De este modo, la mayor economía europea, entra por primera vez en recesión desde mediados de 2003, tras los años 2006 y 2007, en que registró índices de crecimiento de hasta el 3%.
Uno de los factores clave para alcanzar esta situación ha sido el debilitamiento de las exportaciones germanas entre julio y septimebre, al tiempo que aumentaban las importaciones. De este modo, la balanza comercial no contribuyó al crecimiento.
No obstante, la demanda nacional registró algunos impulsos positivos, como un ligero incremento en el consumo público y privado.
El términos interanuales, el PIB germano creció un 1,3% en el tercer cuarto del año sobre el mismo periodo del año anterior y un 0,8% según el calendario ajustado.
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