lunes, 22 de diciembre de 2008

Todo a peor / José Antonio Zarzalejos

La escalofriante entrevista que ayer se publicó en El País con el gobernador del Banco de España, la primera en profundidad que concede, remite a un escenario socio-económico verdaderamente dramático. "Nadie se escapa de la parálisis", afirma Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que subraya que "los consumidores no consumen, los empresarios no contratan, los inversores no invierten y los bancos no prestan", y remata: "La desconfianza es total".

La verdad es que la descripción de la situación no por pesimista deja de ser cierta. Hora era de que se dijesen las cosas como son, más allá de apelaciones a un "optimismo patriótico", que es el que acostumbra a manejar con donaire el presidente del Gobierno.

Sobre el diagnóstico del gobernador del Banco de España puede sustentarse la afirmación de que la situación tiende a empeorar en todos los aspectos. También en el político.

La izquierda más dura -Izquierda Unida- ha optado por el discurso contundente del comunista Cayo Lara, y el sindicato más importante, Comisiones Obreras, ha sustituido a un pragmático y burócrata José María Fidalgo por un secretario general -Ignacio Fernández Toxo- que augura un discurso más radicalizado.

La crisis, el desempleo, el fracaso de la regulación del libre mercado y las excrecencias morales que está mostrando la recesión son circunstancias que favorecen la emergencia de dinámicas antes preteridas y que se pensaban periclitadas. Vuelve, que nadie se engañe, una oleada ideológica que reivindica un remozado marxismo social.

El Gobierno y la oposición, sin embargo, no parecen salir de su tono mediocre y rutinario pese a los avisos de todo orden que reciben de la sociedad y de las instancias institucionales independientes. Mientras el PP persiste sumido en una confusión desconsoladora, el Gobierno, además de sacar adelante unos Presupuestos fallidos, se ha sumergido en una negociación bilateral con la Generalidad de Cataluña para acordar la financiación de esa comunidad autónoma que está encendiendo a las demás y quebrando el modelo estatal unitario y autonómico yendo, de hecho, hacia prácticas federales e, incluso, confederales.

El conflicto se avizora en el reparto de fondos a las Autonomías y es una realidad cuajada y preocupante en la Universidad y en la Justicia. Los universitarios insisten en sus movilizaciones contra el Plan Bolonia como pretexto para mostrar su desazón y malestar, y los jueces y magistrados se plantean, retadoramente, una serie de huelgas y protestas activadas, desde luego, por sus deficientes condiciones retributivas y laborales, pero también por el cambalache en la designación de su órgano de Gobierno, el Consejo General del Poder Judicial.

Todo, en consecuencia, a peor en una coyuntura en la que desconfianza social se ha enseñoreado de una España que, después del sorteo de lotería de Navidad, se dispone a despedir el año 2008 en medio de las más graves incertidumbres de las últimas décadas. Nadie duda ya de que la actual es la segunda Gran Depresión.

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