lunes, 23 de febrero de 2009

El parón viene también del Este

BRUSELAS.- El próximo domingo, antes de que los Veintisiete se reúnan en un almuerzo para su cumbre extraordinaria de crisis, los líderes del Este -casi todos, menos los eslovenos, más independientes del ex bloque comunista- se encontrarán en su propio cónclave paralelo para hacer un frente común, un inusual gesto de fractura, según 'El Mundo'.

El motivo oficial es acordar una estrategia contra las tentaciones proteccionistas a la francesa, aunque el oficioso es organizar una ofensiva para que no prevalezca la visión occidental mientras sus economías colapsan y pasan de las mejores promesas a la catástrofe financiera.

Países con crecimientos por encima del 6% están rozando ahora la recesión -el caso más extremo es el de Letonia, que ya estima perder el 12% de su riqueza este año- y la depreciación de sus monedas -el zloty polaco, el florín húngaro y la corona checa se despeñaron esta semana- por la caída de la inversión exterior, el recorte de las exportaciones o el parón de las remesas.

Además, esa fuerte corrección está arrastrando a los bancos occidentales, que, con sus filiales, dominaban los sistemas financieros de los vecinos. En el Este, la propiedad exterior de los bancos oscila entre casi el 100% en Estonia y Eslovaquia y el 30% en Eslovenia, mientras, la media en la zona euro de entidades en manos extranjeras está por debajo del 20%.

Los más presentes en los antiguos países comunistas son los bancos de Austria, Italia, Francia, Alemania, Suecia y Bélgica, aunque también algunos españoles, como el Santander, tienen negocios en expansión en Polonia o Rumanía. Ante la crisis, los occidentales tienden a centralizar sus recursos en detrimento de las filiales, pero los expertos coinciden en que la única fórmula para la supervivencia de sus sedes exteriores es la recapitalización.

Los problemas van más allá de las fronteras de la UE y llegan a los Balcanes, donde los bancos austriacos son los más tocados: por ejemplo, tienen en su poder deuda de Albania a Rusia por valor de 290.000 millones de euros, según el Banco de Pagos Internacionales.

Dentro de la UE, la Comisión está dispuesta a ayudar con fondos estructurales -unos 7.000 millones de euros irán este año a los 12 nuevos-, préstamos del Banco Europeo de Inversiones (más de 11.000) y financiación especial como la otorgada a Hungría y Letonia, pero tiene pocas ganas de echarle una mano a las entidades occidentales que han llenado sus arcas en el Este y ahora quieren un plan europeo específico para la crisis.

«El sector privado debe apoyar su propia inversión», dijo Joaquín Almunia, comisario de Asuntos Económicos, en una rueda de prensa el viernes para presentar un informe sobre las ventajas de la ampliación en el quinto aniversario de la primera oleada de adhesiones del Este.

En cualquier caso, los occidentales están poco contentos con la agresividad mostrada por algunos líderes del Este. Almunia se queja de que algunos comentarios pueden empeorar la crisis, tal vez en referencia al anuncio del Gobierno polaco de que venderá más euros, y pide prudencia porque «los mercados están muy nerviosos».

El comisario está más preocupado por los países que han preferido mantener su moneda flotante, como Polonia, Hungría, República Checa y Rumanía, que sufren más que los que, como Bulgaria, optaron por ligar su divisa al euro.

La moneda europea también ha padecido esta semana el golpe de la advertencia de las agencias de calificación de riesgos sobre el colapso del Este que podría empeorar las perspectivas de recuperación de la zona euro, ya en recesión. Aún así, los expertos comunitarios confiesan que el actual cambio con el dólar y el yen, si se mantuviera, parece «razonable».

Desde la UE, los dirigentes occidentales insisten en que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial deberían actuar más, sobre todo en la región de los Balcanes o en países como Ucrania, donde los instrumentos financieros multilaterales son mucho más cuantiosos. «Es su territorio», dice un alto cargo comunitario, indignado por las quejas del presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, de que los europeos no están haciendo suficiente.

Incluso para los miembros de la Unión Europea, el dinero puede venir de las instituciones en Washington. Dominique Strauss-Kahn, el director gerente del Fondo, predice una «segunda oleada» de países que llamarán pronto a su puerta, entre los que estará, probablemente, Rumanía, siguiendo el ejemplo de Hungría y Letonia.

Pero, aunque el dinero extra dependa de otras instituciones, la ruptura, escenificada en la mini-cumbre previa del 1 de marzo, es responsabilidad política de la UE. «Han pasado 20 años desde que Europa se unió, sería una tragedia permitir que se volviera a separar», comentó Zoellick al Financial Times.

¿Qué futuro les espera a varios millones de emigrantes?

Los 12 países nuevos -10 del Este- que hicieron su ingreso en la Unión Europea en 2004 y en 2007 lograron multiplicar sensiblemente su ritmo de crecimiento desde la ampliación, y pasaron del 3,5% de media, en los cinco años anteriores a la adhesión, hasta el 5,5% entre 2004 y 2008. Ahora, sin embargo, todo ha cambiado y vuelven a acercarse peligrosamente a la recesión.

La cuestión no es baladí, pues más de tres millones y medio de personas de los países de la ampliación han emigrado a los socios occidentales, la mayoría hacia Reino Unido, España e Irlanda.A causa de la crisis, una parte nada desdeñable está empezando a volver a casa por la crisis, en particular, de la construcción.

¿Qué futuro les espera? Los analistas no coinciden, pero muy pocos ven un horizonte despejado a corto plazo. El exceso de optimismo en las previsiones de crecimiento ha hecho endeudarse a casi todos los miembros del ex bloque comunista, muy acostumbrados a los créditos en moneda extranjera que ahora están arruinando a familias y empresas.

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