jueves, 6 de noviembre de 2008

El reino de la "felicidad nacional bruta" corona a su joven soberano

NUEVA DELHI.- El pequeño reino budista himalayo de Bután coronó este jueves a un soberano de 28 años diplomado en Oxford, que accede al trono de una joven monarquía parlamentaria que quiere compaginar desarrollo y tradición.

Jigme Khesar Namgyel Wangchuck, el rey más joven del mundo, es el quinto soberano de la dinastía Wangchuk, en el poder desde 1907 en Bután. Sucede a su padre, Jigme Singye Wangchuck, de 53 años, que abdicó en diciembre de 2006 después de hacerse famoso por su filosofía de que la "felicidad nacional bruta" debe sustituir al "producto nacional bruto".

El joven rey fue coronado por su padre en día y hora, las 03,25, determinadas por astrólogos, en el palacio de Tinfu.

La minúscula capital de elegante arquitectura medieval llevaba meses preparándose para la coronación del "quinto 'Druk Gyalpo' ('Rey del Dragón') de la 'Tierra del Dragón Trueno'. La ceremonia fue el punto de partida de tres días de festejos para los 670.000 butaneses. Miles han sido trasladados en autobús desde las montañas del reino.

El llamado "príncipe azul" por su físico de estrella, el mayor de diez hermanos, es diplomado en ciencias políticas por la Universidad inglesa de Oxford y ha cursado estudios en Estados Unidos y la India.

Jigme Jesar Namgyel (en la imagen) hereda uno de los países más misteriosos del planeta, enclavado entre China y la India, que la pasada primavera se convirtió en monarquía constitucional y democrática, donde el budismo es la religión oficial.

Las primeras elecciones legislativas para un Parlamento bicameral, en diciembre de 2007 y marzo de 2008, las ganó el Partido Unificado de Bután, del primer ministro Jigmi Thinley, de 56 años, formado en Estados Unidos.

Este país tan grande como Suiza fue desconocido durante siglos para los occidentales, con excepción de los jesuitas en el siglo XVII y emisarios británicos en tiempos de la colonización del Imperio de las Indias. Bután nunca fue colonizado y hasta los años sesenta carecía de carreteras, teléfono y moneda. El país se empezó a abrir al mundo en la década siguiente, pero sigue seleccionando sus miles de turistas anuales, a los que concede visados a 200 dólares diarios.

La televisión fue autorizada en 1999. La venta de tabaco está prohibida desde 2005.

El padre del rey promovió en los años setenta la búsqueda de la "felicidad nacional bruta" basada en la defensa de una fuerte identidad nacional y un crecimiento económico "responsable" y respetuoso con el medio ambiente.

Imaginado como un edén en el corazón del Himalaya, Bután no está al abrigo de los males de la modernidad, como la droga o la delincuencia.

El Gobierno butanés recibe críticas de la comunidad internacional desde que en 1990 butaneses de origen nepalí tuvieron que huir del reino budista en plena campaña nacionalista antinepalí lanzada por el ex rey.

Más de 100.000 butaneses nepalíes se hacinan en campos de la ONU en Nepal. Países como Estados Unidos o Canadá propusieron acoger a unos miles.

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