domingo, 25 de enero de 2009

Los tres grandes desafíos que esperan al nuevo presidente de EE UU

WASHINGTON.- Obama se enfrenta al colapso del sistema financiero, a la recesión y al desequilibrio fiscal, pero cuenta para ello con más de un billón de dólares, según "El Mundo".

El ex presidente del Gobierno español José María Aznar ha declarado que con Obama Estados Unidos se enfrenta a «un previsible desastre económico». En realidad, el desastre económico ya está en marcha.Y a un ritmo aparentemente imparable. De hecho, la magnitud de la catástrofe es tal que los 1,175 billones de dólares que Obama tiene para reactivar la economía este año parecen ya insuficientes para frenar la mayor recesión en siete décadas. El propio Obama ha reconocido la gravedad de la situación con una medida que es a la vez simbólica y de una importancia práctica enorme: un cambio de su agenda.

Desde hace seis décadas, el presidente de EEUU recibe, a las 8 de la mañana, lo que en el argot político de EEUU se denomina la Matriz de Amenazas: un informe elaborado por las agencias de inteligencia de EEUU sobre el estado del mundo. A partir de ahora, ese documento también va a contener información económica.Obama también quiere que las reuniones diarias que mantendrá con su consejero de Seguridad Nacional y con el director de la CIA se complementen con un encuentro con su director del Consejo de Asesores Económicos, el ex secretario del Tesoro con Clinton (y sobrino de dos Premios Nobel de Economía), Larry Summers.

Así que Obama se ha tomado la crisis muy en serio. Es algo lógico, dada la magnitud del problema al que se enfrenta. Para entender la muralla ante la que se encuentra el nuevo presidente de Estados Unidos bastan tres cifras. La primera es 2,6 millones. Ese es el número de estadounidenses que perdieron su empleo en 2008.La segunda cantidad es medio millón: ése es el ritmo de destrucción de empleos mensual sólo en noviembre y diciembre del año pasado, cuando Obama ya era presidente electo. Finalmente, la tercera cifra es 210: el número de años que al Estado de EEUU le costó crear la deuda pública que ha generado en los últimos tres meses.

El colapso del sistema

El autor de esa última estimación es John Dearie, vicepresidente del Foro de los Servicios Financieros, una organización empresarial formada por las 17 mayores aseguradoras y bancos estadounidenses, más los suizos UBS y Credit Suisse y el británico HSBC. Si alguien sabe de la extrema gravedad de la economía de EEUU es Dearie.De hecho, de los 20 miembros del Foro, uno -la aseguradora AIG- está nacionalizado, y otros dos -Citigroup y Bank of America- están, de facto, en manos del Estado. Como escribió en una nota a sus clientes el consultor Ed Yardeni, de la empresa del mismo nombre, el miércoles, después de la jura del cargo de Obama, «descanse en paz el sector bancario de EEUU».

Esos problemas -el colapso del sector financiero, la recesión y el desequilibrio fiscal- son las tres bestias a las que Obama deberá hacer frente. Para ello tiene una munición de 900.000 millones de euros, o 1,175 billones de dólares, divididos en dos partes. Por un lado, están los 350.000 millones de dólares (270.000 millones de euros) del plan de rescate de los bancos que aún no se han utilizado, y cuyo uso fue autorizado por el Congreso la semana pasada. Por otro, 825.000 millones de dólares (630.000 millones de euros) del programa de estímulo económico que el Congreso ya está debatiendo. A esos dos elementos se suma otro factor, difícil de cuantificar: la varita mágica que supone el cambio regulatorio, que se va a aplicar en un momento en el que el sector financiero depende del Estado para sobrevivir.

De hecho, ese último factor va a jugar un papel esencial en los próximos meses. Y lo va a hacer a la hora de determinar a quién y cómo los bancos dan dinero. El jueves, el nuevo secretario del Tesoro, Tim Geithner, entregó un documento al Congreso explicando que la generosidad con la que la Administración Bush había rescatado a los bancos se ha terminado. A partir de ahora, todas la entidades que reciban dinero público en forma de inyecciones de capital deberán reducir su dividendo a un centavo de dólar hasta que devuelvan todo el dinero al Estado.

Además, el Tesoro exigirá a esas entidades que le detallen, de forma mensual, su política crediticia. Con esta medida, el equipo de Obama quiere que los bancos concedan créditos, aunque parece una decisión más de cara a la galería que otra cosa, pues la economía está en caída libre. Y eso, como explica Yardeni, hace que no den dinero. «¿Prestaría usted dinero en mitad de una recesión?», se preguntaba el economista el miércoles.

Por el lado del Congreso, además, llegan más cambios. De los tres grandes bancos de EEUU, sólo JP Morgan Chase se opone a un proyecto de ley que permitirá a los jueces modificar los términos de las hipotecas en caso de que haya riesgo de desahucio. ¿Por qué solo JP Morgan ha puesto el grito en el cielo por esa medida? Porque los otros dos, Citigroup y Bank of America, siguen existiendo gracias al dinero público.

El final de la barra libre

Así que se terminó la barra libre del rescate bancario. Es algo que ha irritado a los economistas liberales, como Vincent Reinhart, del think-tank republicano American Enterprise Institute, que durante más de 10 años fue secretario del Comité Abierto de la Reserva Federal, es decir, del organismo que fija los tipos de interés en EEUU. «Es muy preocupante que el Estado tenga tanto poder en los bancos», ha declarado Reinhart a MERCADOS.

Todo indica, sin embargo, que el papel del Estado en los bancos de EEUU va a seguir creciendo. En Washington se está empezando a considerar la posibilidad de una nacionalización temporal del sector financiero, similar a la realizada en Suecia a principios de los noventa.

La Administración, por ahora, no ha planteado esa opción, pero Geithner ha señalado otras vías, entre ellas que el Tesoro cree un banco que compre los activos tóxicos, es decir, los bonos que en la práctica no encuentran comprador a las entidades. Todo eso dispararía el coste del ajuste. Pero parece que no quedan muchas opciones. Como ha declarado Mark Zandi, economista jefe de la empresa Economy.com, propiedad de la agencia de calificación de riesgos Moody's, Obama «va a tener que ir de un gran problema a otro gran problema. Eso es lo que hace a los presidentes grandes».


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