viernes, 23 de enero de 2009

La Reserva Federal, con su herramienta monetaria agotada, analiza la coyuntura

WASHINGTON.-La Reserva Federal, que ya ha usado casi hasta su límite el abaratamiento del crédito para estimular la economía de Estados Unidos, discutirá su política monetaria, que a los mercados poco importa.

Desde septiembre de 2007 la Reserva ha bajado la tasa de interés interbancario de corto plazo desde el 5,5 hasta un margen de entre el 0 y el 0,25 por ciento, una generosidad para los consumidores que hubiese tenido un impacto sustancial si no fuera porque Estados Unidos se encuentra en una recesión prolongada.

Las condiciones son favorables para que se mantenga una política monetaria tan generosa: los precios de consumo en todo 2008 subieron sólo el 0,2 por ciento, según las cifras preliminares del Departamento de Trabajo.

La inflación, que ha sido la preocupación central de la Reserva históricamente, no se ha acelerado aunque el gobierno ya volcó 350.000 millones de dólares en socorro para instituciones financieras.

El Gobierno de Barack Obama cuenta con otros 350.000 millones para el sistema bancario, al tiempo que el Congreso estudia otra terapia de 825.000 millones de dólares en rebajas tributarias y gasto público para revivir la economía.

Janet Yellen, presidenta del Banco de la Reserva Federal en San Francisco y miembro con voto del Comité de Mercado Abierto, dijo que por ahora a los responsables de la política monetaria no les preocupa que las carretadas de millones volcadas por el gobierno en diversos programas estimule la inflación.

"Siempre tenemos la opción de reducir la liquidez si es que llega el momento de evitar la inflación", declaró Yellen en un discurso hace unos días en San Francisco.

"Pero mientras sigue subiendo el desempleo y las firmas financieras continúan en problemas, todavía no ha llegado ese momento", dijo.

Con la munición de política monetaria casi agotada, la Reserva ha estado usando otras armas de su arsenal para estabilizar los mercados financieros.

Este mes puso en marcha, por ejemplo, un programa de 500.000 millones de dólares para la adquisición de títulos de hipotecas de alto riesgo de las firmas paraestatales Fannie Mae, Freddie Mac y Ginnie Mae.

Los mercados, que en otras circunstancias estarían pendientes de la decisión del Comité de Mercado Abierto y de los matices en el texto de su comunicado, están más atentos a la suerte en el Congreso de un programa de estímulo económico patrocinado por el presidente Barack Obama.

Si bien casi la totalidad de los legisladores, tanto de la mayoría demócrata como de la minoría republicana, coinciden en que es necesaria una vigorosa intervención gubernamental en la coyuntura económica, los detalles del programa han logrado menos consenso.

Muchos legisladores desconfían del manejo de las enormes cantidades asignadas a la estabilización financiera: hasta ahora poco se sabe de cómo empleó el gobierno del presidente George W.

Bush un monto de unos 350.000 millones de dólares aprobado en octubre, y cómo usará los otros 350.000 millones de dólares la administración novata de Obama.

Para los consumidores y las empresas, la incertidumbre sigue siendo grave: los bancos siguen sin otorgar préstamos, las firmas siguen despidiendo trabajadores, y los consumidores siguen restringiendo su gasto que, en Estados Unidos, representa más de dos tercios de la actividad económica.

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