En declaraciones a la BBC poco después de que la Oficina Nacional de Estadística confirmase el segundo trimestre consecutivo de crecimiento negativo, Brown garantizó que su gabinete, que en breve revisará las cifras de crecimiento para este año, combatirá la situación "con cada arma a su disposición", si bien insistió en que la mejora descansará en el grado de colaboración entre los países.
De esta forma, frente al último episodio de contracción, en 1991, o la grave crisis de los 80, a la que hay que remontarse para encontrar una caída tan pronunciada como el 1,5% de los últimos tres meses de 2008, para Brown la coyuntura actual es "diferente", puesto que no está motivada por el alza de los precios o causas internas y las grandes economías del planeta, incluyendo Estados Unidos, se encuentran en la misma posición que la británica.
En consecuencia, a su juicio, la reacción debe ser diferente a la adoptada en el pasado: "Cada recesión en los últimos 60 años en Reino Unido había estado causada por la inflación y había sido generada de forma doméstica", incidió, frente a la "completamente diferente clase de evento" que caracteriza a la presente, "resultado de una crisis bancaria global".
Por ello, descartó estimar una duración para la actual situación, a la espera de las conclusiones de la cumbre que el G-20 celebrará el 2 de abril en Londres y en la que las grandes potencias y los países emergentes tratarán de establecer nuevas fórmulas de respuesta ante las consecuencias que el colapso crediticio ha supuesto para la economía internacional en su conjunto.
En cualquier caso, aprovechó para reivindicar la reacción adoptada hasta ahora por su gabinete para evitar el derrumbamiento del sistema bancario y, consecuentemente, los efectos que esta deriva llevaría aparejados, con un plan de rescate inicial que permitió recapitalizar las balanzas de las entidades financieras y un segundo paquete de medidas para estimular el préstamo a las familias y los negocios.
Un contexto que, pese a los "máximos tiempos de dificultad" actuales, permite sostener que los "bloques de construcción" para la recuperación económica están erigidos y que su Gobierno tiene las "respuestas adecuadas". Pese a ello, el ministro del Tesoro, Alistair Darling, ya ha avanzado que en el proyecto de presupuestos que presentará en marzo corregirá las estimaciones de crecimiento, ya que en principio su previsión apuntaba al regreso del saldo positivo a final de este año.
Así, tras el 1,5% negativo del último trimestre, hasta tres décimas por encima de las estimaciones más pesimistas, peor al de la recesión de la década los 90 y que obliga a remontarse al segundo trimestre de 1980, la previsión global calcula que, en el conjunto de 2009, el recorte será del 2,1%, frente a la horquilla de entre el 0,75% y el 1,25% que Darling había estimado el pasado noviembre.
Pese a ello, Brown declaró que las disonancias se produjeron en el cálculo del nivel que alcanzaría la crisis, puesto que "hubo un fallo total de los mercados, que se contrajeron", pero insistió en que el resultado, confirmado hoy con la recesión, "es diferente de cualquier cosa a la que se haya hecho frente en el pasado".
Por su parte, el Partido Conservador consideró que la respuesta del Gobierno ha sido errónea, al recurrir a un alto nivel de endeudamiento que llevará décadas superar y que ha situado el actual contexto como el peor "en una generación", según el portavoz de Economía, George Osborne.
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