lunes, 27 de octubre de 2008

Tras la crisis financiera, ¿se salvará la 'real'? / Anselmo Calleja*

España participa en la acción coordinada por el Eurogrupo para salvar la crisis financiera aplicando un enorme potencial de fuego para controlarla en la forma de un paquete de medidas que cubre todos sus flancos. La acogida inicial de los mercados a este plan de saneamiento fue muy favorable, por lo que habrá que felicitar a la banca española por haber acertado en su apuesta de correr el riesgo de mantener un aumento imprudente -por excesivo- de los créditos hipotecarios durante 5-6 años pensando que si las cosas se ponían mal el Estado vendría en su ayuda, como así ha sido.

Pero ¿se salvará también la crisis de la economía real? La fuerte caída que está teniendo lugar en la Bolsa sugiere que hay serias dudas al respecto, y mucho va a depender de cómo se solucione la crisis inmobiliaria, cuya importancia y gravedad la dan unos créditos vinculados a la construcción que representan probablemente el 70% de la cartera crediticia de las entidades de depósito a finales de 2007, un ratio de morosidad creciente próximo ya al 3% y una fuerte caída del precio de las viviendas.

Se llegó a esta elevadísima cartera crediticia vinculada a la construcción a pesar de las reiteradas advertencias del Banco de España de que una combinación de creciente morosidad, fuerte caída del precio de las viviendas y un estancamiento económico podía ser letal para la banca por la inevitable depreciación de sus activos. Estas advertencias no sólo cayeron en oídos sordos, sino que además, para financiar la fuerte expansión del crédito la Banca recurrió a un endeudamiento exterior que, en 2008, alcanzaba nada menos que 770.000 millones de euros, de los cuales la mitad a corto plazo.

Cabe pues pensar que una parte de lo que los bancos y cajas reciban por la venta al Estado de sus activos defectuosos tendrían que dedicarlos perentoriamente a hacer frente a la carga de capital e intereses de esa deuda exterior, con el consiguiente y sabido efecto contractivo sobre la economía que tiene todo proceso de desapalancamiento.

Si se quiere salir de la profunda crisis que aqueja a la economía española hay que dejar bien sentado que está hecha en casa y puesta en evidencia por la caída de cuatro puntos porcentuales en el crecimiento trimestral analizado a lo largo de 2007. La economía no ha podido registrar un crecimiento del 0,1% en el segundo trimestre de 2008 respecto al anterior aunque coincidan milagrosamente en esta cifra las estimaciones del INE y del Banco de España (y sus autores saben que esta coincidencia no tiene nada de taumatúrgico). Cuando se revisen estas estimaciones y se tenga en cuenta debidamente las variaciones en ese trimestre de la masa salarial, de los precios y del indicador sintético de la inversión en bienes de equipo se llegará a una caída del orden del 0,3%.

Esta corrección tiene mucho más importancia de lo que parece.Marca el inicio de una tendencia recesiva que continuaba en el tercer trimestre, a juzgar por una caida del empleo de casi el 1 % anual Aún aceptando márgenes de error importantes, propios de las incertidumbres que rodean las actuales circunstancias, esta tendencia recesiva continuará hasta bien entrado 2009, en cuya segunda mitad podría iniciar una modesta recuperación.

En esta prolongada fase recesiva, el PIB habrá caído algo más del 1%, lo que por una parte invalida la base macroeconómica de los presupuestos de 2009. Pero también, y lo que es más grave, la economía va a entrar en 2010 con una serie de graves desequilibrios como jamás se habían presentado conjuntamente con anterioridad, y van a dificultar considerablemente que la recuperación iniciada se refuerce de forma duradera.

Hay que destacar el importante deterioro de las cuentas públicas, que en el espacio de tres años han pasado de un superávit del 2% del PIB a un probable déficit superior al 3% en 2009. No es menor el aumento de la ya elevada deuda exterior. En 2008 era de casi el 150% del PIB pero inevitablemente va a seguir creciendo alrededor del 9% del PIB anualmente como consecuencia del déficit corriente exterior en los próximos años.

Por último, y quizás lo más grave, una tasa de paro del orden del 15%. La salida de esta delicada situación va a requerir dos tipos de medidas. Unas de simple estímulo, dejando actuar a los estabilizadores automáticos; pero otras, más importantes, para flexibilizar las estructuras de la economía, algo muchas veces prometido pero nunca ejecutado a fondo.

Lo realmente preocupante es que poco se puede esperar de inmediato a este respecto. En el Proyecto de Presupuesto de 2009 hay una vuelta al síndrome del optimismo injustificado. Se espera que la economía alcance en 2010 un crecimiento potencial del 3%, pero hay que recordar que si por él se entiende un crecimiento sostenible, la economía nunca lo ha obtenido, ni en el pasado y reciente período de expansión que ha llevado al déficit corriente y endeudamiento exterior arriba mencionados.

*Anselmo Calleja es estadístico y economista.

www.elmundo.es


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