domingo, 25 de enero de 2009

Un plan de estímulo para el mundo / Robert B. Zoellick *

Durante sus primeros 100 días en el cargo, el presidente Obama asistirá a su primera reunión en una cumbre de ámbito mundial, un encuentro del grupo de los 20 países industrializados y en vías de desarrollo, que se celebrará durante el próximo mes de abril en Londres. El presidente, con el apoyo de los dos partidos en el Congreso, debería enviar una señal inequívoca de esperanza.Empezando por EEUU, Obama debería hacer un llamamiento a todos los países desarrollados para que destinen un 0,7% de sus planes de estímulo de la economía a un fondo de vulnerabilidad con el que ayudar a los países en vías de desarrollo.

Estados Unidos podría empezar por destinar unos 6.000 millones de dólares de su propio plan de estímulo, con un montante de 825.000 millones de dólares que, por otra parte, no es más que un 4% de lo que ha facilitado al American International Group (AIG). Con este modesto paso, Estados Unidos aceleraría la recuperación de la economía global, ayudaría a los pobres del mundo y reforzaría su influencia en el ámbito de la política exterior.

No hay tiempo que perder. La crisis económica ya ha arrojado, según se estima, en torno a unos 100 millones de personas a la pobreza. El hundimiento de las exportaciones ha contribuido a poner en peligro el empleo de trabajadores en todo el mundo.En muchos lugares se han congelado las inversiones, tanto extranjeras como nacionales. Hasta ahora se han evitado depreciaciones bruscas y brutales de las divisas como en 1997 y 1998, pero 2009 va a ser un año peligroso.

Lo bueno del caso es que si Obama envía la señal adecuada es probable que muchos países hagan aportaciones a ese fondo de vulnerabilidad. El primer ministro británico, Gordon Brown, ha expresado su interés en la idea. El año pasado, el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, hizo un llamamiento a que se incrementara la ayuda y ha demostrado un interés muy especial en Africa. La canciller alemana, Angela Merkel, tiene intención de contribuir a financiar proyectos de construcción en países pobres.

Japón ya se ha comprometido a ayudar al Banco Mundial a recapitalizar bancos en países pobres. Australia y Rusia han apoyado un fondo de vulnerabilidad alimentaria que se creó el año pasado. Canadá ha incrementado su ayuda; la Comisión Europea ha debatido la posibilidad de aportar más fondos. El año pasado, Arabia Saudí realizó una donación de 500 millones de dólares a fondo perdido en favor del Programa Mundial de Alimentación.

Italia, en su condición de anfitriona de la reunión de los ministros de finanzas del grupo de los 8 países más industrializados del mundo, que se celebrará en febrero, debería ir preparando el terreno de cara a la reunión del G-20 con una propuesta en favor de que el fondo de vulnerabilidad se considere una prioridad.El Banco Mundial, junto con Naciones Unidas y los bancos de desarrollo regional, podría encargarse de administrar el fondo para facilitar el reparto de la ayuda de manera rápida y flexible, siempre con las salvaguardas correspondientes para garantizar que ese dinero se gasta adecuadamente.

Tres serían las prioridades de las inversiones del fondo de vulnerabilidad.En primer lugar, necesitamos programas de redes de seguridad que se ajusten a las capacidades de los países en vías de desarrollo para que hagan un buen uso de ellos.

En segundo lugar, las inversiones en infraestructuras pueden proporcionar unos beneficios enormes. No hay más que fijarse en China, que hace 10 años demostró que, mediante unos proyectos acertadamente escogidos de infraestructuras, pueden crearse puestos de trabajo al mismo tiempo que se echan los cimientos de la productividad y el crecimiento económicos.

En tercer lugar, el fondo de vulnerabilidad debería contribuir a apoyar pequeñas y medianas empresas e instituciones gestoras de microfinanciación. Las pequeñas empresas son las creadoras de empleo más dinámicas y flexibles, y la mejor red de seguridad es un puesto de trabajo. El Banco Mundial ya ha dado respuesta a la crisis global con planes para recapitalizar bancos de pequeño tamaño en países en vías de desarrollo, así como para facilitar líneas de crédito a instituciones de microfinanzas que prestan servicio a las poblaciones más pobres. El fondo de vulnerabilidad daría continuidad a estas iniciativas.

El objetivo de Naciones Unidas en concepto de ayuda es del 0,7% de la economía. La aportación de EEUU es del orden del 0,2%, aunque los sondeos muestran que la opinión pública norteamericana está dispuesta a aportar más.

El apoyo a un fondo de vulnerabilidad puede ayudar a limitar la duración de la recesión internacional, impedir el contagio del malestar social y ayudar a salvar de caer en la pobreza a toda una generación. Por menos del 1% del plan norteamericano de estímulo de la economía, Obama tiene la posibilidad de liderar el G-20 en Londres y volver a integrar a EEUU en el mundo.

* Robert B. Zoellick es el presidente del Banco Mundial.

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