domingo, 30 de noviembre de 2008

¿Muere el capitalismo?

MADRID.- Un fantasma está recorriendo las librerías alemanas. Los gruesos volúmenes de Karl Marx están siendo vendidos como salchichas ya que los ciudadanos quieren respuestas urgentes a la crisis del capitalismo. «Marx está de moda otra vez», confesaba Jörn Schütrumpf al diario británico The Guardian. Su empresa editorial Karl-Dietz está encantada porque ven un incremento desmesurado en la demanda de los libros de Marx y Engels. «Y esperamos que siga subiendo de aquí a fin de año».

Pero junto a los textos escritos por el viejo pensador de Tréveris, se está vendiendo otro Das Kapital (Editorial Pattloch). También denuncia los excesos del capitalismo y quien lo expresa es nada menos que el provocador arzobispo de Munich, que en una entrevista a la revista Der Spiegel decía: «La especulación salvaje es pecado».

Y para colmo se llama Marx, Reinhard Marx. Tiene 55 años y afirma que en estos tiempos de crisis financieras «hay que tomar en serio» al fundador del comunismo porque «el movimiento marxista tiene causas reales y plantea cuestiones justificadas» (www.spiegel.de).

Apelando a la doctrina social de la Iglesia, el Papa Benedicto XVI no quiere perder esta oportunidad y ya está terminando de redactar una encíclica que va a poner de vuelta y media al capitalismo y a la globalización. Antes de fin de año seguro que hay noticias, según "El Mundo".

Como los alemanes se toman las cosas muy a pecho, la prensa ha acudido a sus filósofos para que les inunden de consejos en estos tiempos de zozobra financiera. En Die Zeit, el célebre pensador marxista Jürgen Habermas ha encontrado las causas de todo este embrollo en «la caída de la Unión Soviética» pues «produjo en Occidente un fatal triunfalismo. El sentimiento de que la Historia del mundo se estaba enderezando ejerció un efecto muy tentador» (http://www.zeit.de/2008/46/Habermas).

Y no podía faltar Hans Magnus Enzensberger, escritor y pensador marxista, quien califica El Capital hoy día como «un libro inteligente, poderoso en su análisis».

El diario británico The Guardian abrió un foro donde preguntaba a sus lectores si habían leído El Capital. Casi la mitad de ellos confesó que sí. Les apunto que ese libro se compone de varios tomos, cada uno de ellos con más de 400 páginas, (pueden leerlo en http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital.htm).

Como ya saben, Carlos Marx denunciaba que el dinero era el gran tirano, y que los capitalistas comerciaban con el trabajo como si fuera una mercancía: de ahí obtenían sus plusvalías para multiplicar el dinero. Todo esto creaba un círculo que cuando se paralizaba, producía desempleo, pobreza y penurias. Al final, esta masa de desesperados, se organizaría y derrumbaría al capitalismo para eliminar la propiedad privada y ese modo de producción.

Y ahora, abramos el debate: ¿estamos ante el fin del capitalismo? Lo peor del capitalismo es el nombre: suena fatal. Al menos en Europa. La imagen del capitalista que aparece en las tiras cómicas siempre es la de un señor gordo en frac, con puro y chistera.

Hasta donde me llegan las luces, es un sistema económico basado en el respeto a la propiedad privada, en el derecho a crear empresas, y en unas reglas del juego donde se compran y se venden productos en libertad. ¿Alguno de ustedes renuncia a su casa? ¿Alguno de ustedes se niega a comprar en Zara por ser una empresa que busca plusvalías? ¿Le gustaría que todos los productos tuvieran precios fijos y que el Estado ordenara qué se compra y cuánto? Si usted es de esos y vive en España, se ha equivocado de país.

Sigamos. El principal escollo del capitalismo es que compra y vende todo, absolutamente todo. Y de la forma más rabiosa que se pueden imaginar. Si uno entra en eBay puede contemplar que la gente vende cámaras o teleféricos, pero también una chica puso su virginidad en subasta. En un diario rumano, un señor cambiaba a su mujer por un coche, y salvo entregar el alma al diablo, se puede seguir rascando hasta ver que se comercia con las cosas más inverosímiles como las hipotecas basura, los bonos de alto riesgo y hasta el tiempo meteorológico.

Lo que todos criticamos es eso, los excesos del capitalismo.Suena mejor decir que uno es partidario de la economía de libre mercado, y defender el fair play como quien defiende un buen partido de fútbol. Pero a nadie le gusta que le llamen capitalista, porque le están poniendo del lado de los que abusan del sistema.

Ahora bien, hay que reconocer que esta crisis ha producido situaciones que son para troncharse de risa. Hace unos meses, medio mundo criticaba a Hugo Chávez por nacionalizar algunos bancos y empresas.Y luego, los neoliberales anglosajones aceptaban que sus gobiernos nacionalizasen bancos, que encima, estaban descalabrados por su codicia.

Los socialdemócratas se sienten triunfantes y no dejan de tener razón. Se están frotando las manos porque han visto que sus enemigos neoliberales ahora defienden el Estado, la regulación y la vigilancia.Y eso es precisamente lo que ha hecho el G-20 en Washington, emitiendo un manifiesto que se puede resumir en tres palabras: «Controlemos, vigilemos, regulemos». Y hasta han sacado del baúl de los recuerdos a Lord Keynes, cuyo concepto del capitalismo era precisamente ése: el Estado debe regular la economía. Para Die Zeit, Keynes después de muerto se ha convertido en «el salvador del capitalismo».

¿Va a perdurar el capitalismo?

«Lo más sorprendente del capitalismo es que siempre sigue ahí», respondía Die Zeit. El ensayista Enzesberger añadía en Der Spiegel: «El capitalismo puede con todo: con la democracia, con la dictadura, con el fascismo e incluso con el partido chino que se autodenomina comunista».

¿El mejor análisis? Un chiste de The Economist. El dibujante mostraba a un grupo de personas en una tienda, comprando camisetas que llevaban grabadas estas palabras: «¡Muera el capital!». Y se veía al feliz dueño de la tienda diciendo a alguien por teléfono: «Chico, he encontrado otro negocio estupendo».

No hay comentarios:

Publicar un comentario