lunes, 9 de febrero de 2009

El 77% de los parados españoles aceptaría puestos de menor cualificación

MADRID.- La escasez de empleo y el rigor de las condiciones de vida al que se ven sometidos decenas de miles de trabajadores está desembocando ya en una mayor competencia laboral entre españoles y extranjeros.Los primeros, cada vez están más dispuestos a asumir empleos que rechazaban hasta hace sólo unos meses; los segundos ven cómo esas ocupaciones (muchas de ellas de baja cualificación y escasa retribución), son demandadas por un mayor número de parados.La tarta es cada vez más pequeña, mientras aumentan los que aspiran a un sitio en la mesa.

La situación, según los expertos, se complicará a medida que unos y otros vayan agotando el periodo de prestación por desempleo según "El Mundo".

El fenómeno no es exclusivo de España. Esta misma semana, una protesta sindical por la contratación en Gran Bretaña de 300 trabajadores italianos ha prendido como la pólvora y ha provocado incidentes de marcadas posiciones nacionalistas, cuando no xenófobas.

Situaciones menos alarmantes ya han empezado a observarse en el mercado laboral español en los sectores que más empleo ofrecían a los inmigrantes, sobre todo en el de la agricultura.

Por ejemplo, en la campaña de recogida de la aceituna en Jaén, se detectó la presencia masiva de inmigrantes (regulares e irregulares) con la intención de ser contratados a pesar de las advertencias de la Junta de Andalucía de que no se necesitaba mano de obra este año.

Por otra parte, la madrileña plaza Elíptica, hasta ahora zona de contratación de inmigrantes para la construcción, ya ha empezado a ser ocupada por parados nacionales. Asimismo, en las áresas próximas a grandes superficies, donde se venden por ejemplo muebles a bajo precio sin transporte, se están dando cita los autónomos españoles especializados en portes cuando, hasta hace poco, eran lugares exclusivos para los ecuatorianos. Y en las costas andaluzas se ha detectado en los últimos días la llegada de pateras con inmigrantes que venían en busca de un empleo en el inicio de la campaña de la fresa.

Según un informe de Funcas (elaborado por Lorenzo Serrano y Francisco Pérez, de la Universidad de Valencia), la presencia de un número importante de inmigrantes provocará un cambio en las relaciones entre extranjeros y nacionales en el mercado de trabajo «y la competencia será más alta». En 1992 figuraban como ocupados en España 70.000 extranjeros y a finales de diciembre de 2008 había casi 2,9 millones, a los que habría que sumar los 449.505 que se encuentran en el paro y una cantidad indeterminada (CCOO facilitó el dato de un millón de personas) de irregulares.

La crisis económica ha destruido en un año más de 700.000 puestos de trabajo (de 20,5 millones de ocupados se ha pasado a 19,8 millones) y el Gobierno prevé la desaparición de otros tantos en 2009. Según Lorenzo Serrano, durante los próximos meses asistiremos al nacimiento de un fenómeno nuevo, ya que los inmigrantes no dispondrán en exclusiva de su actual nicho laboral: los puestos de trabajo más precarios. «No sólo va a haber más competencia para un mismo puesto de trabajo entre trabajadores españoles e inmigrantes, sino también entre los propios españoles y también entre los propios extranjeros», comenta.

España ya registró en otras crisis anteriores tasas elevadas de desempleo, pero entonces el colectivo inmigrante era poco significativo. «Por tanto, no se producía reacción alguna ante la escasez de trabajo», comenta Serrano. «La situación ha cambiado ahora, y no se puede decir que seamos distintos a otros países de nuestro entorno, es decir, no es descartable que se puedan registrar situaciones como las que se están produciendo en otros lugares», indica. Se refiere a los brotes de proteccionismo laboral de los trabajadores británicos.

Afortunadamente, en España estas situaciones se han producido de forma aislada. Pero, según advierte un estudio publicado esta misma semana por la fundación L'Esplai -en cuya presentación participó el propio ministro de Trabajo, Celestino Corbacho- «hay amenazas que tienen que ver con el deterioro de la convivencia en determinados ámbitos de la vida social, la posible consolidación y extensión del sector xenófobo de la sociedad, la extensión de fuerzas políticas xenófobas y la proliferación de conflictos sociales con elementos raciales y de rechazo al inmigrante extranjero...».Una primera amenaza, añade el estudio coordinado por el catedrático de Antropología de la Universidad Autónoma, Carlos Giménez, «puede venir dada por el cambio de ciclo económico, aparejado con la fragilidad de la economía y de algunos de los sectores que la sustentan, como la construcción y el turismo».

Otras condiciones objetivas del mercado de trabajo también pueden resultar inquietantes. Los datos avalan que cada vez hay más personas que se disputan los empleos que no requieren cualificación.Según una encuesta realizada por Adecco, hasta un 77% de los desempleados aceptaría ahora un trabajo inferior a su formación y experiencia.

