miércoles, 22 de octubre de 2008

Kirchner emprende una reforma estatista que hunde la Bolsa

BUENOS AIRES.- La presidenta argentina, Cristina Kirchner, lanzó esta semana una fuerte iniciativa estatista que elimina el multimillonario negocio de la jubilación privada, reforma que dividió a la oposición, desconcertó a los ahorristas y causó estragos en la Bolsa, que se hundía casi 17% a media jornada.

La restauración de un sistema previsional único manejado por el Estado, aunque debe pasar por el filtro del Parlamento, representa la segunda intervención de su gobierno en empresas tras ser reestatalizada Aerolíneas Argentinas, firma que el español grupo Marsans devolvió casi en quiebra y endeudada.

"Esto era una política de saqueos. Vivimos el final de una época a nivel mundial", dijo la presidenta al anunciar la reforma, que profundiza un modelo instalado por su marido y líder del gobernante peronismo, el ex mandatario Néstor Kirchner (2003-2007).

Néstor Kirchner fue quien recuperó el Correo, la compañía de Aguas, ramales ferroviarios y el control radioeléctrico, en dirección opuesta al modelo neoliberal de privatizaciones que se colapsó con una crisis brutal en 2001.

Pero la Bolsa de Buenos Aires reaccionó con alarma y la peor caída en una década con casi 17% de baja para el indicador Merval en mitad de la jornada.

La medida impactó, incluso, en la Bolsa de Madrid, donde firmas españolas con inversiones en el país sudamericano sufrieron duras pérdidas.

Sin embargo, la petrolera hispanoargentina Repsol-YPF dijo en un comunicado que el ministro de Planificación, Julio de Vido, le señaló que las empresas gozan de seguridad jurídica en Argentina y reafirmaron sus planes de inversión.

"El Gobierno se lleva ahorros de la gente para pagar deuda", denunció el líder parlamentario de la derecha liberal opositora Federico Pinedo, al recordar que el el Gobierno debe afrontar pesados vencimientos por 20.000 millones de dólares en 2009.

De hecho, el Estado embolsará en sus arcas unos 30.000 millones de dólares de las 10 administradoras de fondos de pensión, cuyas inversiones habían entrado en un tobogán por la crisis que desataron las especulaciones financieras sin control en Estados Unidos.

"Adoptamos la decisión en un contexto internacional donde los principales países del G-8 (potencias) solicitan una política de protección hacia bancos. Nosotros protegemos a nuestros jubilados y trabajadores", se defendió Cristina Kirchner.

La reforma cuenta con el respaldo de la central obrera mayoritaria CGT, controlada por fieles peronistas, pero también despertó adhesiones en fuerzas parlamentarias socialdemócratas que se habían apartado del oficialismo durante el conflicto de 128 días mantenido este año con los agricultores.

Otro liberal ortodoxo y ex secretario de Finanzas Miguel Kiguel opinó que la reestatización "tiene su efecto positivo porque habrá mas fondos para pagar deuda y evitar un 'default'", pero advirtió que "lo más preocupante es que se cambien las reglas de juego entre gallos y medianoche".

"Este es el primer cambio estructural que hace este Gobierno", admitió un enconado opositor, Gerardo Morales, líder de la socialdemócrata Unión Cívica Radical (UCR), segunda fuerza parlamentaria e histórica enemiga del sistema jubilatorio privado.

Un funcionario del sistema financiero, el vicepresidente de la Comisión de Valores (reguladora bursátil), Enrique Vanoli, apoyó la iniciativa al decir que "el sistema de capitalización (privado) no cumplió con el objetivo básico de otorgar una jubilación decente a la gente".

"Es la muerte anunciada de un régimen desgastado. Es una eutanasia asistida", se pronunció el economista heterodoxo Eduardo Curia.

Y la reforma quedará "en familia", porque así como un peronista, pero fanático neoliberal, como Carlos Menem (1989-1999), creó el sistema, otra peronista, Cristina Kirchner, le firmó certificado de defunción.

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