domingo, 21 de diciembre de 2008

El colapso del consumo llega a los contenedores de la basura

MADRID.- Pocas industrias sufren tantos prejuicios e ideas equivocadas como la papelera. En la imaginería popular, las fotocopias, los folios consumidos en las impresoras o los cada vez más voluminosos dominicales de la prensa son la viva imagen del derroche medioambiental.

Nada más lejos de la realidad: no sólo el 70% del papel que se consume en Europa es reciclado, sino que el resto, ese 30% de papel que se saca directamente de la madera, proviene de bosques autosostenibles, es decir, plantados específicamente para ese uso. Y España, a pesar de que se sumó algo tarde a la moda verde del reciclaje no está demasiado lejos de los más avanzados en la materia, según "El Mundo".

El 63,9% de los 176 kg de papel que cada español consume al cabo del año acaba en un contenedor azul. Una cifra todavía lejana del 77% que consiguen los líderes del reciclaje (Noruega y Suiza), pero en la media de la UE, y muy superior al 42% que se obtenía hace sólo una década (además, hay que tener en cuenta que el 20% del papel que se utiliza es irrecuperable). La tendencia es creciente en las dos partes de la ecuación: en los próximos años habrá más consumo y se reciclará más porcentaje del mismo.

A pesar de la extendida creencia de que la llegada de la era digital podía acabar con la del papel impreso, lo cierto es que cada día se producen más derivados de este material y en formas cada vez más diversas. Y son los países más ricos los que más papel consumen: Luxemburgo encabeza el ranking mundial, seguido de Bélgica, Finlandia y EEUU. Una tendencia que se explica por la paradoja de que la proliferación de mails, aunque reduce el correo tradicional, también hace que más gente se descargue e imprima archivos de texto que antes ni siquiera conocería.

«Ahora todos tenemos una pequeña imprenta en casa» explica Luis del Molino, secretario general de Repacar (Asociación Española de Recuperadores de Papel y Cartón), en referencia al extraordinario aumento de la presencia de impresoras y fotocopiadoras en los hogares. Un realidad que le lleva a vaticinar que «en los próximos 15 años, parece que el consumo está garantizado».

En la misma línea se expresa Juan Jesús Maldonado, director general de Carpa, una de las principales industrias del reciclado en España y que dispone en Fuenlabrada (Madrid) de la segunda planta de clasificación más grande de Europa: «La sensación en la industria es que en el medio plazo la demanda no tiene por qué caer. La globalización está provocando un aumento en el comercio y el transporte a lugares cada vez más lejanos, que necesitan de más embalajes». Además, la incorporación de países como India y China al mercado provocará un aumento sustancial del número de potenciales consumidores.

Sin embargo, estas esperanzadoras previsiones a medio plazo no sirven para aliviar, en medio de la crisis, los problemas de una industria que ha visto como se desplomaba la demanda de papel (y con ella los precios) en los últimos dos meses. La recesión económica ha provocado una drástica caída en el consumo y un aumento de los stocks en las fábricas que han dejado los precios entre un 30 y un 40% más bajos que a principios del verano. «Hemos pasado de un mercado de demanda a uno de oferta», explica Del Molino, que pide que este fenómeno «coyuntural» no tire por la borda «los 30 años de trabajo» de la industria del reciclaje en España.

El sector papelero mueve más de 5.000 millones de euros anuales y produce 6.713.300 toneladas -de las que 4.911.200 son recicladas- que, junto con las importaciones, permiten a los españoles consumir las más de 7.707.100 toneladas que necesitan en doce meses (un 73% reciclados y un 27% virgen). Además, los 150 centros de producción que la industria tiene en España dan empleo a 17.750 trabajadores, a los que se suman 90.000 puestos indirectos en las industrias auxiliares.

