sábado, 18 de octubre de 2008

La etapa de florecimiento ruso se extingue por la economía

MOSCÚ.- Después de una década de expansión económica, se ciernen sobre Rusia las señales de una tormenta financiera que abarca desde su sistema bancario hasta el perfil de Moscú, con varios rascacielos en construcción pero cuyas grúas han quedado paralizadas.

Si los precios del petróleo siguen bajando, la interrogante se centrará en el Kremlin, que con tanta confianza fue a la guerra con Georgia hace apenas dos meses y que ahora tendrá que limitar su ambición de reclamar un gran papel en la escena política mundial.

El abrumador colapso del mercado bursátil ha provocado pérdidas de un 73% con respecto a sus niveles de mayo y demuestra qué tan superficiales son las raíces del florecimiento energético en Rusia.

Dentro de seis meses, advierten los inversionistas, las cosas habrán adquirido un tono bastante sombrío.

"Las cosas se van a desplomar. Los restaurantes de lujo que uno ve, van a tener que cerrar. Si uno se estancaba a causa del tráfico vehicular, habrá que considerarlo como un tráfico antes de la crisis. En seis meses, la historia habrá cambiado", comentó James Fenkner, director de la firma Red Star Asset Management.

En un período de más de ocho años, la inyección de dinero procedente del petróleo ha transformado a Moscú, de ser una de las capitales más grises de Europa en una de las más ostentosas, con centros comerciales de pisos de mármol y boutiques de primera línea.

El Kremlin ha usado el triunfo económico para su ventaja política, dictando las condiciones en acuerdos energéticos con sus clientes europeos, enviando sus buques y aviones de guerra por todo el mundo, yendo a la guerra con Georgia y dándole lecciones a Occidente sobre cómo resolver sus problemas.

Pero el clima está cambiando, y los analistas dicen que la economía podría obligar al Kremlin a actuar con mayor cautela.

"Seremos testigos de algunas posturas, pero es mucho menos probable que veamos algún tipo de enfrentamiento real", destacó Sam Greene, un analista del Centro Carnegie de Moscú. "No desean arriesgarse, empeorando el clima financiero", agregó.

La guerra, en combinación con la preocupación de una interferencia del Kremlin en los negocios, perjudicaron los mercados de Rusia. Pero ha sido el descenso de los precios del crudo y los errores de los bancos extranjeros lo que provocó el peor derrumbe en los mercados bursátiles en una década. Unos 33.000 millones de dólares abandonaron el país en agosto y septiembre, dijo el ministro de Finanzas Alexei Kudrin.

Las grúas de construcción en todo Moscú han quedado paralizadas, las industrias han reducido su producción y muchas compañías han despedido personal. Los establecimientos de lujo ya han comenzado a notar un descenso en el comercio. Al mismo tiempo, la inflación ha llegado a los dos dígitos.

El crédito está a punto de ser congelado. Pese a las promesas del gobierno de inyectar miles de millones de dólares a los bancos, muchas empresas encuentran que el crédito ya es inaccesible o demasiado costoso.

"La ausencia de préstamos pone a las compañías en una situación muy difícil, que llegado el momento dará como resultado una gran cantidad de bienes raíces sin completar", destacó Nikolai Koshan, jefe de la Asociación de Constructores Rusos. "Como resultado tendremos... un gran número de compañías quebradas", agregó.

Por lo pronto, el efecto ya se deja sentir. Yana Ryzheva, una estudiante de 20 años, fue una de 150 empleados despedidos de una publicación de internet el jueves. Es "prácticamente imposible hallar otro trabajo", agregó. "Están reduciendo personal en todos sitios".

A los analistas les preocupa en particular la profundidad de los problemas en el sector bancario. Prevén un colapso de confianza, con la participación del estado para rescatar a los acreedores en problemas.

En general, el pánico no ha cundido entre los rusos. Al menos ya no se trata de 1998, cuando Rusia dejó de cumplir con su deuda y muchos perdieron sus ahorros.

Por lo pronto, muchos han cambiado sus ahorros de bancos privados a otros más sólidos bajo el control del gobierno.

El gobierno insistió el viernes que no tiene planes de cortar el gasto en programas domésticos importantes, como vivienda, trenes, aeropuertos y oleoductos, pero los analistas dicen que no tendrá otra opción.

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