miércoles, 10 de diciembre de 2008

Acaudalados países del Golfo buscan tierras fértiles en el exterior

ABU DABI.- Los primeros ministros de Qatar y Kuwait viajaron por separado a Camboya este año para discutir la adquisición o alquiler de tierras para el cultivo de arroz. El presidente de los Emiratos Árabes Unidos, jeque Khalifa bin Zayed Al Nahyan, visitó Kazajastán para discutir también inversiones agrarias.

Dubai World, un consorcio controlado por el gobierno de ese emirato, dijo en octubre que iba a crear una nueva subsidiaria para inversiones globales en una serie de materias primas, incluyendo alimentos.

El sector privado tiene también planes similares.

El Saudi Binladin Group, por ejemplo, está considerando invertir más de 4.000 millones de dólares para cosechar alimentos en Indonesia, dijo Salim Segaf al-Jufri, embajador indonesio en Arabia Saudí. Bajo el proyecto, la compañía produciría arroz basmati en Sulawesi, Papúa y Java occidental.

La mayoría de esas negociaciones se están realizando en privado. De las compañías contactadas para que comentasen, ninguna discutió las inversiones detalladamente.

Eso pudiera ser porque muchos de los acuerdos están siendo alcanzados en países volátiles, como Pakistán y Sudán, que tienen serios problemas graves con el suministro de alimentos. La idea de sacar del país cultivos para alimentar a extranjeros ricos pudiera causar disturbios.

"Esos países tienen muchos problemas políticos", dijo Eckart Woertz, especialista económico del Gulf Research Center, que estima que los recursos acuíferos del golfo estarán agotados en unos tres decenios. "La gente se rebela cuando no tiene comida".

Expertos dicen que las inversiones agrícolas, si se hacen bien, pudieran ser beneficiosas para todas las partes. El Golfo recibe una mayor seguridad de suministros de alimentos y los países pobres se benefician de nuevos empleos y mejor tecnología.

Pero también existen preocupaciones.

El director de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Jacques Diouf, ha advertido que la adquisición de tierras de cultivo por extranjeros, si no es hecha con cuidado, pudiera "crear un pacto neocolonial ... y condiciones de trabajo inaceptables para los trabajadores agrícolas".

Aún así, algunos países están buscando esas inversiones.

Pakistán, que ya es una fuente clave de mano de obra para las naciones del golfo, ha estado entre los más activos en esa dirección. Esta primavera, Islamabad ayudó a organizar una feria en Dubai dirigida a estimular las inversiones en las industrias agraria y láctea de Pakistán.

Huma Fakhar, socio en el MAP Services Group, un grupo de asesoría e investigaciones del comercio que patrocinó la feria, dijo que Pakistán es una opción lógica para las inversiones del golfo.

"Nosotros proveemos el capital humano y las materias primas, y ellos proveen el capital financiero y el conocimiento tecnológico", dijo.

Fakhar dijo que un inversionista de Abu Dhabi, a quien no nombró, compró 16.000 hectáreas de tierra agrícola en la provincia pakistaní de Baluchistán el año pasado. Dos firmas privadas de los emiratos, Emirates Investments Group y Abraaj Capital, han expresado también interés en invertir directamente en la agricultura pakistaní, dijo.

No todas las inversiones consisten en compras de tierras.

Naciones del golfo, junto con el gobierno chino, han invertido centenares de millones de dólares en un enorme proyecto de hidroeléctrica en el norte de Sudán. El Dique Merowe, en el Nilo, está siendo construido principalmente para producir electricidad, gran parte de ello para usos agrícolas, como riego y extracción de agua subterránea.

Abu Dhabi, Kuwait, Arabia Saudí, Qatar, Omán y un fondo panárabe basado en Kuwait han estado proveyendo dinero para el proyecto, mientras que China ha prometido la mayoría de los préstamos para el tendido de cables y subestaciones de generación.

Aún así, las dudas persisten.

"No se trata solamente de invertir en una granja, sino de desarrollar todo un sector", declaró Woertz. "La gente del golfo no son granjeros. ¿Por qué no dejarle esa tarea a especialistas?".

Najieb Khoory, que ha cultivado en el desierto durante dos décadas, está de acuerdo.

"Si existe un problema grande, lo primero que ese país productor va a hacer es frenar esa exportación", dijo Khoory, co-dueño y director administrativo de la compañía Mirak.

"Por supuesto que es arriesgado".

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