domingo, 30 de noviembre de 2008

Cuatro trampas en la ruleta rusa de Repsol YPF / Carlos Segovia

Como ha dicho siempre con intención una de las personalidades del sector energético español, Iñigo de Oriol: «El petróleo mancha». Mueve demasiado dinero, demasiados intereses como para mantenerse impoluto a su paso. Por eso lo que está sucediendo en torno a la entrada del grupo ruso en Lukoil es tan grave.

Cualquier ciudadano ve claro el problema. Por un lado, Repsol YPF controla en España cinco refinerías, la primera red de gasolineras del país, la mitad de las reservas estratégicas del Estado para hacer frente a una crisis de suministro. Además, es socio clave del futuro campeón nacional energético español: Gas Natural-Unión Fenosa.

Por otro, Lukoil es un gigante petrolero ruso controlado por su presidente Vagit Alekperov, un oligarca próximo al primer ministro Vladimir Putin. Este puede, según los estatutos de Lukoil, nombrar representantes cuando lo considere oportuno, y Rusia no pertenece ni a la Organización Mundial del Comercio, pues no respeta reglas mínimas del libre mercado. Putin, además, usa la energía como arma de política exterior.

Está claro, pero el Gobierno y los empresarios y financieros implicados intentan despistar con cuatro trampas empezando por la de que Lukoil es un socio industrial admisible para el viejo monopolio español de hidrocarburos, mientras que el alemán E.ON era en 2006 un drama para Endesa.

La segunda trampa es que se nos dice que, aunque negocie Lukoil la compra del 30% de Repsol, en realidad, no mandaría, pese a que como segundo accionista quedaría La Caixa con en torno a un 7%. Se nos intenta convencer de que los rusos, rumbosos ellos, están ofreciendo a la constructora Sacyr por su 20% y a La Caixa y a Mutua Madrileña, por un 9,9% adicional, unos 25 euros por acción , cuando podrían haber comprado lo mismo a los 14 euros a que ha venido cotizando en Bolsa. Aquí hay gato encerrado.

A la casi siempre contenida María Teresa Fernández de la Vega -hermana del dimitido director de la Fundación Repsol, pero aún consejero de varias filiales de la petrolera- asegura: «El Gobierno desea que Repsol siga siendo una empresa dirigida por españoles». Pero si con el 30% Lukoil no toma el control, ¿por qué el Gobierno considera necesario defender que el presidente de Repsol YPF, Antonio Brufau, siga al frente?

Otra trampa: ¿Quién ha traído al zorro ruso al primer gallinero petrolero de España? Pío, pío, nadie ha sido. El que ha encendido la mecha es el presidente de Sacyr, Luis del Rivero, al poner en venta su 20%. Los rusos, conscientes de que o pagan sobreprecio o no serían aceptados ni por grupos amigos del Gobierno, ponen lo mínimo que Del Rivero quería: unos 25 euros. Así, Sacyr sale al menos lo comido por lo servido, porque entró en 2006 con ayuda del Gobierno a 26,7, y puede salir del atolladero financiero en que se encuentra.

Eso sí, los lugartenientes de Alekperov le dijeron que sólo pagarían ese precio si se aseguraban el 29,9% del capital, el máximo para no tener que lanzar una OPA. Así que Del Rivero se acercó al presidente de la Caixa, Isidro Fainé, para ver si se animaba.Y se ha animado, porque sólo con vender menos de la mitad de su 15% en Repsol ya cosecha unas plusvalías millonarias, una buena noticia frente a impagos de Habitat, Martinsa...

Pero Del Rivero maniobra. Ahora, pide ayuda al Gobierno para no vender a los rusos y asegura que es Fainé el que, ávido de plusvalías, le está presionando a él en favor de la opción rusa. Es una versión que ha indignado al presidente de la Caixa, y habrá que ver si se recompone la confianza entre el catalán y el murciano si es que Del Rivero sigue en el cargo, porque su socio en Sacyr, Juan Abelló, arrastra ya 1.300 millones de euros de minusvalías desde el glorioso 2006. Además, no hay que olvidar que Fainé es, además, presidente de Abertis, empresa clave para que Sacyr pueda tener la agarradera de vender su filial de autopistas Itinere.

¿Quién llamó a Lukoil? «A lo mejor, no es la empresa rusa quien tiene interés; pueden ser también empresarios españoles que han podido tener el interés de hacer alguna asociación estratégica con una empresa rusa», insinuó Zapatero el pasado martes apuntando a Brufau. Este dice en público que lo de Lukoil es un asunto de sus accionistas, pero dijo a Rajoy que él apoya un desembarco ruso moderado.

Brufau es consciente de que la operación tiene una venta pésima ante la opinión pública y tiene un plan B, una spanish solution: fusionar Repsol con Gas Natural y Unión Fenosa, creando un súper campeón nacional de manera que el paquete de Sacyr se diluiría sin llegar al 10% del nuevo capital social. La constructora podría venderlo a los rusos o, por fin, a más interesados, tipo el francés Suez.

Pero en ese plan Lukoil se planta, porque sólo quiere petroleras y no gasistas. Y, si se va, adiós a posibilidades rápidas para la Caixa de hacer plusvalías. También bye al intento del poderoso sindicato de acreedores de Sacyr, encabezado por Botín, de salvar antes de final de año la deuda de la constructora. Fainé, Botín, Miguel Blesa... A ninguno le entusiasma Lukoil, pero -cuarta trampa- todos negocian financiarles la operación a cambio de un precio ruso privilegiado que no tendrán los pequeños accionistas. Muy bonito: el Estado español prestando apoyo a bancos y cajas para que tengan liquidez y éstos se ponen a financiar a Lukoil.

A la espera del desenlace, hay silencios. ¿Qué opina Rodrigo Rato, asesor de la Caixa y el Santander? ¿Y Aznar? Dice que no viaja a Rusia desde hace 20 meses pese a las insinuaciones de Miguel Sebastián, pero no se moja. También amaga Solbes sin dar.

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