domingo, 25 de enero de 2009

¿Dónde invierte Obama su dinero?

NUEVA YORK.- Según el viejo dicho, la mujer del César, además de ser honrada, debe parecerlo. Algo muy similar, pero sin regusto machista, podría aplicarse perfectamente al caso de los políticos, pero al revés. No sólo es importante que parezcan honrados, sino que lo sean. Y ése va a ser el gran cometido de Obama en esta legislatura.

Las cuentas del nuevo presidente de Estados Unidos están muy saneadas. Aunque haya sido senador, Obama no acumula una fortuna personal inmensa, como John Kerry o John McCain, ex candidatos a la Presidencia. Ni está casado con una millonaria heredera o un exitoso conferenciante, como Hillary Clinton. Sus ingresos como abogado o político hasta el año pasado fueron modestos, pero con el inicio de la carrera presidencial, todo cambió, revela "El Mundo".

En 2007, Obama tuvo unos ingresos de algo más de cuatro millones de dólares (alrededor de 3.183.308 euros al cambio actual). Curiosamente, la mayor parte de ellos procedía de los derechos de autor de sus libros o de los adelantos de los mismos. En concreto, la editorial Random House le pagó más de tres millones por sus obras Sueños de mi padre y La audacia de la esperanza: opiniones sobre la reivindicación del sueño americano, ambos best sellers mundiales.

Gestión. Ser capaz de ganar varios millones de dólares gracias a libros publicados (y alguno por publicar todavía, como uno infantil) podría ser una demostración de valía, tanto como escritor como negociador. Pero la realidad es que se deben, sobre todo, a su nuevo cargo.

Una vez ganado, ¿dónde pone su dinero un presidente? El balance de sus operaciones en 2008 es ambiguo. Algunos de sus fondos han logrado ganancias y otros se han estrellado estrepitosamente.Su mayor apuesta, unos 150.000 dólares, fue con el fondo Vanguard FTSE del índice social, que en pocos meses se ha desplomado un 42%.

La misma suerte corrió su inversión en el fondo Large Cap Value, de Goldman Sachs, que perdió un 37%, pero en ese caso su aportación fue pequeña, entre 1.000 y 15.000 dólares únicamente. No todo fueron malas decisiones. El capital invertido por Obama en el fondo PIMCO Total Return (entre 1.000 y 15.000 dólares) se revalorizó un 4% en 2008. No es una fortuna, pero viendo el balance de todos los vehículos de inversión, tampoco es un mal resultado.

El mensaje que se puede extraer de sus aportaciones es que Obama arriesga, pero no demasiado. Tiene arrojo como para poner su dinero en frentes abiertos, pero ni se lo juega todo ni lo hace en las opciones más tentadoras. Y, sobre todo, es previsor, pues ha destinado la nada desdeñable cantidad de 200.000 dólares a una cuenta de estudio para pagar la universidad de sus hijas en el futuro. Una cantidad que parece exagerada en Europa, pero que es bastante apretada en EEUU si se trata de pagar la matrícula en las mismas universidades de prestigio en las que estudió Obama.

El balance general es que el nuevo presidente de Estados Unidos, sin contar con la misma fortuna familiar que Bush, por ejemplo, ha sabido gestionar muy bien sus finanzas. Con 47 años y el cargo público más relevante del mundo, Obama tiene un patrimonio que David Budworth, de The Times, ha fijado entre dos y siete millones de euros, aunque la cifra real esté probablemente cerca de la mayor. Está muy lejos de los 236 millones de dólares que acumula la senadora más rica del país, Jane Harman, del Partido Demócrata, pero no es nada desdeñable.

Su experiencia ejecutiva es mínima, por lo que nunca ha tenido que gestionar presupuestos. ¿Pero qué sabemos de la forma de administrar sus propios ingresos de Obama? ¿Sirven los números de Obama para saber si será un buen gestor? David Budworth se preguntaba eso mismo hace pocos días, sugiriendo que las actividades económicas del ex senador podrían utilizarse para saber cómo responderá al enorme desafío en el que se acaba de embarcar: sacar a Estados Unidos de la crisis.

Budworth resaltaba en su escrito que la mayor laguna en la legislación norteamericana es la referente a hipotecas, puesto que los políticos no están obligados a detallar la cuantía y los detalles de sus préstamos. Obama compró en 2005 una casa en Chicago, cerca de la Universidad en la que daba clases, que le costó algo más de un millón y medio de dólares. Para pagarla, obtuvo una hipoteca del Northern Trust de 1.320.000 dólares. ¿Qué quiere decir? Que Obama, en su vida personal, no teme a los números rojos si cree que el proyecto merece la pena. ¿Hará lo mismo con el país?

Deudas. Una buena noticia para el presidente, y quizá para todos los ciudadanos, es que no hay registro de deudas importantes en las cuentas de Obama. Cuando los débitos superan los 10.000 dólares (por ejemplo en tarjetas de crédito), deben ser declarados, y éste no es el caso. Teniendo en cuenta que gran parte de la crisis internacional actual se debe a los endeudamientos, es positivo saber que Obama, al menos con su dinero, no es proclive a gastar más de lo que tiene.

Es verdad que los excesos de la política y el despilfarro del dinero público es una constante, independientemente del país y del signo ideológico de los dirigentes. Pero, a pesar de las semejanzas, existe una gran diferencia entre los sistemas de control vigentes a ambos lados del Atlántico.

A diferencia de la mayoría de los europeos, los políticos norteamericanos están obligados a hacer público cada año su estado financiero, incluyendo el patrimonio familiar, la cuantía de sus inversiones y las posibles deudas. Lo que vale para gobernadores, congresistas y senadores vale también para el hombre más poderoso del mundo, el presidente.

De cara al futuro, Obama no debe preocuparse por sus finanzas.Hillary Clinton, ahora secretaria de Estado, en 2007 declaró unos ingresos de 10 millones de dólares, procedentes, en su mayoría, de las conferencias de su marido, el ex presidente Bill Clinton.A Obama, con su fama de buen orador, ofertas para hablar en público no le faltarán.

Nadie se salva


En la Edad Media, cuando se propagaba una epidemia de peste, las clases más desfavorecidas se consolaban recordando que, por una vez, nadie estaba a salvo. Ni reyes ni campesinos, ninguno tenía opciones de esconderse o evitarla. Lo mismo ocurre con las crisis financieras. Aunque los muy ricos estén mejor preparados y no sufran en el mismo grado las consecuencias de las pérdidas, nadie está a salvo. El mejor ejemplo puede que sea el del presidente saliente de Estados Unidos, George W. Bush, quien confesó la pasada semana en una entrevista en la CNN con Larry King que él mismo ha sido una víctima del 'tsunami' financiero. El republicano admitió, con una increíble tranquilidad, que no tenía idea de cuánto había perdido. Sin duda, Bush no está ni tendría por qué estar preocupado. De hecho, tenía invertido su dinero en un fideicomiso ciego, es decir, un fondo sobre el que él no tenía control durante la Presidencia, para evitar posibles intervenciones irregulares durante su mandato. Los gestores lo hacían todo por él.

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