lunes, 12 de enero de 2009

Sarkozy advierte a EEUU de que no podrá imponer al mundo su visión del capitalismo

PARÍS.- El presidente francés, Nicolas Sarkozy, dejó claro que ningún país saldrá sólo de la actual crisis financiera internacional, que exigirá un cambio estructural y un nuevo equilibrio en los papeles del Estado y del mercado. Además, advirtió a Estados Unidos de que "en el siglo XXI ya no hay una sóla nación que pueda decir lo que hay que hacer o pensar".

Durante su intervención en el coloquio titulado 'Nuevo mundo, nuevo capitalismo', el jefe del Estado francés volvió a cargar, como de costumbre, contra el capitalismo especulativo, defendió el valor del trabajo y la iniciativa empresarial, y apostó una vez más por refundar el actual sistema capitalista sobre bases de contenido ético.

El mandatario francés aprovechó el foro y la presencia en el mismo de la canciller alemana, Angela Merkel, para esbozando la que a su juicio deberá ser la postura europea de cara a la cumbre financiera del próximo 2 de abril en Londres, que volverá a reunir a los miembros del G-20 para dotar de contenido al esquema surgido de la reunión de Washington celebrada el pasado noviembre.

Así, dijo esperar "de todo corazón" que Estados Unidos acompañe el "cambio" de modelo y que el nuevo presidente aporte su "dinamismo, apertura e inteligencia".

"Cambiaremos el mundo con Estados Unidos, pero no aceptaremos el estatu quo. No aceptaremos el inmovilismo ni el regreso al pensamiento único", avisó Sarkozy.

En la misma línea, confió en que lo que se describe con frecuencia como 'la Vieja Europa' --retomando la famosa expresión del ex secretario de Estado norteamericano Donald Rumsfeld que provocó un serio distanciamiento con Washington-- sea capaz de llevar el discurso "del futuro". Sarkozy mencionó en concreto a Italia, España, Reino Unido y Alemania.

De igual forma, avisó de que, una vez pasado el grueso de la crisis, no sería aceptable que los mismos que la provocaron reclamen a quienes han contribuído a superarla que se vayan. "No. Las decisiones las tomaremos el 2 de abril en Londres", zanjó.

Como en otras ocasiones, Sarkozy destacó entre las principales consecuencias de esta crisis el "regreso del Estado" como actor económico y el fin de la "ideología de la impotencia pública, contrapartida del todopoderoso mercado". E ironizó sobre lo curioso que es que ahora ver pedir socorro al Estado a quienes antes "no querían ni oir hablar de él".

Por lo demás, subrayó que el cambio de modelo económico no implica "nacionalizar la economía mundial", ni crear un "capitalismo de Estado" sino que se trata de reequilibrar los roles respectivos del Estado y del mercado. "En el capitalismo del siglo XXI --dijo-- hay un sitio para el Estado".

Tampoco habrá que sustituir un déficit de reglas por un "exceso" de reglamentación. Se tratará más bien de refundar el capitalismo sobre la base de reglas "simples", esto es la capacidad del Estado de intervenir "cuando sea necesario" e invertir en investigación, educación y formación.

El presidente Sarkozy ofreció también su análisis sobre las consecuencias de la mundialización que, a su juicio, ha creado un "vacío", acabado con las referencias sociales y la solidaridad y provocado una "angustia" que encuentra respuesta en "la apología de la proximidad y de lo local".

"Todos habíamos soñado que tras la caída del Muro todo se arreglaría, pero se abrió el abismo de los reflejos identitarios y las pasiones extremistas religiosas. El hombre se quedó sólo frente a un mundo que no comprendía", resumió.

Para Sarkozy, sobre los cimientos de un crecimiento económico y de una innovación sin precedentes nació una "crisis moral e identitaria" que ha dado lugar a "comportamiento extremos".

"El sueño de la mundialización feliz murió con el 11-S de 2001 y la emergencia de un fanatismo que parecía venir de la noche de los tiempos", resumió.

Desde entonces, se han sucedido las injusticias, las desigualdades y los desequilibrios sociales que ofrecen al extremismo y a la violencia un terreno favorable. De ahí que promoviera un capitalismo alejadado del puramente financiero donde la lógica del mercado lo excluye todo.

"La crisis del capitalismo financiero no exige la destrucción del capitalismo sino su moralización. Debemos moralizar el capitalismo, no destruirlo", sentenció.

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