martes, 2 de diciembre de 2008

Los rusos se reencuentran con el gusto amargo de la crisis

MOSCÚ.- La crisis financiera es cada vez más palpable en Rusia, con masivos despidos y retrasos en el pago de salarios, en un país acostumbrado desde hace una década a la bonanza económica y donde el espectro de las protestas sociales había acabado por desvanecerse.

El listado de compañías forzadas a deshacerse de parte de su personal se alarga sin cesar y el impacto de la crisis ya empieza a sentirse más allá de los sectores más vulnerables, esto es, los bancos, la construcción y la metalurgia.

La industria petrolera, columna vertebral del país, también ha ingresado en la lista: la petrolera TNK-BP se dispone a suprimir 390 puestos, según el diario Vedomosti.

En el sector bancario, los recortes de personal de entre el 20 y el 40% se han convertido en "la norma", indicó el rotativo.

Y lo peor está por llegar. "La mayoría de despidos tendrá lugar en diciembre y enero", predijo recientemente el director adjunto del Servicio Federal de Trabajo, Alexandre Vovchenko.

"Los patrones prevén reducir los efectivos en unas 200.000 personas", dijo, citado por la agencia Interfax.

El desempleo oficial afectaba a 4,6 millones de personas a finales de octubre, es decir, un 6,1% de la población activa, según la oficina de estadísticas Rosstat, mientras que la cantidad de sueldos impagados se disparó en octubre un 33% para alcanzar los 143 millones de dólares.

Ante esta situación, unos 250 obreros de la construcción en Ekaterinburgo, en los Urales, cesaron su actividad en protesta por los retrasos en el pago de sus sueldos, un hecho calificado como la primera "gran huelga" en el país desde el inicio de la crisis por parte del diario Kommersant.

Rusia no ha vivido ningún gran movimiento social desde el final de los años 90, cuando los mineros, en particular, salieron a la calle para reclamar sus sueldos, impagados desde hacía seis meses.

El sociólogo Evgeni Gontmakher, de la Academia de Ciencias, estimó no obstante que "por ahora, no es mucha la gente afectada verdaderamente por la crisis. Pero los otros sienten que las cosas van a empeorar y se inquietan".

"Es posible que haya conflictos sociales, pero no a escala nacional. Incluso si se da un desempleo masivo, los sindicatos son demasiado débiles y están demasiado desunidos para organizar protestas en masa", señaló.

Cuidándose de mantener al país bajo control, el primer ministro, Vladimir Putin, exhortó a finales de noviembre a los responsables de su partido, Rusia Unida, a "estar preparados para una transformación estructural del mercado de trabajo" y les recomendó alentar la creación de empleos en las regiones. Igualmente, anunció una subida de las ayudas al desempleo.

Según la socióloga y militante para los derechos sociales Carine Clement, la población padece además medidas de desempleo técnico, sobre todo en las fábricas instaladas fuera de la capital.

Privados de una parte de sus ingresos y primas, muchos rusos perciben ahora "sueldos miserables" y se ven obligados a recurrir a sus ahorros, algo que los afecta mucho al "haberse acostumbrado a un cierto nivel de vida", afirma Clement.

Los "casos más dramáticos" afectan a las ciudades o regiones que dependen de una sola fábrica o industria, subraya esta experta, que cita como ejemplo las urbes de Tcherepovets, al noroeste del país y Tcheliabinsk, en los Urales, estrechamente vinculadas al sector metalúrgico.

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