lunes, 1 de diciembre de 2008

Noviembre menos amargo / Carmen Tomás

Un informe de Ahorro Corporación conocido estos días ponía blanco sobre negro que el sistema financiero acabará necesitando más pronto que tarde la entrada de capital público. También el Banco de España ha señalado que no descarta fusiones en el sector financiero español. Cada día que pasa parece más claro que el sector -no todas las entidades- va a adentrándose en un periodo oscuro donde la morosidad se presenta insostenible.

Recuerdo cuando de forma contundente desde el Gobierno se ha venido repitiendo que no había problemas de solvencia, sino de liquidez. Sin embargo, el ritmo del desempleo y la falta de dinero en todo el mundo para que las empresas puedan sanear sus cuentas se han convertido en el verdadero quebradero de cabeza de bancos y cajas. Los créditos morosos van a ser las 'subprime' españolas. Ya vemos cómo el sector de la construcción se apunta al concurso de acreedores.

En todo caso, parece que las bolsas ya han hecho un ajuste duro en lo que va de año y muchos piensan que aún así puede darse, al menos lo esperan, el rally de fin de año. El IBEX suma cinco meses de pérdidas y noviembre ha cerrado por debajo de los 9.000 puntos.

Algunos hablan de mejor tono. Pero no cabe duda de que únicamente el cambio en la Casa Blanca podría dar alas a unos mercados asustados, horrorizados, podría decirse, con la profunda magnitud de la crisis mundial, económica y financiera.

Parece que empieza a llegar a algo de dinero y el euribor da una tregua a los hipotecados españoles. De momento apenas se nota, pero todo apunta a que en meses sucesivos el alivio irá siendo algo mayor.

Sin embargo, España acumula problemas propios que de ninguna manera se van a resolver con las medidas que nuevamente ha puesto encima de la mesa el Gobierno. El ajuste en términos de paro en de un calado único en Europa y nada de lo que hace pone el dedo en la diana de la solución ni a corto plazo, ni lo que es más grave, a largo plazo. Más gasto público detraerá recursos para el sector privado y la recesión podría alargarse más allá de lo previsto inicialmente.

Y, desde luego, sin medidas de calado, que cambien con reformas estructurales nuestro modelo productivo y nuestro mercado de trabajo, educativo y energético difícilmente estaremos preparados como otros para remontar cuando el mundo se mueva en positivo. Los inversores aún andan miedosos, aunque algunos aseguran ya que sin prisa las ofertas empiezan a ser una realidad. Es una cuestión de fe.

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