domingo, 25 de enero de 2009

Viaje sin retorno para 10 millones de trabajadores chinos

SHANGHAI.- El frío de las caras refleja otro menos evidente que va por dentro.En el alma y también en los bolsillos. Muchos de los rostros que deambulan estos días a la espera de un tren en la estación del norte de Shanghai no volverán a la gran ciudad cuando terminen las vacaciones. Llega el Año Nuevo lunar, la mayor festividad de China. Fechas que provocan el mayor desplazamiento de seres humanos que se conoce en el mundo. Este año, se volverá a batir el récord: 2.320 millones de viajes, en tren, autobús o avión, para volver a casa con los suyos. Pero muchos serán sólo billetes de ida. Sin retorno, según "El Mundo".

En cuestión de meses, la dependencia económica de una demanda exterior que se ha desplomado ha dejado a más de 10 millones de trabajadores en la calle. La mayoría son gente que abandonó el campo porque pensaba que en la ciudad les iría mejor. Como los Wu. Dos compañeros de andamio, que además de las horas sobre el bambú, comparten apellido a pesar de no ser familia. El más joven, de 48 años y nombre Chen, cuenta que han pagado 5 euros cada uno por sendos asientos para viajar en un tren que tardará 17 horas en llevarles hasta su provincia natal, Jiangxi. El tren rápido, en «litera dura», algo así como una segunda clase, cuesta cinco veces más. En Shanghai, donde trabajaban los Wu, el jornal de un albañil es de unos 6,6 euros por cada diez horas de curro.

Hezhong, el mayor, que lleva todas esas jornadas en la obra marcadas en el rostro, las manos y los dientes ennegrecidos por el tabaco, dice que «trabajo todavía hay mucho, aquí se sigue construyendo».«Pero los sueldos están bajando», afirma. ¿Volverán entonces tras las vacaciones? Chen dice que «si no es Shanghai será otro lugar». Pero Hezhong niega con un chasquido. Ha decidido que montará una pequeña tienda en su ciudad natal.

El fenómeno de la inmigración interna de China, una población flotante de alrededor de 200 millones de personas, ha generado la transformación social y económica más importante de la historia reciente del país. Su existencia se suele explicar por la ley de la oferta y la demanda: empresarios que buscaban mano de obra barata y peones que hacían cola en la puerta de las factorías porque eso salía más a cuenta que trabajar la tierra. Huang Yasheng, catedrático del Massachussets Institute of Technology, amplía la explicación: «No surgió por generación espontánea». Huang afirma que el fenómeno fue más bien «creado por una serie de políticas de mediados de los 90 que perseguían atraer inversión extranjera». Ahora que los líderes chinos habían comenzado a enderezar esta tendencia, según Huang, la crisis puede revertir este proceso.

2008 se cerró con una tasa de desempleo urbano del 9,4%. Y habría que tener en cuenta que la fuente, la Academia china de Ciencias Sociales, es oficial. En la base manufacturera de Guangdong (Cantón), la más azotada por el descenso de la demanda, 600.000 trabajadores habían hecho ya las maletas antes incluso de comenzar las vacaciones.Li Chenwu, que espera a su hijo en la estación, ha podido observar este proceso desde su mesa en un negocio de camisas: «Nuestros clientes europeos están retrasando pagos. Así que tenemos que arriesgarnos a adelantar para la compra de materias primas...o cerrar».

Toda la cadena se está congelando por esta implosión. China exportó un 2,8% más hace un año que el pasado mes de diciembre. Las exportaciones vienen decreciendo desde noviembre, un fenómeno que la gran fábrica del mundo no veía desde hacía una década. Pero hay que irse a las importaciones para entender la que se avecina. Estas cayeron en diciembre un 21,3% (17,9% en noviembre) por algo que apuntaba Li: un alto porcentaje de las mismas son materias primas o componentes que, una vez procesados o ensamblados, se exportaban.

El Gobierno chino, que tanto teme una explosión de revueltas por razones económicas, está achicando agua: anunció un paquete de estímulo de 443.000 millones de euros, además de inyecciones de capital o una reducción de impuestos para la industria exportadora y la del automóvil. La prioridad, han dicho los dirigentes, es la creación de empleo y evitar la inestabilidad social. Quieren lograr, al menos, un 8% de aumento del PIB en 2009, un crecimiento necesario para asegurar un empleo para el conjunto de la población activa.

Pero varios dirigentes, incluido el gobernador del Banco Central, han admitido que resultará difícil, y algunas agencias de análisis hablan de un crecimiento cercano al 5%, menos de la mitad del 13% que se alcanzó el 2007, según los últimos datos revisados.«Lo peor para China todavía no ha llegado», resume Li, el de las camisas. El 2009 será, según el calendario chino, el año del Buey, un animal que por aquí se equipara con los logros importantes.Exito, sí, pero logrado con grandes dósis de esfuerzo y tesón.

Cotas históricas de desigualdad

En 'Capitalismo con características chinas', un libro que desmonta los espejismos del 'milagro económico chino', el profesor Huang muestra cómo en los 90, los ingresos en el campo se ralentizaron en comparación al 'boom' de los 80. La llegada de los inmigrantes a las ciudades animó las exportaciones y atrajo capital de fuera.El PIB se disparó en beneficio, sobre todo, de las empresas estatales.

Hoy, la diferencia de ingresos entre los chinos urbanitas y rurales supera los 1.100 euros. Según la Comisión Central de Trabajo Rural, una asociación que trabaja con el Gobierno, el chino campesino ingresa 520 euros anuales mientras que el urbano medio puede llegar a los 1.600. «El paquete de estímulo del Gobierno busca aumentar el PIB», explica Huang, «pero no implica formas innovadoras de transferir el dinero del Gobierno a los ciudadanos».

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