domingo, 16 de noviembre de 2008

Cambio de fuerzas en el mapamundi

SHANGHAI.- La Cumbre del G20 (+2) en Washington puede certificar, en opinión de varios observadores, la defunción de un sistema financiero tal y como lo hemos conocido hasta ahora, ése que fue acuñado tras la II Guerra Mundial y liderado por Estados Unidos. Pero el efecto inmediato, señalan estas voces, puede ser el nacimiento de un nuevo orden económico mundial, más multilateral y ponderado, que pueda responder con mayor efectividad que el G7, por ejemplo, a los retos de la economía global, dice "El Mundo".

Aunque una cita de tres días y una agenda difusa no sirvan para crear un Bretton Woods 2.0., se da por hecho que los países en desarrollo, y especialmente las economías emergentes, acabarán expandiendo su cuota de poder en el seno de los órganos de decisión.

El hecho de que los jefes de Estado de 20 países, y no sólo el puñado de los más industrializados, se reúnan para atajar la crisis ha sido celebrado como un síntoma de este cambio. Parte del interés de incluir en la reunión de este fin de semana a los BRIC -Brasil, Rusia, India y China-, entre otras naciones, se debe a que son países con mercados en expansión -la gran esperanza de millones de empresas en todo el mundo- y, a su vez, algunos de ellos tienen las mayores reservas de dinero para financiar un rescate de la economía global.

China, con sus casi 2 billones de dólares que puede transformar en capacidad de compra, y un mercado de 1.300 millones de consumidores -aunque todavía lejos de su potencial-, constituye el caso paradigmático.Pekín está dispuesto a achicar, pero a cambio exige un mayor papel, para él y el grupo de economías emergentes, en los foros donde se deciden los destinos de la economía internacional. Sólo así, países como Corea del Sur, México, o Sudáfrica, podrán también exponer sus prioridades en asuntos como el acceso a los fondos de inversión o la financiación del comercio internacional.

Durante las reuniones preparatorias de la cumbre del G-20, el presidente brasileño señaló, por ejemplo, que el mundo «debe evitar la tentación de recurrir al proteccionismo financiero y comercial como un mecanismo para superar la crisis», un mensaje que Luiz Inácio Lula da Silva dirigía a las potencias que hasta ahora han hecho y deshecho en el sistema financiero global.

A día de hoy, Estados Unidos ostenta en el FMI el 16,77% del peso en las decisiones, seguido por Alemania (5,88%), y Reino Unido y Francia (4,86% respectivamente). China, el primer país del mundo en desarrollo sólo tiene un 3,66% de capacidad de influir con su voto, a pesar de que el año pasado aportó el 6% del crecimiento de la economía global y que será, con toda probabilidad, el único país del G-8 que no acabe 2008 en números rojos.

Europa parece dispuesta a reducir su representación en el organismo y el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, ha insistido en que países como la India o Brasil se merecen un papel más acorde con el peso de sus economías. El responsable del Foro de Estabilidad Financiera, que agrupa a la mayoría de bancos centrales del mundo, admitía esta semana que su junta directiva también deberá hacer un hueco para admitir a los responsables del Banco del Pueblo o el Banco Central do Brasil.

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