domingo, 8 de febrero de 2009

Bernardo Kliksberg: «Obama ha traído la ética a la economía»

WASHINGTON.- Por primera vez, Estados Unidos ha establecido controles de salarios de directivos. Es una medida sin precedentes en los 232 años transcurridos desde que ese país proclamó su independencia. Y, sobre todo, una ruptura con la política económica de las tres últimas décadas. Porque, en realidad, Estados Unidos tiene una larga historia de intervención del Estado en la economía.

Por ejemplo, hasta mediados de los setenta hubo controles en los precios de una serie de productos y servicios básicos -incluyendo los alquileres de los pisos- y, durante la Administración Nixon, el encargado de aplicarlos fue Donald Rumsfeld, que luego se convertiría en el arquitecto de la invasión de Irak y en uno de los impulsores del catastrófico plan para imponer una economía totalmente liberalizada en aquel país.

El presidente estadounidense, Barack Obama, anunció la medida poco antes de las 11 de la mañana. A las cuatro y media de la tarde, en su oficina de Nueva York, Bernardo Kliksberg todavía seguía sonriendo cuando se le preguntaba al respecto: «Es una decisión histórica, que demuestra que Obama tiene capacidad de liderazgo y capacidad para conectar con la gente. Porque la sociedad estadounidense demandaba este cambio».

Para Kliksberg, la decisión de Obama era, en cierto sentido, una reivindicación de sus ideas. Porque, aunque su cargo es asesor senior para América Latina del Programa de Desarrollo de la ONU (PNUD, según sus siglas en inglés), a lo que este argentino lleva más de tres décadas dedicando su carrera profesional es la ética de los negocios y a la ética del desarrollo. Su último trabajo en este sentido es el libro «Primero la gente», coescrito con el Nobel de Economía Amartya Sen y presentado en la Casa de América el mes pasado.

Kliksberg cree que la decisión de Obama de imponer limitaciones a la remuneración de los directivos de las empresas que el Estado ha salvado de la quiebra con dinero público marca también un punto de inflexión en la revolución neoliberal iniciada hace tres décadas en EEUU por Reagan y en el Reino Unido por Thatcher.Primero esa transformación se fundamentó en la liberalización.

Pero, en la última década, la desregulación no fue suficiente.El objetivo fue la eliminación de todas las reglas y la autorregulación.«Es como si, en aras de la liberalización del tráfico de vehículos, eliminamos los semáforos», explica.

Para Kliksberg, ese culto a la autorregulación trajo unas consecuencias inesperadas: «La primera fue la codicia. La segunda, un dogmatismo incompatible con el pragmatismo empresarial. Y, finalmente, se produjo una pérdida total del sentido de la realidad. Eso generó una sensación de impunidad total.


Los directivos de Wall Street iban a trabajar en helicópteros. Recibían cientos de millones de dólares como indemnización cuando dejaban la empresa. No era soberbia. Era simplemente desconexión de la realidad». Por eso considera notable, por ejemplo, la batalla de Barack Obama para conservar su cuenta de correo electrónico: «Es una muestra de que él no quiere vivir en una burbuja, aislado».

La llegada de Obama y su nuevo estilo de hacer política, en buena medida basado en la movilización de los ciudadanos generada por las nuevas tecnologías es, según Kliksberg, una indicación de que el modelo económico y empresarial de las últimas tres décadas está cambiando.

«Evidentemente, sería mucho mejor que no hubiera habido crisis. Porque el daño causado por la ideología ultraliberal ha sido inmenso. Pero, ya que estamos en ella, creo que su efecto va a ser positivo. Hay que volver, paradójicamente, a los padres del modelo económico liberal, a los Adam Smith, John Stuart Mill, David Ricardo todos ellos estaban tremendamente preocupados por la ética. Tenemos que dejar un modelo que ha llegado a generar situaciones tan increíbles como que los jóvenes que acaben un MBA tengan menos valores éticos que cuando lo empezaron».

Y concluye: «Con su decisión sobre los salarios, Obama ha puesto a la ética de nuevo en el centro de la economía. Y eso es algo positivo. Porque la ingeniería económica y financiera había expulsado a la ética de la economía y la había dejado para las iglesias, los filósofos y los poetas».

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