lunes, 5 de enero de 2009

El valor del estraperlo entre España y Marruecos se estima en 440 millones de euros oficialmente

MELILLA.- Decenas de marroquíes se apresuran cada día por entrar en Melilla a través de la frontera peatonal de Barrio Chino. Ante los angostos tornos azules, entre vallas de alambradas que dan acceso a la ciudad, se agolpan entre 300 y 400 porteadoras.

Unos 8.000 porteadores, en su mayoría mujeres, de lunes a jueves entran a pie en Melilla para después regresar a Marruecos con enormes bultos de mercancías de contrabando: desde neumáticos hasta ropa usada, según "El País".

En 2006, el valor del estraperlo fue de 440 millones de euros, según la última evaluación de la delegación del Gobierno de la ciudad, aunque desde Marruecos se calcula que de Ceuta y Melilla salen productos por un valor superior a los 1.400 millones al año.

Los réditos del contrabando, junto con el blanqueo del dinero del hachís, explican, en parte, que después de Madrid, las sucursales bancarias de Ceuta y Melilla sean las que más dinero acumulan en depósitos, según un informe de Caja España.

De ser cierta la estimación marroquí, la cifra equivale a las exportaciones de España a Argelia en 2007. Si se suma a ese "comercio atípico", como lo llaman púdicamente los melillenses, las exportaciones legales, España es el primer socio comercial de Marruecos, por delante de Francia.

Del contrabando viven directamente 45.000 personas en Marruecos y otras 400.000 indirectamente, según la Cámara de Comercio Americana de Casablanca.

Numerosos habitantes de provincias cercanas, sobre todo de Fez, se han empadronado en Nador para poder vivir de los trapicheos que se generan en torno a la ciudad española, de 12 kilómetros cuadrados y 71.000 habitantes, cuyo único objetivo es esconderse en algún camión para colarse en Melilla.

Hay que pagar a los miembros de las fuerzas auxiliares (un cuerpo militarizado de apoyo a la policía) y aduaneros entre 5 y 10 dírhams (0,45 y 0,90 euros), depende del tamaño del fardo y del contenido. El semanario de Casablanca Al Ayam calculó en 2002 que policías y aduaneros destinados en las fronteras de Ceuta y Melilla se embolsaban al año 90 millones de euros en propinas.

Por cada bulto que introducen en Marruecos, las porteadoras se sacan entre 30 y 60 dírhams (2,7 y 5,4 euros), aunque si son de los gordos, de los que pesan hasta 100 kilos y que hay que empujar para que rueden, se puede cobrar hasta diez euros.

De ahí que, una vez en Melilla, corran hasta los almacenes, carguen la mercancía, regresen a Marruecos, entreguen el contrabando y se pongan de nuevo en las colas -hombres y mujeres hacen fila por separado- para cruzar la frontera. Cuantos más viajes efectúen al día -nunca logran hacer más de tres-, más dinero ganan.

A veces, los aduaneros marroquíes hacen allí la vista gorda y tienden la mano; a veces se vuelven escrupulosos y decenas de contrabandistas corren entre los coches atascados perseguidos por los funcionarios con sus uniformes azul claro, empeñados en incautarles la mercancía. En alguna ocasión, el porteador ha retrocedido para ponerse a salvo del lado español y, siguiendo sus pasos, el aduanero ha cruzado la raya.

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