lunes, 20 de octubre de 2008

La letra pequeña / Charo Zarzalejos

Por decreto y sin previo aviso, el Gobierno se ha atribuido la gestión de 150.000 millones de euros para inyectar en el sistema financiero español. Un sistema que apenas hace tres semanas estaba a salvo de todo y que, después de su encuentro con Sarkozy en París, el Presidente del Gobierno parece haber convertido en asunto prioritario.

Habló de ello con Mariano Rajoy en Moncloa y, en contra de lo aparente, no hubo acuerdo alguno. El líder de la Oposición asegura estar a la espera de la letra pequeña del decreto en cuestión para ver hasta qué punto se introducen mecanismos de transparencia y criterios que garanticen el uso no arbitrario de tales fondos, de manera que la ciudadanía sepa por qué y en qué condiciones se inyecta dinero de todos nosotros a una entidad sí y a otra no, después de que todas ellas hayan vivido un quinquenio de esplendor concretado en unos beneficios llamativos.

En Estados Unidos, la propuesta inicial de Bush ocupaba tres folios y después de una compleja negociación con Obama y buena parte de los propios republicanos, se convirtieron en más de cien: se introdujeron prioridades, garantías, modos y tiempos.

Aquí, en España, el encuentro duró hora y media para abordar una medida sin precedentes, como sin precedentes es un Presidente con tanto poder acumulado como lo es hoy Zapatero.

¿Quién va a toser a un Gobierno que tiene en su mano la gestión directa de miles de millones de euros? Precisamente por ser miles de millones, que son de todos, el Ejecutivo debería ser el primer interesado en buscar una red de seguridad, un margen del que no salir, para evitar cualquier suspicacia, domar cualquier preferencia y así acabar indemne de una gestión, cuando menos, delicada.

Como Obama, Rajoy, en la medida que su partido representa casi a la otra mitad de España, tiene derecho y obligación de obtener garantías y compartir prioridades. Zapatero ha dicho que en la letra pequeña del decreto se recogerán las sugerencias del líder de la Oposición. El británico Brown, antes de anunciar las medidas adoptadas, se reunió por espacio de doce horas con Cameron, líder de la Oposición. Pero aquí somos así de originales.

Tan originales y desconcertantes que una crisis como la financiera, que -en el decir de los portavoces oficiales- no existía hace 15 días, ahora está en primera línea, pasando a segundo plano, en el discurso gubernamental, esa otra crisis que está a flor de piel como es el paro, que aumenta día a día casi en la misma proporción en la que los comedores sociales se ven desbordados por nuevos "clientes" ajenos, muy ajenos, a los vaivenes calculados de la Bolsa o a los grandes encuentros internacionales, hoy muy necesarios pero muy ineficaces para la economía doméstica española, si no se traducen en medidas concretas, palpables y entendibles por la mayoría, que estén destinadas, de manera directa, a poner freno a la sangría del paro.

No hay recetas mágicas, ni nada es fácil, pero algunos nos tememos que si hasta hace nada la consigna era el optimismo, ahora la vocación sea planetaria.

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