jueves, 16 de octubre de 2008

La OIT avisa de que la crisis financiera puede elevar aún más la "enorme" brecha entre ricos y pobres

GINEBRA.- La Organización Internacional del Trabajo (OIT) advierte de que la actual crisis financiera puede elevar aún más la ya de por sí "enorme" brecha entre ricos y pobres, y avisa además de que una parte importante del coste de la crisis recaerá sobre "cientos de millones de personas" que no se han beneficiado del fuerte crecimiento económico experimentado en los últimos años.

En un informe sobre las desigualdades de renta en el mundo difundido hoy por este organismo, la OIT asegura que la crisis financiera representa "una de las mayores amenazas" para la economía mundial en la historia. En su opinión, los esfuerzos para superar la crisis actual son "bienvenidos" y, en principio, deberían ayudar a evitar otra "Gran Depresión".

Sin embargo, la OIT señala que si bien las medidas de rescate del sector financiero son importantes, también lo es abordar la dimensión estructural de la crisis. "Mientras el costo de las medidas para rescatar el sistema financiero recaerá sobre todos, los beneficios del precedente periodo de expansión estaban distribuidos de manera desigual", afirma en el informe Raymond Torres, director del Instituto de Estudios Laborales de la OIT y responsable de este informe.

El estudio constata que la brecha entre los hogares ricos y pobres "se ha ensanchado" desde comienzos de los 90 y subraya que la situación empeorará por culpa de la crisis financiera, a menos que se adopten reformas estructurales de largo plazo.

La actual desaceleración de la economía mundial está afectando de manera desproporcionada a los grupos de bajos ingresos, según la OIT. Entre 1990 y 2005, cerca de dos terceras partes de los países experimentaron un aumento de la desigualdad de ingresos y durante el mismo periodo la brecha entre el 10% de los asalariados con ingresos más altos y el 10% con los más bajos aumentó en un 70% de los 73 países que analiza el informe.

La OIT explica que una causa importante de la desigualdad de ingresos es la globalización financiera, que no sólo no ha logrado contribuir al aumento de la productividad mundial ni al crecimiento del empleo, sino que "ha intensificado la inestabilidad financiera.

"En los años 90, las crisis del sistema bancario fueron diez veces más frecuentes que a finales de los turbulentos años 70. El costo de este aumento de la inestabilidad, por lo general, lo pagan con creces los grupos de bajos ingresos. Experiencias anteriores sugieren que la pérdida de empleos ocasionada por las crisis del sistema financiero fue especialmente grave, con efectos más duraderos en los grupos más vulnerables", afirma Torres.

Para la OIT, también ha contribuido a esta enorme desigualdad de ingresos en el mundo la evolución del gobierno de empresa, especialmente la aplicación de un sistema de retribuciones basadas en el rendimiento para ejecutivos y directores.

El resultado de todo esto ha sido un "excesivo" repunte de los salarios del personal de dirección de las empresas. De hecho, entre 2003 y 2007, el salario de los gerentes ejecutivos estadounidenses experimentó un crecimiento real del 45%, frente a la subida del 15% de los salarios de los ejecutivos ordinarios y el ascenso del 3% del salario del trabajador norteamericano promedio.

De esta forma, en 2007, el gerente ejecutivo medio de las 15 mayores empresas de Estados Unidos percibió un sueldo más de 500 veces superior al del empleado medio, diferencia que en 2003 era de 300 veces. La OIT detecta que estas situaciones también se dan en Alemania, Australia, Países Bajos, Sudáfrica y Hong Kong.

La brecha entre ricos y pobres también se debe a políticas internas en materia laboral, social y fiscal. La capacidad de negociación de los empleados se ha debilitado, incluso en naciones donde escasea la mano de obra, y el régimen impositivo es cada vez menos progresivo en la mayoría de los países, avisa la OIT.

El organismo apunta que una alta densidad sindical, unida a una estructura más coordinada de negociación colectiva y a una mayor cobertura de los convenios "tienden a ser asociados con menores niveles de desigualdad".

La OIT explica en su informe que la desigualdad de ingresos es un problema que puede asociarse con tasas de delicuencia más altas, menores expectativas de vida y, en el caso de los países pobres, con malnutrición y una elevada probabilidad de que los niños se vean obligados a abandonar la escuela para buscarse un trabajo.

Ante esta percepción "generalizada" que tienen muchos países de que la globalización no es buena para la mayor parte de la población, la OIT considera que el desafío político es el de garantizar incentivos apropiados para trabajar, aprender e invertir y, al mismo tiempo, evitar desigualdades de ingresos "socialmente dañinas y económicamente ineficientes".

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