sábado, 25 de octubre de 2008

La crisis rompe el idilio entre mercados y países emergentes

PARÍS.- Una nacionalización criticada en Argentina, ataques contra las monedas de Europa del Este, pánico en los mercados rusos: la ilusión de los países emergentes por su progreso económico podría hacer aguas y privar a la vez a los mercados de uno de sus apoyos más seguros de los últimos años.

"Ninguna región es ya inmune" a la crisis mundial, resume Christine Li, de la agencia de calificación Moody's, contrastando la situación actual con la estupenda salud de que gozaba a principios de año el mundo emergente, lleno de oportunidades para las empresas occidentales.

Para Jean-Louis Mourier, de la casa Aurel, el vigor de las economías asiáticas, este-europeas y latinoamericanas "ha servido durante mucho tiempo de amortiguador de las empresas muy internacionalizadas", preservándolas de las turbulencias bursátiles.

Pero una primera alarma sonó este verano en el mercado de las materias primas, coincidiendo con el fin de los Juegos Olímpicos de Pekín, que suscitó el temor a una ralentización de las inversiones chinas. Los precios del petróleo y el acero fueron los primeros en caer.

Las acciones de los poderosos grupos mineros BHP Billiton y Rio Tinto, del líder mundial de la siderurgia ArcelorMittal y del gigante estadounidense del aluminio Alcoa, agonizaron: en tres meses, perdieron, respectivamente, 47% y 55% en Londres, 65% en París y 68% en Nueva York.

El pesimismo del Fondo Monetario Internacional (FMI) en sus recientes previsiones sobre el crecimiento mundial extendió los temores de los inversores frente a "las empresas de infraestructura y construcción", sostenidas hasta entonces por sus contratos en los países emergentes, según Mourier.

La crisis financiera fue el último detonante, acentuando "los riesgos de suspensión de pagos" para los Estados más vulnerables, en particular, "aquéllos que se apoyaron demasiado en los capitales extranjeros para financiar su crecimiento", según Li, que cita los casos de Argentina, países bálticos, Turquía, Hungría y Ucrania.

La decisión de Buenos Aires de nacionalizar su sistema de pensiones ha sido percibida como una tentativa de "echar mano del ahorro de los ciudadanos para evitar lo que sería su segunda suspensión de pagos en esta década", después de la de 2001, según Aaron Smith, de Moody's.

Juzgada hostil por los grupos extranjeros, esta nacionalización hundió esta semana la Bolsa de Madrid, arrastrada por las empresas más presentes en Argentina, como la petrolera Repsol o el operador Telefónica. La francesa Alstom, que entre sus proyectos figuraba la construcción, por ahora congelada, de un tren de alta velocidad en Argentina, se derrumbó por su parte en París.

La fragilidad financiera de algunos países del Este, ilustrada por la caída de las monedas húngara y polaca y por las advertencias de Standard and Poor's sobre la deuda rusa, hizo escalar por otra parte "la inquietud de los bancos expuestos en esta región como (el francés) Societe Generale", según un analista parisino.

Pero países con economías más sólidas y abultadas reservas, como Brasil y México, también han sufrido fuertes devaluaciones de sus monedas en las últimas semanas.

Jean-Paul Pierret, director de estrategias en Dexia, juzga no obstante "absurdos" los reveses indiscriminados que sufren los grupos implantados en los países emergentes, destacando que "la situación no es para nada homogénea, y China no es Hungría".

"Se va a tener que seleccionar entre los países que han creado una dinámica interna y disponen de reservas enormes y aquéllos que no han sabido reinvertir sus excelentes beneficios procedentes de las materias primas", según Pierret.

Pero esta reflexión tardará, se lamenta este analista, "mientras el mercado siga dando la impresión de que es incapaz de realizar el más mínimo análisis como en las últimas semanas".

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