La volatilidad seguía imperando este martes en el mercado de divisas. Por la mañana, en Tokio, el euro registraba su nivel más bajo ante el dólar desde abril de 2006, a 1,2328 dólares, y el yen proseguía su vertiginosa ascensión respecto a las divisas estadounidense y europea.
Los cambistas pasaron olímpicamente de un comunicado del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón) que se inquietaba el lunes por la "volatilidad excesiva del yen" y se declaraba dispuesto a "cooperar" para restablecer la estabilidad de los mercados.
"El comunicado del G7 era tímido. Sólo los responsables japoneses le dieron mucha importancia", comentaron los analistas de Barclays Capital.
Preocupado por dar una nueva bocanada de oxígeno a los mercados, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, hizo saber el lunes en Madrid que un nuevo recorte de los tipos de interés sería "posible" en la reunión del 6 de noviembre.
Al otro lado del Atlántico, la Reserva Federal norteamericana debería volver a bajar el miércoles su tipo de interés.
La flexibilidad monetaria está la orden del día por doquier: los bancos centrales de Corea del Sur e Israel bajaron el lunes el precio del dinero.
A nivel de indicadores y resultados, los mercados no esperan ninguna mejoría antes de que pasen semanas, incluso meses, lo cual parece postergar la perspectiva de un repunte de las plazas bursátiles.
La primera estimación del producto interior bruto (PIB) norteamericano en el tercer trimestre, que sera publicado el jueves, se espera negativa.
En Estados Unidos, los constructores automóviles han empezado a negociar con el Estado federal para acogerse al plan de rescate del sector financiero, ya que todos disponen de filiales de crédito. La comunidad financiera se inquieta ante el agotamiento de la liquidez de los tres grandes de Detroit, General Motors, Ford y Chrysler, victimas del desplome del mercado automóvil norteamericano.
El presidente francés Nicolas Sarkozy debe presentar este martes un paquete de medidas destinadas a amortiguar los efectos de la crisis financiera en el empleo. Sarkozy recibirá en Versalles, cerca de París, al primer ministro británico Gordon Brown, que a su vez espera a la canciller alemana Angela Merkel el jueves en Londres.
Los países emergentes ya no se salvan de la tormenta. Diez países de América Latina estaban reunidos el lunes en Brasilia para discutir acciones concertadas frente a la crisis. Sus economías están afectadas de lleno por la caída de las materias primas.
El Banco Central de México anunció un plan de estabilización financiera que prevé un aumento del orden de 5.000 millones de dólares de su deuda con organismos financieros como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial.
En Brasil, el banco central puso otros 2.000 millones de dólares en el mercado para sostener el real, la divisa nacional, que el lunes subió un 3,7%. El banco central había anunciado el jueves pasado el desbloqueo de 50.000 millones de dólares para frenar la caída del real. Esa cantidad se suma a los 23.000 millones gastados desde el principio de la crisis.
La crisis financiera es un "crimen contra la humanidad" porque tendrá como consecuencia la agravación de la pobreza, estimó este lunes en Brasilia el ministro venezolano de Agricultura, Alí Rodríguez, que abogó por "una sanción rigurosa contra estos estafadores y especuladores".
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