Tecnología de la cámara baja.

Se espera que las aerolíneas aporten 15.000 de los 35.000 millones de dólares del proyecto. También deberán equipar a sus aparatos con GPS, lo que representa un costo de 200.000 dólares por avión.

La mayoría de las aerolíneas se resiste a equipar a sus aviones antes de que el sistema esté funcionando, lo que tomará años.

Se calcula que el sistema NextGen le permitirá a las aerolíneas ahorrarse un 10% en costos de combustible por año. Si comenzase a funcionar hoy, permitiría recuperar la inversión en tan solo siete años.

El sistema GPS ya está siendo usado o comenzará a funcionar pronto en muchos países europeos, en China e incluso en Mongolia.

Southwest Airlines ya está equipando a sus aviones y comenzará a usar el GPS incluso antes de que esté funcionando la nueva red de control de tráfico. Dice que por cada minuto de vuelo que se ahorre, sus gastos en combustible disminuirán 25 millones de dólares anuales.

La empresa de transporte de cargas UPS ya instaló el GPS en cientos de sus aviones. Afirma que esa tecnología le permite ahorrar millones de litros de combustible por año y reducir el ruido y las emisiones de gases en un 30%.

NextGen hará que los aviones vuelen, despeguen y aterricen más rápidamente, reduciendo las demoras. Y la AFA y los pilotos coinciden en que, incluso habiendo más vuelos, esta tecnología hará que disminuyan las posibilidades de accidentes como choques aéreos e incidentes en las pistas.

Los pilotos que usen NextGen sabrán en todo momento lo que ocurre a su alrededor. Cuando se usa el radar, la información se demora diez segundos, por lo que los controladores del tráfico aéreo hacen que haya varias millas de distancia entre un avión y otro.

Las organizaciones defensoras de los derechos del pasajero apoyan mayormente el proyecto, a sabiendas de que las aerolíneas seguramente pasarán parte de sus costos al consumidor.

Pero otros sectores tienen sus dudas y afirmen que los radares no son la razón de los actuales problemas.

Doug Church, de la Asociación Nacional de Controladores del Tráfico Aéreo, sostiene que "el GPS es muy bueno para un auto, pero no le permitirá llegar más rápido a su trabajo a uno si no agregan otro carril a la carretera. Lo mismo sucederá con el tráfico aéreo".

Se cree que una de las razones por las que la iniciativa no toma impulso en el Congreso es que muchos legisladores se resisten a aprobar un proyecto que dejaría sin trabajo a cientos de operadores del sistema de radares.

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