sábado, 20 de diciembre de 2008

Bush deja a Obama el destino de la industria automotriz

WASHINGTON.- El salvavidas financiero del presidente George W. Bush por 17.000 millones de dólares para General Motors Corp. y Chrysler LLC significa que ninguna de estas compañías perecerá mientras él ocupe la Casa Blanca; sin embargo, deja la suerte de la alguna vez orgullosa industria automotriz al gobierno entrante de Barack Obama.

A poco más de un mes de dejar el cargo, Bush presentó su rescate como "un paso que desearíamos no fuera necesario", pero que salvará al país de un golpe económico desastroso.

Por tal medida, Bush recibió un elogio considerable de los demócratas, de Chrysler y GM, un reconocimiento señaladamente más atemperado por parte del sindicato United Auto Workers (UAW) y el menosprecio de compañeros republicanos, al mismo tiempo que preserva una libertad total para su que su sucesor comience de nuevo el 20 de enero.

Cualesquiera que sean los términos, objetivos o requerimientos de los préstamos establecidos por el Departamento del Tesoro del gobierno de Bush, funcionarios de éste último señalaron que el presidente electo Obama era libre de cambiarlos a su albedrío.

Debido a que los préstamos fueron ordenados por el gobierno, y no por mandato legislativo, el flujo de dinero y las condiciones de pago están literalmente escritos en documentos que puede modificar el presidente nuevo. Obama puede aliviar o endurecer provisiones en negociaciones futuras.

Como era de anticiparse, el sindicato de trabajadores de la industria automotriz fue el primero en buscar cambios.

Bush, quien no ha tenido una relación particularmente amigable con el sindicalismo, quería que el UAW aceptara concesiones salariales y de prestaciones que igualarían en compensación a los trabajadores sindicalizados con los empleados que producen autos japoneses en fábricas de Estados Unidos.

El senador Carl Levin, demócrata por Michigan, objetó la medida, y el secretario del Tesoro Henry Paulson acordó un cambio que señala que la compensación podría ser competitiva, aunque no igual.

Sin estar aún satisfecho, el director legislativo del sindicato Alan Reuther dijo, "UAW cree que estas provisiones culpan de manera injusta a los trabajadores. Ellos no son parte del acuerdo que la Casa Blanca celebró con el Congreso. Creemos que deberían ser retiradas".

Es el tipo de detalle que probablemente surgirá una y otra vez mientras el nuevo gobierno trate de asegurar la supervivencia de la industria automotriz sin contrariar a los trabajadores sindicalizados, una circunscripción electoral clave de los demócratas.

"Sólo quiero que se asegure que cuando veamos un paquete final de reestructuración no sean los trabajadores quienes lleven la carga principal del mismo", señaló Obama.

Obama no dijo esto, pero algunos demócratas han declarado que debe el director ejecutivo de General Motors Rick Wagoner debe irse, por ejemplo.

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