Pero, además de la relevancia económica que reflejan estas cifras, el sector tiene también mucha importancia desde el punto de vista medioambiental. Por eso, Repacar acaba de comenzar una campaña de concienciación (en www.elviajedelpapel.com) en la que intenta explicar a los consumidores, especialmente a los escolares, los esfuerzos que se realizan para limitar los daños a la naturaleza.Porque los casi cinco millones de toneladas recicladas cada año en España ocuparían un espacio en vertedero equivalente a 50 estadios como el Santiago Bernabéu y emitirían a la atmósfera una cantidad de CO2 similar a la que consumen en un año 150.000 automóviles. Además, con el agua que se ahorra durante el proceso del reciclaje podría beber una ciudad como Madrid durante tres meses.

En la búsqueda de una mayor tasa de ahorro, los esfuerzos de las administraciones públicas se centran en el aumento de la eficiencia en el llamado «canal municipal» que tienen un porcentaje de recuperación, aproximadamente, del 50% -lo que supone un millón de toneladas anuales-. En el canal «industrial», que agrupa las recogidas en fábricas y grandes almacenes, hay muy poco margen de mejora, puesto que este ratio es cercano al 100%.

Maldonado recuerda como desde su empresa se están desarrollando campañas en los colegios de Fuenlabrada que están dando resultados y aboga por informar a los ciudadanos de qué se puede y qué no se puede echar en los contenedores azules. Y es que a la cinta transportadora que comienza el proceso del reciclado llegan mezclados periódicos viejos, con bolsas de plástico, CD, cajas de cartón, pañales, briks o, incluso, «baterías de coche».

Este desconocimiento podría explicar por qué ese 50% de recogida del canal municipal se contradice con el 84% de los hogares que asegura separar habitualmente el papel y el cartón del resto de sus desperdicios. Entre las capitales de provincia españolas es San Sebastián, con 71 kilos recogidos por habitante y año la que más recicla; una cifra muy superior a los 40 kilos que recogen los barceloneses y casi tres veces mayor que los 26 de los madrileños.

Unos números que mejoran año a año, pero que aún son insuficientes.Como explica Maldonado, el círculo de reutilización del papel busca la eficiencia económica tanto como la medioambiental: «Si no hubiera reciclado, la cantidad de bosque que habría que ocupar sería de tal magnitud que nos cargaríamos muchos espacios naturales».Por eso, desde la industria se insiste, como si fuera una letanía muchas veces repetida, pero pocas veces escuchada: «No se pueden echar al contenedor azul los papeles de cocina manchados de grasa, los folios con grapas, las papeles plastificados, los briks, el papel de aluminio, los pañales,...».

Un proceso que implica un pequeño, y a veces molesto, trabajo individual, que hace posible que el periódico, las servilletas o las cajas de cereales, lleguen directamente del vertedero a nuestras casas.

Los precios se desploman más de un 40% desde el verano

El precio del papel reciclado se ha desplomado desde el final del verano. Después de varios años de subidas consecutivas, la crisis también se ha dejado sentir en el sector papelero. La caída en el consumo, tanto interno como por parte de algunos de los países emergentes (China ha rebajado sus importaciones de una forma muy marcada desde el final de los Juegos Olímpicos) ha provocado que en los almacenes de las fábricas se acumulen bovinas de papel sin salida y que los productores hayan comenzado a competir en precios.

Así, el papel de periódico, que cotizaba en septiembre en un rango entre 112 y 117 euros por tonelada, cuesta ahora entre 80 y 85 euros. El cartón de supermercado, que se pagaba a unos 65 euros hace tres meses, se vende a 26 euros/tonelada. Además, desde el sector se espera que en 2009 se mantenga esta tendencia.

Luis del Molino y Juan Jesús Maldonado coinciden en que estos cambios pueden provocar que las empresas de reciclaje empiecen a cobrar por retirar el papel: «En una situación de crisis todos tenemos que hacer sacrificios, los generadores de residuos y los ayuntamientos tienen que asumir que puede que tengan que empezar a pagar por un servicio que antes les salía gratis, o por el que, incluso, cobraban».

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