domingo, 21 de diciembre de 2008

En EEUU la industria automotriz se enfrenta a un doloroso ajuste después del rescate

DETROIT.- La industria estadounidense del automóvil y sus sindicatos se enfrentan a dolorosos sacrificios y una difícil pelea para recuperarse después de que el sábado obtuvieran un alivio temporal con un paquete de ayuda pública de más de 13.400 millones de dólares.

El presidente George W. Bush defendió el rescate que él mismo anunció el viernes, afirmando que los fabricantes de automóviles han obtenido una oportunidad de reformarse sin declararse en quiebra, pero advirtió que tienen un estrecho margen de maniobra.

"Esta reestructuración requerirá grandes concesiones por parte de los actores implicados en la industria del automóvil: dirección, sindicatos, acreedores, accionistas, distribuidores y proveedores", dijo el presidente en su alocución semanal por radio.

"El momento de tomar decisiones difíciles para volverse viables es ahora, sino la única opción será la quiebra."

Frente a la amenaza de una quiebra que habría causado miles de despidos, General Motors y Chrysler aceptaron los términos de un rescate financiero del gobierno estadounidense que supondrá la entrega de créditos a partir del 29 de diciembre. También tienen pendiente un paquete de ayudas por valor de 4.000 millones de dólares, que se está debatiendo en el Congreso.

El plan estipula que los fabricantes tendrán que cumplir varias etapas para demostrar su viabilidad antes del 31 de marzo o el gobierno podría pedir la devolución de los préstamos.

Por otro lado, Canadá anunció el sábado un paquete de rescate de 3.300 millones de dólares para las filiales de Chrysler y General Motors que operan en Ontario.

"Es una etapa penosa pero necesaria para proteger la economía canadiense", dijo el primer ministro de Canadá Stephen Harper. "El anuncio de hoy no es un cheque en blanco", precisó.

El gobierno canadiense se muestra preocupado por los 582.000 puestos de trabajo que podrían perderse en Canadá en los próximos cinco años si los fabricantes estadounidenses interrumpen sus operaciones en Ontario.

El gobierno estadounidense ha establecido objetivos ambiciosos para los industriales del sector, que incluyen un recorte de dos tercios de la deuda, reducciones de sueldos y cambios de las garantías laborales para hacer que las compañías sean competitivas frente a los grupos extranjeros que operan en territorio estadounidense.

Los analistas y la prensa estadounidense consideran que los préstamos no son una garantía de supervivencia para empresas que se enfrentan a enormes desafíos y a pésimas condiciones económicas, incluyendo el desmoronamiento de la venta de coches y la falta de créditos al consumo.

Obama reaccionó al rescate de forma optimista y cauta a la vez el viernes, advirtiendo a los dirigentes del sector que "la paciencia de los estadounidenses se está terminando" y que no se puede pedir a los trabajadores del sector que soporten enteramente el peso de la reestructuración.

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