lunes, 13 de octubre de 2008

El gregarismo propagó la desconfianza en las bolsas

PARÍS.- El gregarismo extendió la semana pasada como reguero de pólvora la desconfianza entre los inversores de las bolsas mundiales, que se hundieron al unísono haciendo oídos sordos de las iniciativas políticas para paliar la crisis financiera internacional, según los expertos.

"Es como un reflejo de supervivencia. Si usted camina por la calle y ve que una o dos personas están mirando hacia el cielo, usted también levantará la vista para comprobar si hay algo a punto de caerle encima", afirma Didier Sornette, profesor de riesgos empresariales del Instituto Federal Suizo de Tecnología (ETH).

En principio, "los comportamientos gregarios no son forzosamente irracionales", explica Sornette. "A partir del momento en que usted no dispone de todas las informaciones, puede ser racional ver qué es lo que están haciendo los vecinos e imitarlos".

En Bolsa este tipo de actitud se da tanto cuando el mercado sube como cuando baja, añade este experto: "la gente, cuanto más piensa que esto acabará muy mal, todavía reacciona más" y por lo tanto, acaba reforzando la situación de crisis, estima.

Los inversores continuaron vendiendo masivamente el viernes sus acciones en bolsa pese a todas las medidas tomadas por los bancos centrales y las vastas operaciones de los gobiernos para apoyar al sector bancario.

La actual debacle financiera es vista por muchos expertos como la peor desde el crac del 29, que llevó a la Gran Depresión de los años treinta.

Para el economista Robert Zarader, "la gente ha perdido el norte, tiene la impresión de que en realidad no hay un piloto en el avión" para sacar al mundo financiero de la crisis. También hay un sentimiento de que "sólo vemos la punta del iceberg. Los actores financieros no saben a qué atenerse y los políticos, tampoco", señala Zarader, para quien recuperar la confianza "requerirá tiempo".

Thierry Libaert, director científico del Observatorio Internacional de Crisis, constata este sentimiento de falta de liderazgo que se ha apoderado de los inversores. Hay que evitar la "cacofonía" y emitir "mensajes coherentes y no contradictorios" entre las diversas autoridades. De lo contrario, "se tiene la impresión de que no hay nadie al timón", declara Libaert.

El pavor que se ha instalado en las plazas bursátiles de todo el planeta no se ha trasladado por el momento a la calle, donde los ciudadanos han dado muestras de serenidad pese a la incertidumbre reinante sobre la solvencia de los bancos, que podría poner en peligro los depósitos de los ahorradores.

Aun así, Libaert advierte del "efecto mariposa", una teoría que defiende que un simple batir de alas puede desencadenar una tormenta. "Si mañana la gente se pone a hacer la cola frente a un banco, esto puede preocupar a otros. Puede haber un efecto de contagio, sobre todo si las cámaras de televisión están allí" para pasar las imágenes durante el telediario de máxima audiencia, advierte Libaert.

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