domingo, 5 de octubre de 2008

La cola del paro / Esther Esteban

Si hay una foto fija de las épocas de vacas flacas es, sin duda, la de las colas del paro. En ella no hay distingos de clases sociales, ni de nacionalidades, ni de profesiones. En ellas no hay ricos, todos son pobres o supervivientes y cada uno esconde un drama personal inimaginable. Las colas del paro unifican a todos y presentan la peor cara de las dificultades de un país.

Muy a pesar del ministro Corbacho -que intentó por todos los medios no aparecer ante la opinión publica como portador de malas noticias- en el último mes se ha producido en España una destrucción de empleo sin precedentes en los últimos 30 años. Habría que remontarse a 1977 para encontrar una situación similar y por mucho que se maquillen los datos no parece que en lo que resta de año las cosas puedan mejorar sino al revés.

Tengo dos amigos que en los últimos meses han pasado a engrosar esas listas, ambos vinculados indirectamente al sector de la construcción. El primero ha intentado sin éxito cambiar de sector y de profesión, mientras el segundo, ingeniero, está pensando seriamente dejar España y buscar un empleo en otro país de la Unión Europea.

Ninguno de ellos afortunadamente está solo, con lo cual sus familias les aportan un colchón de seguridad, aunque no de tranquilidad. ¿Qué harán los miles de inmigrantes sin ningún tipo de arraigo familiar en nuestro país que se ven sin trabajo, sin ahorros y sin un entorno familiar que les ampare?

Pues algunos de ellos serán carne de cañón para la delincuencia organizada y otros, los menos, se acogerán a la iniciativa del Gobierno de cobrar íntegramente la prestación de desempleo si se comprometen a volver a su país.

Sea como fuere el panorama es desolador y no parece que las cosas vayan a mejorar en un periodo de al menos dos años. El problema es que las autoridades económicas del país da la sensación de estar en una especie de letargo y no aportan respuestas a preguntas básicas y concretas.

¿Se puede incentivar la oferta de empleo a través de mecanismos fiscales? ¿Sería viable una rebaja de las cotizaciones sociales? ¿Hay que activar de manera urgente un pacto de rentas salariales? ¿Qué hay de esa reconversión de los trabajadores de la construcción hacia otros sectores?

Una tiene la sensación de que el Gobierno, que repite machaconamente que ha tomado más de 50 medidas para afrontar la crisis, en realidad sigue con el paso cambiado y poniendo rogativas para que la baraka de Zapatero no se apague.

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