Cuando se hace la misma pregunta a personas que en la actualidad están trabajando, hasta un 93,5% de los encuestados responde que aceptaría un puesto inferior a su formación si se quedara en el paro.

Por otra parte, de las 342 actividades que recoge el catálogo de ocupaciones de difícil cobertura, sólo el 11,4% necesitan personas con media o baja cualificación, entre ellas, muchas relacionadas con oficios, mientras que el resto se refieren a especialidades técnicas y licenciados. Además, según el estudio realizado por AGETT, esto supone que las ocupaciones que se siguen demandando en el mercado de trabajo «se han reducido drásticamente en el caso de empleos que requieren media, baja o ninguna cualificación, que sí aparecían en los catálogos de meses anteriores. Estas ocupaciones», se añade, «ya se han cubierto».

Ahora, al menos temporalmente, el Gobierno va a abrir un nuevo nicho de este tipo de empleos de baja cualificación, una vez que arranque la contratación de desempleados del Plan de Inversión Local con que pretende combatir el paro.

El Ejecutivo ha destinado 8.000 millones para obras en los ayuntamientos (polideportivos, asfaltado de calles, etcétera). Ante esta nueva situación, según los expertos, se pueden producir codazos no sólo entre los constructores por hacerse con las contratas, sino también entre los propios parados, que deben proceder, bien sean nacionales o extranjeros, de las listas del Inem.

Según los expertos del mercado laboral consultados, la pretensión del Gobierno de crear 300.000 puestos de trabajo (65.000 según el Partido Popular) puede generar situaciones complicadas, ya que el Ejecutivo va a ofrecer empleo sólo para uno de cada diez parados, en plena recesión económica y con pocas expectativas de conseguir trabajo por otra vías.

«Como ya sucedió con la recogida de la aceituna, veremos deambular por los ayuntamientos a inmigrantes y trabajadores españoles demandando empleo en las obras», precisan. Es más, no descartan que los ayuntamientos controlen las ofertas de empleo de forma endógena y que sólo se contraten parados nacidos en esa localidad (posibles votantes). Por lo tanto, los inmigrantes, si no están censados, tendrán más dificultades para acceder a esos nuevos empleos.

Mercado español

La radiografía del mercado laboral no da pie al optimismo. Según la Encuesta de Población Activa (EPA) del cuarto trimestre de 2008, al terminar el año había 120.000 personas más buscando empleo, siendo un 79% de ellos inmigrantes.

Según un estudio realizado por AGETT respecto a estos datos, la población activa de nacionalidad extranjera se mantiene a ritmos de crecimiento muy elevados a pesar de las malas perspectivas económicas y laborales. De hecho, pasó de un 10,7% al 11,3% respecto al trimestre anterior.

La EPA revela también que en este trimestre se incorporaron 642.000 nuevos activos (con intención de trabajar) respecto al mismo trimestre de 2007. De ellos, 254.700 (39,6%), fueron de nacionalidad española y 344.600 extranjeros.

Además, de los nuevos activos de nacionalidad española, más del 50% tiene estudios universitarios o de doctorado, mientras que para el caso de los activos extranjeros, la proporción se reduce a menos del 20%. Por tanto, la mayor parte de los inmigrantes seguirá dependiendo del empleo de baja cualificación que se genere.Pero no sólo ellos. De hecho, un 80% del total de parados tiene estudios por debajo de la educación secundaria, lo que indica que a menor formación, mayor posibilidad de caer en el paro.

La tasa de desempleo repuntó en el citado periodo hasta el 13,9% para el conjunto nacional. Sin embargo, la misma tasa para los extranjeros se situó en el 21,3% y la de los de nacionalidad española en el 12,5%. Es decir, la tasa de paro de los foráneos se incrementó en 8,9 puntos en tan sólo un año.

A la hora de abordar este debate, las centrales sindicales desligan la situación del mercado laboral español del brote de proteccionismo laboral surtido en Gran Bretaña a raíz de las protestas sindicales organizadas contra la contratación de 300 trabajadores italianos por parte de Total Killingholme.

Ana María Corral, responsable de Migraciones de UGT, precisó respecto a este caso que las protestas convocadas por las centrales británicas no obedecen a que una empresa de aquel país subcontrate a otra italiana, con trabajadores italianos, para realizar un trabajo, sino a que las condiciones laborales de esos contratados no sean las mismas que tienen los trabajadores británicos.

«No hay que confundir los debates», precisó a este diario. En su opinión, lo que ningún sindicato, ni británico ni de cualquier otro país, puede aceptar es que en una misma empresa haya trabajadores que desempeñen la misma función y tengan condiciones laborales y retribuciones distintas por el simple hecho de haber nacido en una u otra parte. Y matizó que los sindicatos españoles están en contra de las «conductas nacionalistas mal entendidas, que nunca aceptaremos».

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